A la mañana siguiente le pedí una copia del vídeo a Taylor y cogí la caja de fotografías que incluían las de grupo con la excusa de querer hacer una copia de ellas para la posteriedad, a penas había dormido y estaba exhausta pero tampoco podía permitirme dormir. Mi cerebro no quería permitirmelo al menos. Cuando llegué a clase, los nervios me estaban matando por Will y por su actitud hacia mí al verme, pero no hubo actitud, ni me vió ni yo a él, simplemente no acudió a clase. No había recibido mensajes suyos desde el día anterior, tras el enfado le había perdido de vista y tampoco quería verle más esa noche, porque estaba hasta arriba de problemas. Cuando llegó la hora de debate le pedí a James que me cubriese y me marché del instituto sin pensarmelo dos veces, no tenía nada que perder realmente. Subí a mi habitación y cerré la puerta para que si mi padre venía a casa no me molestase, y no me pillase sobretodo. Puse el vídeo en el ordenador y comencé a pasar las fotografías una a una hasta que llegué a esa precisa foto, a esa exactamente. Cogí un cuaderno a medio acabar y lo abrí por una página en blanco para poder escribir sin temor y comencé a apuntar todos los nombres de las personas que reconocía : Harry, Oliverer, mi padre, Elizabeth, la madre de los gemelos y los padres de Harry, Taylor y Jen y después tan solo quedaban dos hombres y una mujer. Reconocía a la mujer como la hermana de la madre de Taylor a la que veía un par de veces al año y se llamaba Chloe, pero ni rastro de las otras dos personas. Busqué en más fotografías de la caja sin éxito alguno pero no encontré nada que pudiese ayudarme a descubrir de quien se trataba. Se me ocurrió durante la hora que estuve tumbada en la cama con las fotos en mis pies, que podía acudir a mi padre y preguntarle quienes eran ellos pero sabía que si lo hacía las cosas entre nosotros empeorarían pero finalmente habíamos conseguido llegar a un punto en el que ambos nos respetabamos sin pedir nada a cambio del otro, yo sabía que él no haría lo que yo quería o más bien encesitaba y él sabía que yo no daría nada por él después de todo lo que había estado pasando en mi vida los últimos meses...sumado a los últimos seis años de mi vida. Esa no era una opción, para nada. Y si iba al resto de los padres del grupo todos acabarían por contarle mi visita, algo que no podía permitirme. Entonces, de pronto como si las ideas cayesen del cielo, me incorporé en la cama y decidí acudir a la única persona que sabía que me ayudaría, sin un temor real a que acabase contandole todo a mi padre.
- ¿Te apetece uno de esos batidos de fresa que tanto te gustaban ?- me ofreció mi abuela tras sacarme una bandeja entera de galletas caseras.
Asentí, con la boca llena por el hambre que tenía y mi abuela me sonrió comprensiva. Mi abuelo y yo estabamos sentados en los sofás del salón, con una de nuestras películas favoritas en la tele "Princesa prometida" y el olor a las cookies caseras llenando la estancia.
- ¿Cómo está tu rodilla? - inquirí, viendo que aun la movía aleatoriamente cada pocos minutos.
- Bueno, va a mejor, al menos no necesita operación...
- Me alegro.
Continuamos con la vista fija en la televisión, mientras yo me tomaba el batido que mi abuela me había ofrecido, no sabía muy bien como sacar el tema sin que sonase violento o sin que lo viesen raro, tras un largo rato sentada en el sofá dandole vueltas a mi cabeza caí en la cuenta de que iba a sonar raro independientemente de como lo hiciese y me lancé a ello.
- ¿Puedo preguntarte algo? - inquirí, con mis ojos clavados en él.
Asintió, mostrandose interesado y detuvo la película para prestarme mayor atención. Saqué del bolsillo trasero de mis vaqueros la fotografía doblada que había puesto ahí a propósito y se la mostré, había escrito con permanente sobre cada persona la inicial si sabía quien era y las sospechas estaban marcadas con rotulador rojo sobre esos dos hombres y también sobre mi padre y desgraciadamente sobre mí y sobre Sam, porque todas las historias me parecían rarísimas y seguía habiendo en mi interior un resquicio de sospecha sobre si realmente era cierto o no.
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Opposites
RomanceBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...