El amor verdadero hace milagros, porque él mismo es ya el mayor milagro.
Amado Nervo.
Apenas salimos de presentar los exámenes de genética, de una iniciamos el viaje y ya vamos en mi coche.
Ella se encuentra a mi lado, mirarla es ver a una verdadera diosa.
No me extraña, eso es ella para mí.
La más hermosa de las deidades.
La más bella de las divinidades.
Y me ama.
¡Sí!... y me ama... me ama para mi mayor dicha.
Y eso solo lo hace conmigo.
Su cabello suelto se expande como una cascada de luz, el viento lo agita, parece una ola de hebritas bruñidas, lleva unas gafas oscuras que le exalta maravillosamente la hermosura de su rostro,
Tiene una mano en mi nuca y entrelaza los dedos en mi cabello, me acaricia suavemente la parte trasera de mi cuello y con las uñas rae mi piel, eso me causa una sensación tan inefable, que le digo casi en un balbuceo.
— Mmmmnnn... Layla... mmmnnn. — no la miro.
Si lo hago, seguro que me toca detener el vehículo.
— Si sigues, me va a tocar parar carro y montarte aquí mismo.
— ¿Pero qué te hago? — se chupa los labios.
Su lengua es un portento de lascivia humedecida.
Ángel de todos los orgasmos, estoy que rompo el zíper.
— Solo te estoy consintiendo. — insinuante.
Seductora, sensual, provocadora, sugestiva.
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...