-¿Qué haces aquí Will?¿Qué haces aquí así?- puntualicé.
-¿Y-yo? Quería enseñarte como soy, para que no tengas dudes de quien soy. Eres tan sabionda como parece así q-q-que aquí está tú último descu-cu-brimiento...ya puedes dec-c-cir por ahí que soy un bo-bo-borracho
-¿Así es como ibas a conseguir que olvidase lo que hiciste?¿Tú crees que esta es la forma?¡¿Viniendo borracho como una cuba a la puerta de mi casa?!-grité-¡¿Así?! Pues sí, tenía razón. Me das asco....- grité.
De pronto levantó su botella y caminó con furia hacia mi, con una mueca de rabia en la cara que jamás había visto antes.
-¡NO ES VERDAD!- gritó- ¡NO TE ATREVAS A VOLVER A DECIR ESO!
Sus gritos me pillaron por sorpresa y retrocedí al ver sus movimientos violentos.
-¡Eh cuidado con lo que haces y en como le hablas!- le amenazó Sam.
Ni si quiera recordaba que Sam estaba allí detrás mío, su voz interrumpió los pensamientos que se arremolinaban en mi mente con una rapidez que me impedía hablar, estaba enfadada y agobiada y más aún desilusionada, porque la parte de mi cuerpo que aún creía en él medianamente se había visto derrotada de manera masiva.
-Sam vete- susurré- por favor, estaré bien.
-Bella por favor mirale, ni si quiera sabe que dice...
-Sam, esto no te incumbe a ti, entra dentro- murmuré sin mirarle.
Will estaba mantenido la mirada fija en mis ojos, se había dado cuenta de que su actitud violenta me había puesto nerviosa y me había asustado, y se alejó. Dió unos pasos atrás y bajó los brazos, tirando el botellín al suelo y pegó sus manos a sus piernas, evitando que sus manos hiciesen movimientos que me alejasen más aún física y mentalmente.
-No entiendo a que viene esto, llevas dos días esperando a mostrarme que no eres así...y apareces dandome más asco que nunca...
-No soy así- escupió- yo no soy así- murmuró- no s-soy así.
En un principio creía que me estaba hablando a mí, pero los últimos murmullos no eran para mí. Estaba cabizbajo y le hablaba al cuello de su camisa practicamente, no estaba hablando conmigo, se estaba convenciendo a si mismo con esa frase, repitiendola una y otra vez.
-Estás hablando para ti, te intentas convencer a ti mismo porque lo poco que habías conseguido mostrandote tan arrepentido...lo has arruinado ahora mismo y lo sabes, ni si quiera tú te lo crees ¿como quieres que se lo crean los demás?. Tienes un problema, y deberías hacertelo mirar, y ahora ya no me das asco ni odio....solo me das pena- admití.
-¡¿Tú también me crees culpable de aquello no?!-gritó-¡yo no fui!...yo no fui- sollozó.
De pronto, la fachada de chico duro se rompió en mil pedazos y el alcohol que había ingerido le hizo estallar. Su rostro enrojeció y vi como sus lágrimas caían desde sus ojos hasta la barbilla. Tenía razón, me daba lástima...estaba en tal punto, que hiciese lo que hiciese mañana ni si quiera lo recordaría... y vi mis miedos reflejados en él en ese mismo instante. Tenía miedo que todo aquello por lo que había luchado, la Bella que había construido en seis años se despedazase en unos segundos simlemente por un arrebato, como el momento que Will estaba viviendo justo en ese instante y no sabía que era peor exactamente, si vivirlo o verlo. Ni si quiera sabía de que hablaba, ¿culpable de qué?...No tenía claro que él sí que lo supiese tampoco.
-¿Te estas viendo?- suspiré- vete a casa Will, te estas avergonzando a ti mismo y me estas avergonzando a mi también.
Will se agachó, mareado y me acerqué para ayudarle a sentarse, necesitaba que se le pasase la borrachera para poder levantarse y dar dos pasos seguidos sin acabar de cabeza en el suelo. Le sujeté de los brazos mientras él caía como un peso muerto sobre la arena sentado.
-No te vayas- susurró- no me dejes aquí solo- pidió.
Valoré la situación y creí que podía ceder a quedarme hasta que su nivel de consciencia fuera mayor ya que corría el riesgo de que pudiese hata meterse en el mar, y tal y como se encontraba, si se metía en el mar tendrían que rescatarle los equipos de salvamento marítimo. Permaneció en silencio, con amagos de vomitar durante quince minutos mientras yo luchaba con mis ojos para que el sueño no acabase por vencerme, tuve que esforzarme para mantener los ojos abiertos.
-¿Sabes q-que es lo peor? Que la gente pr-pf-pr-prefiere que sea así...
-¿Cómo?-bostecé- ¿quién va a querer que seas así?
-Todo el mundo...mi madre...así tiene más excu-cu-sas para pagar conmigo sus desgracias...
-¿De qué?- le corté.
-Es igual...d-de-dejalo...
Permanecí en silencio con él durante un rato mientras contaba los segundos para poder meterme en la cama y seguir olvidando ese día tan horrible.
-¿Ves por qué no quiero perder tu c-com-compañía?Porque tú crees en mí, has v-venido aquí por-por-que te preocupas por mí.... te intereso más que a nadie d-de mi al-al-alrededor.
No respondí ya que no sabía si era fruto de la bebida o porque realmente lo pensaba... simplemente esperé, diez minutos después escuché como su respiración se relajaba y finalmente comprobé como se había quedado dormido. Me puse en pie y tiré de su espalda hacia atrás y le dejé tumbado, alejado de la marea. Debía dormir, y cuando despertase a la mañana siguiente entre nauseas y jaquecas se arrepentiría de ese momento hasta el resto de sus días.
Cuando entré en casa Sam aún seguía en la televisión pero levantó la cabeza directamente para saber como había acabado la particular escena en la playa.
-No preguntes- suspiré.
El tono de llamada de mi padre sonó desde algun lugar de la cocina, aún no había venido de trabajar por tanto se lo debía de haber olvidado por la mañana. Vi en la pantalla del teléfono como quien llamaba era el padre de Tay y lo cogí instintivamente mientras acababa de masticar un trozo de queso.
-Steve, tenemos que hablar...Janise ha visto a Elizabeth, a tu mujer, en Nueva York....era ella Steve ¿Steve?
No respondí, me atraganté y tosí como respuesta ante ese nombre. El teléfono cayó de mi mano hasta el suelo y escuché la voz del padre de Taylor preguntando desde la otra línea. Elizabeth. Elizabeth. Beth. Mamá.
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Opposites
Storie d'amoreBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...