El amor es invisible, el amor es ciego y eterno. El amor es lo mejor que le puede ocurrir a una persona, no solo el amor entre una pareja sino el amor en sí: el amor entre hermanos, entre amigos, entre padre e hijo... el amor es perfecto. Y yo me equivocaba, yo quise palparlo, quise vivirlo y expermientarlo y me equivoqué. Fue probablemente, el mayor error de mi vida, intentar constatar que ese amor existía y no era solo fruto de mi imaginación, pero ahora sé que el amor no es simplemente lo que se vive o se dice día a día, sino lo que se siente aunque esa persona no esté a tu lado, aunque no le cojas la mano cada día y le digas te quiero o le des un beso, eso es amor. Y tenía que haber sabido que no importaba donde estuviese o con quien, eso era amor. Tenía el amor de Will, el de mi madre, mi padre, Sam, mis amigos... tenía amor, era una persona amada y debía agradecerlo, pero nada es nunca bastante.
- Te quiero - susurré.
Tenía los nervios a flor de piel, pero Will se esforzaba por calmarme masajeando con dulzura mi muslo dando pequeños círculos con la yema de su dedo.
- Lo sé, y yo a ti. Más que a nada... y por eso te voy a permitir hacer esto porque sé que sino jamás conseguirás dormir tranquila.
Asentí con la cabeza, sin mirarle, centrada en el buzón de correos que había al otro lado de la ventanilla del copiloto. Ni si quiera The Scientist me estaba ayudando a respirar con tranquilidad, me estaba agobiando por el miedo a que decirle o como expicarle que quería verla una vez más. Ni si quiera yo misma había llegado a aclarar mis ideas y a descubrir la razón que me había llevado a pedirle algo así, era por eso. Era porque seguía siendo mi madre, y porque saber que ella me había querido durante todo ese tiempo... había hecho que yo quisiese recuperarla, recuperar a mi propia madre. Es que era tan surrealista que a veces algunas mañanas, me despertaba pensando que había despertado de la pesadilla de mi vida.
- No puedo seguir así.
- ¿Sin verla?
- Sin saber si sería capaz de dejarle por volver con nosotros, por recuperar a sus hijos, a su familia.
Deslizó su mano hasta la mía, y entrelazó sus dedos con los míos, posando un pequeño beso en mi mejilla mientras su bufanda azul me hacía cosquillas contra mi piel.
- Ella te quiere, casi tanto como yo, pero no hagas ninguna locura Bella... mantente a salvo de ese hombre por favor...
Asentí, sonriendo levemente por su preocupación tan cariñosa.
- Quiero que estés aquí a las ocho en punto Bella, sino iré a por ti, lo prometo ¿de acuerdo?
Asentí, lo haría, no quería meterle en problemas y tampoco a ella ni a mí misma. A cinco minutos de las siete de la tarde, bajé del coche y me dirigí a la dirección que Black me había dicho, caminé las tres calles que me separaban de aquella esquina mientras me fijaba en que las calles no estaban vacías pero prácticamente vamos, era un barrio costero de Long Island y los pocos viandantes eran los que iban y venían cada hora procedentes del ferri gratuito que cruzaba el estrecho que separaba ambas partes de la ciudad. Me senté en un banquito de esa esquina, apoyada contra el respaldo y con la vista fija en el reloj que marcaba cada vez un minuto más. Mi madre no se vendría conmigo, intentaba convencerme a mí misma de que ella estaba a la fuerza contra su voluntad tal y como me había hecho creer, pero tenía la sospecha de que ella no abandonaría su vida por nosotros, seguía teniendole miedo... le había pegado... ¿cómo pegas a una mujer y luego te acuestas como si nada? ¿cómo? Siendo Joe Black por supuesto. Los coches pasaban por el arcén, era un zona de tráfico ajetreada eso sí, pero ellos no aparecían. Se hicieron las siete y cuarto y yo continuaba esperando. Me había engañado. Me había mentido y probablemente estaría en uno de los edificios de oficinas sde la zona, riendose de mí, y como para no reirse vaya....si estaba incluso por romper a reír yo... que patético, que vergonzoso dios santo. Subí las piernas al banco para protegerme del frío y las abracé con fuerza, intentando desaparecer, volverme invisible y huir, ojalá. Ojalá no tuviese que estar allí en ese instante, ridiculizandome a mi misma ante mí y ante ese ser inmundo, le odiaba con toda mi alma hasta un punto inimaginable... siempre ha habido gente que no creía en el odio... según Platón " las cosas imperfectas o bajas no son realidades, sino falta de realidad" , pues bien, yo puedo afirmar que el odio es una realidad. Yo le odiaba con todo mi corazón puesto en ello y esforzandose por odiarle más cada día.
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Opposites
RomanceBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...