Sonreí mientras me ofreciía un pañuelo del bolsillo de su chaqueta, era de seda azul. Sabía que era seda sin tan si quiera tocarlo, porque mi padre era prácticamente un experto en el tema y tenía la que debía ser sin duda la colección más grande de todo el condado.
- Dáte la vuelta - susurró.
- ¿Para qué? - inquirí, extrañada.
- No hagas preguntas y dáte la vuelta - insistió - confia en mí.
El tono de su voz, la seguridad, la sonrisa pícara que transmitía... me hicieron darme la vuelta sin llegar a pensar mi movimiento.
- ¡Oye! - exclamé - ¿por qué esto?
Deslizó sus manos poco a poco por la piel de mi cuello, ordenando mi pelo conforme a mí me gustaba.
-Confía en mí - susurró en mi espalda, contra mi cuello.
Obedecí, tan solo guiada por el sonido de su risa risueña mientras llevaba el pañuelo a mis ojos, cubriéndome la visión mientras me continuaba quejando al anudarlo en mi nuca con fuerza para que este no se deslizase. La piel se me puso de gallina cuando su aliento dió contra mi piel, y sentí como me sonrojaba mientras él me guiaba, hasta que finalmente mis manos dieron con una superficie blanda, un sillín aparentemente que por su grandeza debía ser de su moto.
- Es mi moto, tranquila - me confirmó - tengo el coche en el taller, venga, sube.
- Sabes lo poco que me gusta la moto...
Tanteé con ambas manos la superfície de cuero y las situé a ambos lados para asegurarme de que conseguía sentarme. Will hizo lo propio delante de mí y me agarré a su chaqueta, con cuidado.
- ¡Agárrate fuerte o te caerás! - exclamó, entre risas.
Cabezota como yo sola en no ceder, y en intentar aparentar experta en el asunto... en cuanto arrancó el motor y sentí la presión que me lanzaba hacia detrás, me ví forzada a agarrarme a su cuerpo con ambos brazos y empleando toda mi fuerza.
Sinceramente, y aunque jamás admitiría que había disfrutado la velocidad : la sensación de adrenalina cada vez que tombábamos una curva, el viento contra mi piel y la necesidad de esconderme en la espalda de Will...con mi cuerpo contra el suyo y mis manos aferrradas a su abdomen que se tensaba bajo mi tacto... simplemente, por más que lo intentase no podía describir lo sublime del escalofrío que recorría mi piel. A cada curva. su abdomen se tensaba y sentía sus abdominales bajo mis dedos, y podía escuchar su risa risueña cada vez que yo me agarraba con más fuerza por miedo a caer.
Finalmente llegamos a nuestro destino y Will me ayudó, caballerosamente. a quitarme el casco y a bajar de la moto.
Podía notar su mano en mi espalda cuadno sentí su aliento en mi oreja, alterando mi tranquilidad. Me empujó sútilmente por la esaplda, guiandome hacia nuestro destino.
- ¿Falta mucho? - inquirí.
- ¡No seas quejica! - exclamó, bromista-
Caminamos un par de metros más hasta que él me indicó que me detuviese. Recorrió mi espalda con sus dedos hasta llegar al pañuelo que cubría mis ojos.
- ¡Venga! - exclamé, instandole a ir más rápido.
Sus labios se posaron sober mi mejilla y se me erizó la piel cuando posó otro beso sobre el costado de mi cuello, jugueteando con el nudo mientras estiraba de los extremos, aumentando mis nervios.
- Te odio - murmuré entre dientes, con una sonrisa brillante.
- ¿Sí?
Al fin, el pañuelo cayó de mis ojos y lo sabrí, totalmente desubicada e intentando recordar si había visto ese lugar alguna vez en el pasado...sin éxito.
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Opposites
RomanceBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...