Esa aclaración por parte de mi abuelo fue suciente para mí, estaba un tanto colapsada por todo en general y tras prometerles que no tardaría en visitarles tanto como esa vez y ir a comer algún día, creí que eso les daría esperanza para quizás poder retomar una relación, al menos conmigo o con Sam ya que hablarle de eso a mi padre no era probablemente la mejor elección, ni si quiera sabía si él había hablado con ellos aunque era poco probable y tampoco estaba interesada en tratar el tema con él. La visita a esa casa, los recuerdos y todo lo que había vuelto a sentir al entrar allí me habían colapsado por completo, y cuando salí sentí que me faltaba el aire incluso.
- Will -susurré aliviada.
Sus brazos me acogieron, y me aislé en ellos porque ya no me quedaba otra, solo quería quedarme allí, lejos de la culpabilidad de haber abandonado a mis abuelos durante seis años, y por el dolor que me había causado ver ese vacío en sus ojos. El vacío de una hija y de unos nietos que habían desaparecido como por arte de magia. Me subí al coche de Will a penas sin dejar de sentir su mano sobre mi espalda, acompañandome, reconfortandome y haciendome sentir allí, haciendome sentir en casa. En cuanto me senté en el asiento acolchado su mano se posó sobre mi pierna, haciendo que sus dedos recorriesen el tejano, relajandome o distrayendome.
- ¿Qué quieres que haga? ¿Te llevo a casa?
Negué con la cabeza en silencio, mientra la música se dejaba escuchar en el coche, haciendo que mis músculos se destensasen y mi mente volase a un lugar alejado de allí. Dejé que mi rostro también se relajase y sonreí a medias, haciendole ver que no era para tanto y que estaba bien.
-Creo que Harry y compañía han quedado ahora, ¿te apetece?
Me encogí de hombros, recostada sobre el asiento y cerré los ojos mientras la lluvia repiqueteaba sobre los critales, un tanto agotada y sin ganas de abrir los ojos y enfrentarme a mi realidad. Sentía el traqueteo del coche mientras Will conducía por la ciudad bajo la lluvia, pero estaba totalmente desconectada de lo que pasaba a mi alrededor, la mano de Will zigzagueó con sus dedos sobre mi pierna cuando se detuvo el coche y abrí los ojos un tanto adormilada.
- Despierta Bella durmiente - canturreó.
Reí perezosa ante el juego de palabras y observé su sonrisa un tanto legañosa por mi parte. Cuando le eché una mirada al exterior comprobé que estabamos cerca de mi casa, de manera que caminando sería capaz de llegar cuando me cansase, aunque por alguna razón ya sabía que Will estaría allí conmigo para entonces y que no sería un problema servirme de él para ir a casa, de hecho también era lo que yo necesitaba.
- Estás preciosa durmiendo, realmente como una princesa encantada - susurró Will.
Caminé hacia el grupo que estaba sentado en una pequeña explanada ajardinada, con pequeñas flores protagonizando la bonita estampa y un par de botes y bolsas de comida repartidos en el espacio que se encontraba entre ellos. Will dió un par de largas zancadas y consiguió así alcanzarme. Recibí la mirada asqueada de Zack desde el centro del grupo y me limité a dirgirle una gran sonrisa, mirando al suelo pero sonriendo, porque lo último que me faltaba era a alguien más rogandome perdón o haciendome sentir mal, sabía que si me podía ver feliz no se me acercaría y era justo lo que necesitaba en ese momento por tanto a pesar de que sus ojos verdes se desviaron, apenados, yo seguí sonriendo, alcanzando mi próposito.
Harry reía en ese momento a carcajada limpia, intentando lanzarse a su propia boca una nube que estaba cayendo en todas partes menos en su boca, y vislumbré a Liam sentado dos sitios más a su derecha, también riendose con o más bien, de, Harry. Voluntariamente me mantuve al margen del juego y me apoyé sobre el hombro de Will, que muy inteligente., se había sentado a mi lado aunque tras saludar a todos, en fin, él era el educado de los dos. Jen y James estaban a su rollo pero lo interesante era ver a Taylor, mirando fijamente a Liam, examinandole de arriba a bajo y comprobando sus buenas condiciones físicas. Le propiné un codazo en las costillas y ambas reímos a carcajada limpia.
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Opposites
Lãng mạnBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...