75. Atisbo

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Dos meses después

Fue la decisión correcta, al menos me lo parecía, me pareció la decisión correcta para mí. Y huí, de todos y de todo. La primera noche fue probablemente la noche que mejor dormí de toda mi vida, dormí tranquila y sin miedo, sin pesadillas. Aunque desperté queriendo volver a Saints, con mi familia, donde todo estaría bien y donde no tendría que buscar mi propia casa, establecer mi propia vida de nuevo...donde no tomar decisiones porque todos las tomaban por mí, estaba fuera de mi campo de comodidad. Desperté en un hotel bastante céntrico, a media mañana y sin necesidad de darme prisa para ordenar la casa, ir al cementerio o ir al instituto. Saints estaba cerca, podía ir y volver todos los días como hacía mi padre incluso... pero decidí no hacerlo, opté por alejarme tanto como me fue posible de allí, fingí que estaba a la distancia de Malibú para así no tener que sentirme mal por no ir a verles, por no pisar ese pueblo más... no me sentía con fuerzas, me había costado demasiado salir de allí como para volver tan fácilmente. Julio llegó, el verano en Nueva York era agotador, todos los turistas se ponían de acuerdo para aglutinarse en el centro de la ciudad e incluso en las afueras, una pesadilla. Pero aún así, Central Park en una tarde de domingo, era bastante para subsanar todo lo malo que tenía eso. Julliard me había aceptado, lo supe en el momento en que la señora de admisiones pronunció mi nombre para que pasase ante el tribunal que daría su visto bueno a mi beca, la cara de esas personas cuando sonó mi apellido en la habitación era indescripitible, y jamás les estaré lo bastante agradecida por recordar mi nombre el día que decidieron enviar esa carta a mi casa. Empezaba a tener control sobre mi vida, y por primera vez eso me encantaba.

Sam vino a mi piso de Tribecca a mediados de junio para pasar el verano conmigo, porque sabía que yo no iría a verle. No me enfrentaría a Will, ni al resto en Saints, no me enfrentaría a esa ciudad... había pasado página. Harry y Tay iban a ir a Columbia, y Taylor se había instalado en mi piso conmigo mientras que Harry se había ido a vivir con sus tíos a una finca cercana de la nuestra, estabamos bien, los tres estabamos bien. Me habían perdonado mi espéctaculo en casa de los gemelos, que huyese y desapareciese durante semanas de sus vidas. Literalmente, no hablé con ellos en más de dos semanas, insegura de que decir, indecisa de si merecían una explicación. Pero el tiempo sirivió para aclarar mis pensamientos, para hacerme darme cuenta de que la gente que me quería lo seguiría haciendo, estuviese donde estuviese y que sí, se habían equivocado...pero habían hecho tantísimas cosas buenas en mi vida, y me habían ayudado tantísimas veces...que no podía evitar echarles de menos. Porque sí, Nueva York me recibió con los brazos abiertos, pero sin ellos no era lo mismo, no quería mentirles y decirles que no les echaba de menos o simplemente desaparecer de sus vidas y echarles de la mía. Les echaba de menos, el sentido protector de Harry y también la forma que tenían de hacerme reír con sus estúpidas discusiones. Un par de semanas más tarde de marcharme de allí, le dí a Sam mi dirección para que Harry pudiese visitarme tal y como le había rogado a mi padre día sí y día también.

*Flashback*

- Harry - susurré al verle en mi puerta.

- Dios - se limitó a decir - te echo de menos.

- Y yo a ti rizitos - bromeé, nerviosa por como debía hablar después de tanto tiempo.

Sus brazos me rodearon con fuerza en cuanto pronuncié esas palabras, haciendo que me sintiese en mi sitio, en casa, porque el formaba parte de mi casa independientemente de cual fuese la ciudad.

-Siento si algo pudo molestarte de como...- empezó a decir.

- Sh - me quejé.

- ¿Tú estás bien? - inquirió.

Y por primera vez. Fui sincera y pude ser sincera. Pude decir lo que sentía de verdad sin miedo a mentir, sin engañarme a mí misma.

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