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Conocer el amor de los que amamos es el fuego que nos alimenta la vida.                                                                                                                                                                 Pablo Neruda.

                                                                                                                                                                 Pablo ...

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Camino dando vueltas.

Me siento como un animalito enjaulado, como un ser sin ánimos de vivir, mi mala leche me ha anulado hasta el más pequeño de mis pensamientos, mi mente es un telón donde solo veo el rostro demacrado de dolor del ser que se ha apropiado de todo lo que soy.

Pero maldita sea, ¿porque será que yo lo único que hago es hacerlo sufrir?... imbécil, idiota, insultarme es a lo único que me dedico.

Cuando mis padres se despidieron, él apenas se asomó, lo hizo como cuando se retiró del comedor, sin determinarme, enseguida se voltea y sin tenerme en cuenta, desaparece escaleras arriba y se escucha cuando ajusta la puerta y la asegura desde adentro.

Mensaje velado, Lu de mí no quiere saber nada.

El llanto se arremolina en mis pupilas; como se arruga un papel cuando se aprieta en el puño así siento que ha quedado mi corazón, la sensación que me sobre coge es la de mi alma haciéndose trizas, derruyéndose en pedacitos.

— Lu... por... favor... abre. — moqueo. — Por... favor. — sin dejar de suspirar.

Tengo que aclararle las cosas, es perentorio que lo haga porque si no lo consigo no tendré sosiego, es increíble la estupidez que acaba de cometer por eso mi mente no deja de torturarme.

Recuesto la frente sobre la madera y sollozo desconsolada.

Le suplico de nuevo volviendo a golpearla varias veces.

— Quiero que hablemos, por favor. — hipo como si el corazón se me fuera a salir por la boca. — ¡Abre, Lu!... — gimo. — ¡Abre por favor! — el silencio es la repuesta.

Lo intento y lo intento y siempre pasa lo mismo, a pesar de la angustia que me sobrecoge busco en las lágrimas un medio para reconfortarme, ahora estoy segura que si no logro ingresara su cuarto y enfrentarlo, él no hablara conmigo, lo he lastimado, y mucho y ahora es cuando comprendo cuán grande es su sufrimiento.

LAYLA Y LU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora