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"El amor es una fuerza salvaje. Cuando intentamos controlarlo, nos destruye. Cuando intentamos aprisionarlo, nos esclaviza. Cuando intentamos entenderlo, nos deja perdidos y confusos". 

                                                                         Paulo Coelho.

                                                                         Paulo Coelho

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Ya es de noche, abro la puerta y me cuelo como si fuera una ladrona.

Me siento desbordada, estoy enloquecida, la pasión que se riega por mis venas se me hace inaguantable, verdaderamente me tiene fuera de mis cabales.

Debo recompensarlo, la forma como lo deje cuando llegaron nuestros padres fue mezquina, perversa sin duda .

Me desperté con hambre, los recuerdos de lo que sucedió durante todo el tiempo que pasamos amándonos no se me borran de la mente, son escenas casi vividas.

Baje en busca de alimento, el estómago me lo reclamaba de forma casi dolorosa, llevaba muchas horas sin echarle nada y por eso la protesta era tan airada.

Había dormido plácidamente toda la tarde, durante todo ese tiempo soñé que me tenía entre sus brazos, solo sueño con él, y cada que lo hago me despierto enloquecida, necesitando de sus besos, de sus caricias, si no las siento pareciera que me fuera a volver loca.

Bostezando llego al comedor y me los encuentro cenando ávidamente.

— ¡Papi!.... — el consabido beso. — ¡Mami!.... ¿cómo les fue? — sentí mis mejillas arder.

Al instante me preocupo, qué tal que hubiesen descubierto los enfebrecida que me sentía.

Era con si la fiebre encendiera todo mi organismo.

— Bien, mi niña, bien, no te imaginas lo increíble que lo pasamos, terminamos rendidos, no veo la hora de irme a la cama, quisiera acostarme y no levantarme nunca. — el gesto de fatiga lo decía todo.

Mi Mamá fue la que respondió.

Hubo momentos en que hasta los ojos le pesaban.

— ¿Y adonde fueron?

LAYLA Y LU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora