No tenía respuesta, y por más que intenté buscarsela no la encontré. La lluvia volvía a caer en tromba, y decidí que la casa de Will, bueno mi casa... bueno la casa que Will me había regalado..bueno eso... estaba más cerca de casa de mis abuelos que mi casa, por tanto me encaminé hacia allí sin pensarlo dos veces, tapada con en paraguas que estaba agotando sus posibilidades de uso, el viento se lo llevaba de mis manos y yo le ponía todo mi empeño en no quedarme desprotegida bajo el temporal. Abrí la puerta ya sin el paraguas, dándome tanta prisa como pude para poder resguardarme del frío. Cerré la puerta de golpe y apoyé el paraguas contra la pared, estaba calada hasta los huesos, la chaqueta chorreaba y la dejé colgando del perchero junto a la puerta para escurrirme el jersei al que había llegado el agua por el calado del abrigo.
- Hola - susurró una voz.
- ¡AHHH! - grité.
El susto fue descomunal, Will, casi había entrado en paro cardíaco hasta que hube reconocido la voz de ese hombre, Will, había estado al borde de la muerte. Me llevé la mano al pecho, y presioné contra la piel para frenar el latido batiente que se había acelerado por su culpa, pero tampoco disminuyó dado que en ese momento tenía otro bache en el camino: no entraba en mis planes encontrarme con Will, ni enfrentarme a él.
- Que susto - exhalé - con las prisas no he visto ni que las luces estuviesen encendidas.
Tan solo había escuchado su voz, no me había dado cuenta de que Will estaba sentado en el suelo, contra el sofá y con las piernas abrazadas para que estuviesen junto a su pecho.
- Lo siento - suspiró.
Observé la escena de nuevo y respiré hondo, necesitaba encontrar el valor para enfrentarme a él aunque no me apetecía ni por lo más mínimo hablar con él. No había preparado absolutamente nada, no me había convencido a mi misma de que debía hacerlo, no me había armado del valor suficiente como para decirle todo lo que pensaba o como para gritarle sin ponerme a llorar como una magdalena ; sabía que era capaz de hacerlo si no me mentalizaba y efectivamente, lo haría.
- ¿Quieres... que hablemos? - inquirí, dudosa.
- Te odio - murmuró.
Mi corazón se detuvo, algo se paró dentro de mí al escuchar esas palabras con sus ojos azules clavados en los míos, mientras intentaba buscar la verdad en ellos... pero estaba en sus palabras.
- Te odio porque querría hacerlo y no soy capaz - susurró - quiero odiarte para no tener que sentirme tan mal... porque te amo hasta el punto en que ayer me convertí en aquello que odiaba por ti... te amo... pero me odio por eso. Me odio por lo de ayer, me odio por haberle dado una paliza a Zack... me odio - susurró.
La forma en la que su voz se rompió, me destrozó por dentro haciendo que me diese cuenta del daño que le había hecho... porque parte de la culpa había sido mía y no suya o de Zack, por no decir toda... simplemente esperaba que ellos hubiesen actuado de una forma más madura que yo, menos insconsciente básicamente.
- Me dijiste que todo estaba bien y...
-¿ Te dije que todo estaba bien? - preguntó, al aire, con ironía.
No, pero yo lo había pensado. Él no me había dicho eso, ¿cómo me lo iba a decir? ¿Estaba loca? Él jamás hubiera dicho algo así, pero mi mente asumió que era así porque simplemente me resultaba más fácil creer que no había hecho tanto daño, que mis heridas no dejaban secuelas. Me senté, derrotada, en el suelo junto a él pero separados por una distancia que a mi se me hizo un mundo, necesitaba tocarle...sus manos, su piel caliente...sus ojos que me evitaban, esquivos.
- Bella, besaste a Zack... dudaste de mí y le besaste y eres tú la que se enfada porque le quiera dar una paliza después de que me dijese que me acabarías dejando... ¿qué coño quieres que haga? ¿que le aplauda?
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Opposites
RomantizmBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...