34. Nada más

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Le dí la vuelta al sofá giratorio y me quedé en la misma posición, con la mirada fija en él y en su forma de frotarse las manos, nervioso. Me froté la nuca, un gesto muy suyo que en mi era ya innato, más por dolor de cuello que por otra cosa...pero igualmente, era su tick, era mi copia y por tanto dejé de hacerlo en cuanto me dí cuenta.

- ¿Puedo preguntarte algo? - inquirió.

Me encogí de hombros, sin ni si quiera mirarle a los ojos...con miedo de que eso también fuese a ser un rodeo alrededor de algo que nunca llegaba, la verdad.

- ¿Tan mal padre he sido? - susurró.

Bajé la vista aún más al suelo, si eso era físicamente posible y respiré hondo. ¿Que si había sido mal padre?

Mi mente voló hasta el último recuerdo que tenía bueno, pero bueno de verdad antes de que ocurriese el destrozo de la fammilia... el olor a hierba había entrado por mi nariz segundos antes de que esta tocase el suelo. Me había dado un buen golpe desde el columpio y cuando vi la sangre me mareé automáticamente y comencé a sollozar. Mi padre se lanzó hacia mi al instante, y me levantó al vuelo mientras comprobaba que no me habia roto nada. Sus dedos inspeccionaron mi rodilla y al constatar que tan solo era un rasguño me levantó por encima de su cabeza, haciendome reir a carcajadas y sacudiendome en el aire cogida por las axilas... todo era mejor a esa distancia, allí arriba, donde sus brazos me sujetaban con fuerza impidiendo que nada malo me ocurriese, que sufriese o que alguien me hiriese...aquellos eran buenos tiempos.

Y entonces me di cuenta de que estaba esperando una respuesta, pero...¿a caso habían habido buenos receurdos después de aquello? ¿Habíamos tenido algún momento que no estuviese bañado por la soledad, por el rencor...o por el odio? No, ni uno solo.

-Sí - suspiré.

Mantuve la vista alejada de sus ojos porque no quería ver si había decepción, o odio o lo que fuese que pudiese haber allí, simplemente quería acabar ya con todo aquello y que saliese de mi habitación porque a cada segundo que continuaba allí, la presión en mi pecho aumentaba un poco más.

-¿ Por qué piensas que ella se marchó?

Le miré a los ojos, y vi como no era yo la única que evitaba a alguien en esa habitación.

- Porque se cansó de aguantarnos. Se cansó de la vida que llevaba...supongo, siempre fue de la gran manzana... y no de un pueblecito -susurré avergonzada.

Me daba incluso verguenza proponer esa idea por lo descabellada que sonaba en la cabeza y sin embargo, en mi cabeza tenía todo el sentido posible...todo el sentido que podía tener una idea.

- Sí, estaba cansada de esta vida pero no se cansó de vosotros...se cansó más bien de mí supongo...

- ¿Y por eso nos abandonó también a nosotros?¡ Venga ya...! - exclamé enfadada.

-  Mírame a los ojos Bella, mírame - me exigió - ella os quería, mucho más de lo que tú crees...y os quiere, más de lo que tu podrías imaginarte jamás. Ella se fue por mi, porque se cansó de con quien se había casado...simplemente eso...

Negué con la cabeza, porque mi cabeza también se negaba a ello, eso no era cierto y tanto él como yo lo sabíamos...¿nos quería? Si nos hubiese querido no se hubiera marchado...

- Vosotros erais la pareja perfecta - escupí con mi rabia contenida- hasta unas semanas antes, ibais de la mano por la calle y recuerdo como os hacíais caricias cuando nosotros no mirabamos... ¿por qué tan rápido? ¿había alguien más?

Se encogió de hombros confuso y observé su rostro, viendo como su ceño fruncido conjuntaba con el conjunto y el lío de ideas que tenía yo en la cabeza, y por lo que parecía...él también.

OppositesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora