Quieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella.
Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...
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Cuando se habla de estar enamorado como un loco se exagera; en general, se está enamorado como un tonto.
Noel Clarasó.
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Hemos comido muy bien.
Y mucho mejor nos hemos devorado.
Estamos sentados a la mesa y como siempre lo hacemos, nos alimentamos entre ambos, no sé si seremos así para toda la vida, pero por ahora lo estamos disfrutando.
— Tenemos que hablar con nuestros padres, ellos van a llamar y si no le respondemos seguro se van a preocupar, no quiero dañarles esos días tan felices que están pasando por allá tan lejos, por eso es mejor los llamamos nosotros y así nos protegemos de cualquier cosa que ellos intenten hacer, siempre es preferible prevenir que después tener que curar.
— Está bien, voy a llamarlos.
Busco dentro del bolso que dejé en sobre el futón saco mi teléfono y de una hago la llamada.
Primeramente oprimo el altavoz.
Al otro lado la línea.
— Aló.
— ¡Papi, ¿cómo están?!
— ¡Mi niña, estamos bien, como dicen por ahí, mejor imposible, ¿y uds?!
— Perfecto, ¿cómo les ha ido, y Mamá?
— Estamos bien, ella se siente tan feliz no se cambia por nadie, es como si hubiese rejuvenecido la mitad de los años que tiene de edad, se ve tan joven que parece como una chica que apenas estuviera por cumplir los quince.
— Me alegra escucharlo, Papi, ese era el objetivo ¿no?
— Si mi niña, tú más que nadie la conoce, sabe cómo se preocupa por nosotros, se merece esto y mucho más, se había dedicado solo a servirnos y se había olvidado de ella, tenía la obligación de recompensarla y que mejor oportunidad que esta para hacer que se divirtieran, hija — suspira suave y de una me inquiere. — ¿Y tu hermano? — me sobresalto.
