Sabía que llevaba exactamente quince minutos sin hablar, exactamente el tiempo que había estado conduciendo. Tampoco tenía intención de hacerlo, no sabía que decir, mi cabeza estaba dando vueltas a esa chica y a Zack, Zack y esa chica. Por un momento hablando mientras cenabamos había creído que podíamos congeniar, independientemente del resto de aspectos negativos que él tenía, me había hecho sonreír durante la cena y eso era bastante decir para ser yo, pero las cosas suelen volver a su cauce y así había sido, si por un instante habia creído que podíamos llevarnos bien, se había esfumado con la conversación que había mantenido con esa chica. Ni él ni ella se parecían a mi o a mis amigos, ni si quiera en el aspecto físico, eran...digamos de estilo superior, ese tipo de gente era la que hacía que el resto se girase a su paso en el instituto, ese tipo de personas a las que yo no pertenecía y no pertenecería jamás. Y tampoco quería pertenecer, nunca lo había querido. Las personas que constan de esa clase y de ese dinero acaban infravalorando las pequeñas cosas que hacen que merezca la pena vivir. Siempre había considerado el dinero uno de los poderes más cegadores del mundo, el dinero acababa haciendo que las personas abandonasen su vida y sus creencias, hasta la moneda más pequeña puede comprar los valores más grandes y tenía ejemplos, ejemplos muy cercanos. No me gustaba ese mundo, no me gustaba esa gente.
-¿Te apetece ir a casa o hacemos otra cosa?
-Quiero irme a casa-murmuré-lleva el móvil al buzón de mi casa mañana ¿de acuerdo?- espeté.
Hablaba sin mirarle, seguía teniendo demasiadas cosas en mi cabeza como para poder centrar mi atención en una discusión sin sentido. Estaba incluso enfadada conmigo misma por haberme juntado con alguien así, había tenido que esperar horas para darme cuenta de que había roto todas mis propias normas en un solo día.
-¿Qué pasa?¿Por qué estas enfadada?
-No estoy enfadada pero tú te lo pasarás genial en esa fiesta y yo en mi casa, asunto arreglado, perfecto...a la derecha y luego a la izquierda.
Tras las indicaciones para llegar a mi casa dejé que condujese en silencio, hasta que llegamos a mi casa. Bajé del coche de un salto en cuanto las ruedas tocaron la acera de entrada al garaje y me encaminé hacia los escalones del porche, había llegado al primer escalón cuando escuché sus pasos detrás de mi.
-¿Puedes decirme por qué estás enfadada?¡Creía que en la cena te estabas divirtiendo!
Respiré hondo antes de darme la vuelta, agotada, y me resigné a contestarle.
-El trato era un día, lo he cumplido así que ahora vuelvo a mi casa y tú me debes un teléfono....no le des más vueltas, como tu has dicho esta mañana: "vas a olvidar mi nombre en dos días".
-¿He hecho algo mal?-preguntó.
-No entiendo que interés en saber si estoy enfadada, estoy cansada, solo eso. Buenas noches falso Nick.
Me sacudí el pelo, retirandomelo de la cara y me dí la vuelta para entrar en casa.
-Sea lo que sea lo que haya dicho u hecho lo siento, creía que podíamos congeniar ¿sabes?
-Tú y yo no podemos congeniar porque no pertenecemos al mismo mundo. Vete a esa fiesta, vete a la fiesta con esa ex tuya y pasalo genial...de verdad, disfruta y ahora buenas noches.
-No creía que tuvieses tantos prejuicios...aunque fuese a esa fiesta ¿qué importa?¿te influye?
-Sí, me influye, puedo elegir con quien y con quien no hablo, con quien o con quien no voy y tu no eres una opción viable para mi, lo siento.
-¿Me estás diciendo que no te ha gustado cenar conmigo?Me juzgas por lo que crees que soy y no por lo que soy.
Sabía que tenía razón, y a mi nunca me había gustado ser así porque no me había gustado cuando me lo habían hecho a mi, cosa que pasaba a menudo en cada instituto en el que habíamos estado.
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Opposites
RomanceBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...