16. De mí

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Elizabeth. Lo repetí en mi nombre de nuevo, una y otra vez, y otra más porque lo necesitaba. Necesitaba escucharlo de nuevo para mentalizarme de que era cierto, no podía ser ella. Sam me esta observando con ojos atonitos esperando una respuesta a su pregunta de "¿Estás bien?"....y la cuestión era que no sabia que responder. No era que no lo supiera, sabia la respuesta pero no encuentraba las palabras para decirlas. Abrí la boca y la cerré, y la volví a abrir y cuando la abrí ningún sonido salió de ella ya que tenia la cabeza colapsada, mil ideas daban vueltas en mi mente como si un tornado quisiera atravesar mi cabeza de golpe y me quedé quieta, mirando fijamente a mi hermano esperando a que me dijese que estaba soñando y tan solo era una de mis pesadillas y que podía despertar tranquila.

-Bella...¿ que pasa ?

Él se agachó a coger el teléfono pero el padre de Tay ya no estaba en la otra línea, pero el sonido se hizo audible de nuevo y moví la mano para que me diese el teléfono, dudó pero cedió ante mi mirada. Desbloqueé de nuevo el móvil y vi el nombre del padre de Tay en la pantalla, no sabía si estaba preparada para leerlo, tenía miedo de leer algo que hiciese a mi mente caer más en picado.

Se ha cortado la llamada, no escuchaba nada. Janise ha visto a tu mujer en Nueva York. Elizabeth llamó a Janise...se han visto Steve...y era ella, tu mujer, está aquí

No pude pronunciar ni una palabra más, le pasé el teléfono y simplemente observé mi cara de sorpresa en su rostro, él tampoco se lo habría esperado jamás...estar tan cerca de ella...tan relativamente cerca... Me senté en el sofá con delicadeza y miré como la televisión iba cambiando de una escena a otra como si nada ocurriese, y mientras tanto yo estaba allí, luchando por mostrarme impasible ante ello.

-¿Podría ser que haya venido a próposito?- preguntó Sam dudoso.

-Lo dudo- murmuré seria- simplemente lo dudo...

Bajé la cabeza cuando escuché los pasos acompasados desde la puerta del garaje hasta la puerta principal, las llaves entraron a la perfección y giraron una sola vez antes de abrir la puerta. Conté los pasos: uno, dos y tres. Allí estaba, mi padre apareció en el umbral de la puerta del salón y  yo mandé a mis ojos que le enfocasen, escuchar de nuevo su nombre tan solo había hecho que mi mente volase a recuerdos antiguos y polvorientos que deseaba que permaneciesen guardados en la caja cerrada en la que estaban. Le observé caminar hasta su sillón y vi como cojeaba de la pierna derecha, eso significaba que el frío se acercaba.

-Parece que va a haber un cambio de tiempo pronto...-comentó- esta rodilla...

Desvié mi mente de ella unos segundos para ver como mi padre ponía la pierna con la rodilla dolorida sobre un montón de cojines en el suelo y se acomodaba, cada vez que el tiempo iba a sufrir cambios la rodilla le dolía, normalmente ante la lluvia. Era la única consecuencia que le había dejado un antiguo accidente de tráfico. Una vez tuvo la pierna acomodada nos miró a los dos, y vió como sus hijos tenían la mente en un mundo distinto, en un tiempo distinto...

-¿Qué pasa?- preguntó mi padre frotandose los ojos.

-Te ha llamado Tom- murmuré- te ha dejado un mensaje, leelo.

Cogió el teléfono del reposabrazos de su asiento asombrado de la cara que teníamos sus hijos, como si hubiesemos visto un fantasma y pasó el dedo por la pantalla desbloqueandolo y entró en mensajes, vi como lo leía pcoo a poco. Vi como sus ojos iban de línea en línea y volvían arriba peor simplemente no se inmutó, dirigió sus ojos a los nuestros y nosotros le devolvimos la mirada.

-Suponía que estaría en Nueva York...no es tan extraño a mis ojos.

-¡¿Sabías que estaba aquí?!- pregunté sorprendida.

OppositesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora