75. Error

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- Quita eso de ahí.

No me tembló la voz al decirlo. Habían pasado dos meses, el tiempo todo lo cura, o eso dicen al menos. Nada había mejorado, nada había cambiado...ella se había ido y yo me había quedado con una cicatriz de diez centímetros en mi abdomen que me recordaba día tras día el infierno que era mi vida.Y en esos meses, había pasado de todo. Zack se había marchado y debía estar aproximadamente por Austria tras no poder soportar la situación inaguantable que era el sentimiento de culpabilidad que le invadía al no verme por ninguna parte cuando él estaba con el grupo, era demasiado para mí mirarle a la cara y esforzarme para que no entrase en mi mente ningun recuerdo indeseado. Todos habían recibido sus cartas de aceptación desde sus universidades y Harry había mandado mi carta de acceso a la universidad de Julliard en mi nombre, solicitando la plaza, tenía la prueba en un par de semanas y realmente me había volcado en cuerpo y alma al piano, porque parecía la única forma de escapar de mi mente. Will y yo seguíamos juntos, contra la adversidad.

Me dejaron salir del hospital al cuarto día de mi estancia en el hospital, y de ahí fui a su entierro, que tan solo fue un paso más para ayudarme a asimilar todo lo que estaba ocurriendo en tan pocos días, y sobreviví, conseguí superar todos los comentarios de apoyo algunos sentidos y otros no sentidos, aguanté el semblante y me hice fuerte ante todos para no mostrar mi debilidad ante gente que había acudido y ni si quiera lo sentía, ni si quiera entendían porque mi hermano lloraba cuando nos habían abandonado...ellos no sabían la historia, ellos no podían juzgar a mi padre que actuó como un viudo, como lo que era para todos los que le conocían y le queríamos. Actuó por primera vez en mucho tiempo, como un yerno que tenía que contarles a sus suegros que definitivamente no verían más a su hija. Actuó como un viudo ante Black, que acudió al entierro y a la misa manteniendose a un margen, y desde entonces no la había vuelto a ver...hasta ese día, hasta ese preciso día y en ese mismo instante. Durante días había visto como colocaban flores en su tumba de mármol, y las tiraba día tras día a la basura para que tan solo estuviesen las que yo o Sam colocabamos, en parte porque sospechaba de quien narices eran y eso hacía que cada día fuese hasta allí para tirarlas tras pisarlas y aplastar cada una de esas flores, porque era nauseabundo, y finalmente me había propuesto enfrentarme al mayor culpable de mi desgracia: a Black. Ahí estaba, vestido con una camisa blanca y unos pantalones de traje había ido antes de comenzar su turno en el hospital probablemente. Y allí estaba, Joe Black depositando un ramo de claveles rosas sobre el mármol blanco.

- Vaya...cuanto tiempo... -suspiró.

Su voz estaba desgastada, no esperaba encontrarme allí... o quizás sí. Yo había cambiado, yo era distinta, pero algo seguía presente en mi cabeza: ese hombre no se merecía nada de mí, ni si quiera mi palabra, pero no quería que se acercase a mi madre ni a ese lugar sagrado...porque aunque ya estuviese muerta...ese sitio me pertenecía a mí.

- Que las quites - escupí, sentada en un banco de madera frente a él.

Se dió la vuelta y observé de nuevo esa cara asquerosa, que me daba ganas de vomitar y largarme de el continente si hacia falta para no volver a verle la maldita cara en toda mi vida ni por casualidad.

- Siento que Elizabeth muriese .

Bajó la cabeza, incapaz de enfrentarse a mis ojos, y era obvio. Yo tenía los ojos de mi madre, mirarme al espejo era recordarme cada día que ella era mi madre, y eso era una sensación agridulce porque me gustaba sentir que en cierta manera me quedaba algo más de ella, y por otra parte, odiaba enfrentarme a su mirada...a mi mirada, cada mañana al levantarme...cada vez que me enfrentaba al espejo.

- No. No me mientas... pero sé me sincero, estás aquí, con la gabeza baja e incapaz de mirarme a los ojos porque no quieres admitirme lo que ambos pensamos.

OppositesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora