42. Sonrisa

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El cansancio estaba pudiendo conmigo, de todas las veces en las  que había tenido sueño y no había podido, esa era sin duda la que más razones tenía. Había encendido la luz de la habitación poco antes, ya no tenía sentido a estar a oscuras...esa voz, tan segura, tan firme...me había dejado helada. Totalmente petrificada. ¿Quién era? ¿Era su nuevo Steven Shein? ¿Era su nuevo marido? No, no, no se habían divorciado...que yo supiera, al menos. "Que yo supiera...", que patético todo...que sin sentido y que patético. Eran las cuatro de la mañana y estaba intentando descubrir que narices había pasado horas antes mientras el resto de la ciudad dormía, estaba paranoica...era una locura lo que hacia con mi vida.

Había olvidado completamente que ella podía ser feliz, que podía tener la felicidad más absoluta sin nosotros y que no tenía de que preocuparse exactamente , había olvidado que la teoría de mi padre podía no ser cierta...que simplemente podía haberse enamorado de otra persona, más preocupada por la familia o por ella...más consciente de que el trabajo no es lo más importante. Podía simplemente, tener otra familia...otra vida, otros hijos...

Sacudí la cabeza, echando fuera todas las ideas que se arremolinaban y cerré los ojos, intentando dormirme, pero sabía que eso era imposible, su voz se había quedado grabada en mi cabeza, las dos voces concretamente. Me retiré el pelo de la cara sacudiendolo, como si eso fuese a liberarme de algo...a veces era una completa ilusa.

Dieron las siete en lo que pareció mi vida entera y me levanté cuando escuché los pasos de Sam por el pasillo, así como su voz desde la ducha. Me vestí deprisa, sin ponerle mucha atención a como iba y cuando me vi frente al espejo me di cuenta de que parecía un zombie salido del infierno. Mis vaqueros negros estaban raídos y rotos por las rodillas y mi camiseta de Coldplay me quedaba más grande de lo que recordaba, me quedaba enorme de hecho y esque olvidaba que el estrés, el no dormir a penas, el llorar, y el no tener hambre habían hecho que adelgazase más de lo que se podía apreciar a simple vista pero aún así, las manchas moradas bajo mis ojos denotaban la falta de sueño y mi rostro tenía un color paliducho...no había mucho que hacer para mejorarme y por tanto no mucho que hacer con mi ropa.Bajé las escaleras desde el primer piso y contemplé como mi padre pelaba una naranja en la encimera de la cocina, cogí un vaso portable, le puse la tapa de plástico que le correspondía y lo llené de café con leche para no tener que aguantar la incomodidad mientras desayunaba y estar con él tan solo iba a conseguir que mi cabeza formase más ideas preconcebidas sin motivo en ella, cosa que no me convenía.

- ¡Bella ! -exclamó Tay desde su taquilla - tienes un aspecto...

- Horrible - susurré.

Y en efecto, tenía un aspecto horrible, para que ibamos a mentir. Sonrió, intentando resolver la situación y yo me limité a cerrar mi taquilla y dirigirme hacia mi clase. El día no iba a ser nada mejor que el anterior, sin lugar a dudas.

- Chicos, hoy en la clase de Debate quiero que pensemos alrededor de uno de los temas que ayer echasteis en papelitos en una urna...así que quiero una mano ciega que será....¡Dave! -exclamó el profesor - venga, Dave, ven aquí.

Un chico normalito, de la primera fila se levantó con su cabello rizado hacia la urna acristalada y sacó un papel amarillo, pequeño y recortado que desdobló rapidamente pasandoselo al profesor.

-Mmmm.... un tema escamoso...las infidelidades.

El murmullo se propagó, corriendose la voz por lo que podía dar ese tema de sí.

- Empecemos por la zona norte de la clase....¡Harry! ¿perdonarías una infidelidad? ¿debe perdonarse?

- No - negó Harry - ni de broma...

- ¿Y si fuese el amor de tu vida?

Los "uuuuh" se propagaron por la clase mientras yo sonreía, por la mala suerte que tenía habiendo tocado justamente ese día, ese tema.

OppositesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora