19. Realidad

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Simplemente se sobrevive, se sale, se sigue adelante cuando crees que no va a ser posible, cuando crees que tu vida ha caído en picado y no tiene solución, la tiene, simplemente hay que sentir la fuerza para poder sacar los pies del barro y siempre habrá algo mejor esperando, algo mejor que eso. Siempre lo había sabido, y en ese momento también estaba segura de ello ¿y sin embargo, porque estaba tendida en mi cama? Porque la lucha era exhausta y agotadora, porque cada vez que discutia con mi padre sentía como mi corazón perdía un latido más, sentía como este se ralentizaba y como me hundía unos centímetros más  y solo había algo de lo que dudaba, de si alguna vez me hundirían tanto que no sería capaz de salir del fango, era una duda existencial. Y ahí, tumbada en la cama con la mente en blanco solo podía pensar en esa pregunta...¿cuantas veces discutiría con mi padre hasta que se diese cuenta de que solo quería un perdón y una explicación del porqué?

Bajé las escaleras a las doce menos cuarto noche y deslicé mis pies hasta la playa donde esperaba qeu estuviese Will porque de lo contrario no sabía si iba a ser capaz de aguantar en mi habitación mucho más tiempo sin darle vueltas a la cabeza, desde la playa se escuchaba casi igual que en mi habitación la música alta de Sam en los altavoces de su cuarto y se vislumbraban las luces de la habitación de mi padre, aún despierto.

Me retiré el pelo de la cabeza a cinco minutos de las doce, rezando para que Will no me dejase tirada, mientras tanto en la playa de Saints se agolpaban los jovenes a cada pocos metros para quemar en un papel los mejores y los peores recuerdos del verano y así pasar página y comenzar con el año escolar, nuevo año, nuevos objetivos y nuevos recuerdos; se suponía que debíamos dejar espacio en nuestra mente y en nuestro corazón para nuevas vivencias mientras escribir la buena te permitía conservar ese buen recuerdo. Y allí estaba, cuando giré la cabeza hacia los adolescentes de mi derecha vi al chico que yo esperaba haciendose paso entre los grupos de gente para llegar hasta mí, cargaba con una pequeña mochila de tela colgada al hombro derecho y sonrió al verme.

-¡Isabella!- suspiró Will - ya sabía yo que no ibas a dejarme tirado...

Me levanté mientras él sacaba de su bolsa un par de papeles doblados y lápices, ofreciendome a mí uno de cada.

-¿Sabes las reglas no? Decirlos y leerlo - comentó.

Podría haber mentido sobre mis peores y mejores momentos del verano, pero tampoco creía que fuese necesario porque si era real, si de verdad por alguna remota posibilidad funcionaba el liberarse de esa manera... yo quería y necesitaba hacerlo. Necesitaba realizar el intento aunque fuese de aceptar que ya había pasado, no había marcha atrás pero había que seguir adelante de modo que lo hice. Escribí en el papel con todo el esmero que pude mi mejor  y peor momento de todo el verano y lo doblé en cuatro trozos, firmando por la parte trasera.

-Los leo yo primero- dije deprisa - mi peor recuerdo....mi peor recuerdo es el momento en el que supe que mi madre vive en Nueva York.

Observé cuidadosamente la expresión de Will mientras yo prendía el papel con una cerilla y lo dejaba volar a la vez que le cedía a él la cerilla para que me imitase.

-Y mi mejor recuerdo es la noche en la playa cuando me hablaste de astronomía- admití.

Le dirigí una sonrisa cálida cuando sus ojos se iluminaron bajo la luz de la luna y no había comenzado a hablar si quiera cuando unas voces conocidas nos cortaron el momento.

-¡Bella!- exclamó Harry - veníamos a buscarte para sacarte de casa.

Me levanté del suelo y me lancé a los brazos abiertos de Harry para ser acogida entre ellos con fuerza.

-¿Como estas?- inquirió Taylor, supuse que conocía las últimas noticias.

-No muy bien, pero mejor de lo que podría estar - le aseguré.

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