61. Juegos

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Will parecía comprender cada palabra de lo que decía a pesar del sinsentido en que se había convertido todo eso. A cada letra, palabra o frase que pronunciaba era como si me estuviese traicionando a mi misma por ello, como si me estuviese equivocando al hacerlo... al incluirle en mi vida, se lo conté todo, punto por punto y encuentro por encuentro, intentando darle algo de realidad en lo que parecía una novela de fantasía. Yo estaba sentada frente a él, contra al mar para poder ver sus ojos azules conforme le contaba la historia y le hacía partícipe de ella, como abría los ojos o bajaba la vista según el tono de mis palabras, según el camino que tomaban mis palabras y según el relato que contaba y la incredulidad de los hechos.

- ¿Y no sabes nada sobre ese hombre? ¿Seguro que no le conoces de nada?

- No que yo recuerde...

- Está claro que es el marido de mi madre y también amigo de mi padre por supuesto, pero es que es tanta coincidencia que me planteo que el sea ese supuesto... "responsable" - hice comillas con las manos ante esa palabra y Will asintió, con el ceño fruncido.

- Deberíamos huir, a Hawai o a Londres, pero huir.

- ¿Huir?

Reí, brevemente risueña y entrelacé mis manos con las suyas con timidez, podía ver su sonrisa espléndida por el rabillo del ojo, mientras él se centraba en mi sonrisa.

- Huir - repitió - lejos de aquí, solos... ¿no te gustaría?

Su voz sonaba con tanta energía que miré directamente a sus ojos para ver si bromeaba o iba en serio, y tenía que decir que no iba tan en broma como yo creía, había un rastro de emoción en su mirada... de realidad, de seriedad. Le sonreí, llevada por su mirada y por la alegría y entusiasmo que su voz emanaba, como una fuente de vida.

- Todo sería más fácil lejos de aquí, tú y yo...¡solos! - exclamó.

Levantó sus manos al aire, y con ellas las mías y me metí totalmente en esa ilusión, él y yo solos, alejados de los padres... de las familias... eso era como un sueño para nosotros, algo que parecía estar tan lejos como la universidad que cada vez pintaba más distanciada a pesar de estar tan solo a unos meses.

- Nunca he estado en Europa - revelé - siempre he querido ir a Londres, ver el Big Ben... el Buckinham Palace...

- Tú y yo, en Londres... imagínatelo Bella, solo por un momento...

Estaba inmersa en sus sonrisa que crecía por instantes mientras imaginabamos la que quizás, y solo quizás, podría ser nuestra futura vida.

- Despertar en Nothing Hill y caminar hasta Hyde Park... ¡ojalá! - exclamó.

- Eh, eh, ¡ese de ahí, que despierte! ¡TOC, TOC! - bromeé, dando golpecitos sobre su cabeza.

Ambos reímos y yo deseé parecer eternamente en ese momento, en esa risa, en esa ilusión.

- Voy a llevarte a Londres Bella, lo prometo... te llevaré a Londres y a toda Europa si hace falta, de verdad - suspiró - te mereces ese viaje y yo te voy a llevar allí, lo prometo.

- Hace tiempo, te dije que no prometieses - susurré cabizbaja - no lo hagas, anda.

Will sonrió, con un deje de ironía y yo le devolví la sonrisa risueña.

- ¿ Después de todo? - preguntó.

- Después de todo - afirmé.

Nos estabamos mirando a los ojos, desafiantes y retando al otro a reír primero.

- ¿Entonces no me crees cuando te prometo que me encantas?

Negué con la cabeza, jugando, tentando. Will sonreía con esa rebeldía que tan feliz me hacía cuando aparecía, tentandome mientras yo me incorporaba ligeramente, poniendome sobre mis rodillas para tener mayor movilidad. Sus brazos se adelantaron a su cuerpo, rodeando mi cintura y acercandome a él ligeramente, como si nada.

OppositesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora