El miedo se había apoderado de mí y ni si quiera me dejaba hablar, sabía que Will quería que le contestase a su pregunta de "¿Estás bien?". Pero había olvidado como pronunciar las palabras que se intentaban formar en mi mente.
- Bella, ¿ donde es la gala ? Dile a Tay que te diga la calle exacta - me indicó Will.
Taylor me respondió al mensaje con rapidez y Will dió un volantazo a la derecha en cuanto pudo. Podía notar como la cena subía por mi garganta hasta la boca conforme Will iba asomandose por el retrovisor para comprobar el número de los portales, estabamos cerca. La mano derecha de Will se deslizó del volante hasta mi rodilla, y la dejó reposar allí.
-¿ Estás bien Bella? Por segunda vez.... - susurró.
Negué con la cabeza con delicadeza y me limité a aceptar su bufido mientras frenaba el coche frente a una puerta dorada enorme, con aparcacoches y un encargado de la puerta incluídos. Habían escogido un enorme hotel con salas para fiestas y comprobé como la gente salía y entraba ataviada con sus mejores prendas, como solían hacer en cada una de las galas a las que acudíamos. Bajé del coche con Will a mi espalda y marqué el número de Harry en el marcador cuando Taylor no respondió al suyo.
- ¿Dónde estais? ¿Estás con Sam? Dime que sí por favor - exigí.
- Sí sí, estoy con él...Tay ha desaparecido pero yo sigo con él, estamos en el baño de hombres de la sala de la entrada.
Colgué y crucé el amplio rellano de mármol que separaba la sala de la recepción y que daba entrada al gigantesco hotel con unas escaleras de caracol que ascendían hasta los pisos superiores, mientras la música se colaba de manera sútil creando un ambiente agradable y tranquilo en comparación con las salas de fiestas. Corrí hasta la sala que Harry me había indicado y nos metimos entre el tumulto de parejas que bailaba en la pista, si es que no podía culpar a Sam por beber ¿como no hacerlo si habían al menos cien parejas de jubilados bailando y dandoles pisotones a todos los de su alrededor? Todas esas galas parecían un seminario de jubilados y era, inaguantable. Cruzamos bajo la lámpara de telaraña colgante del techo y vislumbré la puerta plateada situada al fondo de la sala, era enorme y imposible de reconocer a alguno de los amigos de mis padres. Conseguimos liberarnos de la multitud cuando estabamos cerca del baño y empujé para abrir la puerta.
- ¡Al fin! -exclamó Harry al verme.
-¡Eh! -exclamó un hombre desde uno de los urinarios.
- Largo - escupió Will desde detrás mío.
Sam estaba sentado sobre la encimera del lavamanos con la corbata totalmente desatada y la cabeza mojada, con los ojos llorosos y las mejillas llenas de gotas de agua, una mezcla de sus lágrimas y del agua de la cabeza. Me retiré el pelo de la cara y comprobé como mis manos temblaban mientras las deslizaba por los mechones sueltos.
- ¿ Qué ha pasado ? - inquirí manteniendo la calma -¿donde esta mi padre?
- Tenían una urgencia, se han ido el tuyo y el mío... -suspiró Harry.
- La he visto - susurré - la he visto.... la he visto...
- ¿A quién?
- A mamá - susurró.
- Tú decides, le llevamos al hospital...¿a dormir la mona o...?
- Sam, mirame - le indiqué.
Ante la negativa levanté con mi mano su barbilla y hice que su mirada estuviera a la altura de la mía para comprobar que sus ojos estaban bien y solo era alcohol.
- ¿ Cuanto has bebido Sam? -inquirí - ¿cuanto has bebido?
Aguanté sus sollozos mientras veía como lloraba y ya no sabía que hacer, si abrazarle o matarle o echarme yo también a llorar con él.
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Opposites
Lãng mạnBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...