P.V Bella
El lunes probablemente fue el día más duro de todos los que siguieron a levantarme del suelo del faro con Zack, y seguir hacia delante. Sabía que no estaría sola, que no podía vestir mi pijama ni vagar por casa descalza y sin rumbo, sabía que tenía que enfrentarme a todos y ponerles buena cara porque no quería ni enfadarles ni asustarles, y si superaba ese día iba a ser capaz de aguantarles a todos y cada uno de ellos sin confesarles la locura que había estado a punto de hacer un par de días atrás. Cuando salí a la calle con la mochila colgando en mi espalda, me sentí aliviada por verle allí. Zack no me había dejado a penas sola en las últimas horas y aunque se lo agradecía, no quería esclavizarle, sin embargo, le necesitaba.
- Buenos días bella durmiente, ayer te quedaste dormida mientras hablabamos ¿recuerdas?
Sonreí timidamente con esfuerzo y sentí la verguenza de que me hubiese visto tan sumamente hundida recorriendo mi cuerpo, pero también tenía que borrar ese sentimiento de mí porque ya lo habíamos hablado y él no quería cambiar el haberme encontrado y yo...tampoco. Observé sus ojos verdes brillar ante mi sonrisa y comenzamos a caminar hacia el instituto.
Abracé a todos como de costumbre con suavidad y volví a encontrarme con Zack para sentarnos en clase, las horas se hicieron largas mientras mi cabeza le daba vueltas al asunto de mi madre no abandonandonos por no querernos sino por querernos demasiado; pero si algo se me hizo díficil aquella mañana fue verle entrar en clase con las gafas de sol puestas, pasando de todo y de todos, cuando el profesor de la primera hora le obligó a quitarse las gafas yo hice que mis ojos vagasen hasta las bolsas que presidían los suyos, hasta las enormes ojeras que tenía y el aspecto deprimente que tenía. No más que el mío, no debía preocuparme por él y me obligué a convencerme de ello. No me miró en horas y yo no le miré a él porque estaba demasiado ocupada en las tonterías que Zack me hacía al lado, intentando distraerme y sacarme de mi cabeza que era todo un lío.
- ¿Estás bien? - inquirió Zack al salir de la última hora en dirección a la comida.
Asentí con la cabeza mientras pensaba en sentarme en la misma mesa que Will y que el resto fingiendo ser agradable cuando ni si quiera tenía hambre, los inútiles del equipo de fútbol y las animadoras ya me habían amargado el día con su sola existencia y no necesitaba más sonrisas falsas ni apariencias.
- ¿Podemos ir al jardín? - inquirí - ¿o tienes mucha hambre?
- ¡Vamonos! - canturreó con su alegría habitual.
Me dejé caer a su lado sobre la hierba y apoyé mi cabeza sobre su hombro, utilizandole como almohadón.
-¿Puedo preguntarte algo sobre él sinceramente? - preguntó dudoso al rato.
- Sí - accedí.
Respiré hondo mientras él jugueteaba con sus pulgares, haciendo fuerza el uno contra el otro sobre su regazo.
- ¿Qué le hace tan especial? Tan especial como para que llegase a gustarte tanto...
- No lo sé - respiré sincera.
Podía haber dicho su sonrisa, su forma de amoldarse a mi cuerpo cuando me recostaba sobre él en la playa y la manera de hacer pequeños circulos sobre mis muslos en el coche con su pulgar, la manera de observarme cuando creía que yo no me daba cuenta o su sinceridad cuando no la esperaba, su forma de sorprenderme y su manera de alegrarme los días cuando nada más parecía hacerlo, pero realmente...ya no sabía ni quien había sido para mí , ni si todas esas cosas habían sido reales. Todo lo que había creído firme sobre él, se había desmoronado.
- Algo tendría que haber Bells...
- Como sonaba mi nombre cuando él lo pronunciaba - confesé.
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Opposites
Roman d'amourBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...