Para Adán, el paraíso era donde estaba Eva.
Mark Twain.
Ya han pasado varios días, desde cuando Layla vino y me dijo que solo ella sería mi musa, que ella sería la que me inspiraría en la creación de los nuevos diseños de la colección de inicio de año.
La producción de calzado tuvo tanto éxito que la productividad de la empresa crece y crece y crece sin ningún término.
La reforma en la casa de mis padres ya lleva terminada varios meses y mi nuevo taller cuenta con todas las herramientas para la creación de nuevos estilo, estos se venderán en la temporada que apenas está por iniciarse.
Ya tengo los modelos terminados y tan solo falta probarlos para saber cómo han quedado y enviarlos al departamento de producción para que comience con la manufactura.
— Hola... — el salto es como si un resorte me impulsara.
Ella solo ríe.
Me conoce, sabe que al escuchar sus insinuantes palabras me excito, es es algo automático.
— Hooo-ooo-laaa. — temblequeo.
Apenas soy capaz de desenredar las palabras que se me atorar en el fondo de la garganta.
— ¿Qué has decidido con mi propuesta? — como estoy de espaldas me giro para mirarla.
Si antes salte como si me chuzaran con una aguja, ahora me elevo a velocidades súper sónicas por la forma como viene vestida.
Es infame lo que me hace cuando se viste de esa manera.
Trae una pequeña batica que apenas le llega a la mitad de las caderas, esta le deja ver todo, pues es traslucida, y pareciera que viniera solo en ropa interior.
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...