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Quizá solo se trate de encontrar a quien te sigue mirando cuando tú cierras los ojos.

                                                                                        Elvira Sastre.

                                                                                        Elvira Sastre

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Cuando apenas comienzo a salir del ensueño.

— Hoooolaaaa...

— Uuufffff... mmmnnn... — lo que sale de mis labios ni siquiera es una frase.

Es una especie de ronroneo raro, extraño, incompresible.

Tal vez son las consecuencias de por cómo me encuentro, pues me siento totalmente exhausta.

— Tranquila, tranquila mi amor, por favor quédate quietica, quiero que te recuperes con toda la calma del caso, tomate todo el tiempo que necesites, yo no tengo prisa, de por si esto que estamos viviendo me parece fantástico, delicioso sería el término como podemos calificarlo, por eso no te preocupes, sabes muy bien que te voy a esperar todo el tiempo que necesites, porque te aseguro que nadie te va a estar apurando, cariño. — mientras lo escucho, resoplo.

Incluso lo hago varias veces.

Me paso las manos por la cara, me aliso el cabello, intento volver a tomar conciencia, pues me siento tan agotada que todavía no comprendo que es lo que está sucediendo.

Pero cuando me concientizo, lo que veo me sorprende de una manera que no me lo esperaba, porque su felicidad se hace palpable en la forma con se dulcifica en todo el ovalo de su rostro, ese gesto se convierte en algo tan apasionado que lo enaltece casi hasta los confines de lo que es sentirse dichoso.

Con un mohín medio insinuante pero a la vez increíblemente seductor, como puede se sale debajo y se acuesta bocarriba rozándome con su hombro.

Lo golpeo en el pecho ruborizada hasta los cabellos.

— Eres increíble, uuuuufffff... — la sonrisa... ¡esclavista!

¡Dios!, cuando será que podré liberarme.

LAYLA Y LU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora