La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la rendición.
Emil Ludwig.
Después de recuperarse.
Claro, ya la veo más tranquila, entonces me arrodillo entre sus piernas y la abrazo por la cintura.
Sus labios, mi majar, es lo más predilecto, lo más ansiado, lo más apetecible, degustarlo es lo que más anhelo, consumirlo se me convierte casi en un vicio.
— Quiero adorarte.
— No señor. — negando con movimientos de cabeza. — No señor.
Lo reafirma también moviendo el dedo índice.
— Eso es algo que me toca solo a mí. — imponente.
Como si dictara sentencia.
— ¡A ti... ja! — se agita sorprendida por mi respuesta.
Mis carcajadas son un indicio de cómo será lo que le voy a contestar.
Lo que se pinta en su rostro es un gesto que más que curiosidad es expectación pura.
— Sí, a mi ¿por qué?
— Pero... — No dejo que continúe.
La callo con un pico.
— Quiero resarcirte, lo que me acaba de hacer. — muevo el cuerpo estremeciéndome. — ¡Uffff! — también resoplo estirando lo labios. — Alguna compensación debes tener, ¿no?
— Que compensación ni que nada, si no me permites que te haga ese homenaje, se me hará imposible cumplir con el propósito para lo que he nacido.
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...