Estiré del brazo de Will, aún sorprendido de que yo hubiera conseguido dejarle sin palabras y empujé de ambos hacia delante para seguir al grupo. En cuanto salió el tema de conversación de las pruebas de fútbol nosotras quedamos relegadas a un segundo plano y todos se inmiscuyeron en la charla sobre tácticas y sobre los que podían resultar mayores rivales en el instituto , a pesar del empeño que le ponían todos a algo que yo consideraba tan estúpido me gustaba verles disfrutar así de algo ya que era de las pocas cosas que habían perdurado en el tiempo, y de las pocas cosas que no habían perdido con las mudanzas y con los cambios de ciudad.
-¿Qué tal con Will? - preguntó Jen.
Comprobé las sonrisas de complicidad entre Tay y ella y sentí como me sonrojaba al instante,no me apetecía hablar de él. Eran mis mejores amigas sin ninguna duda y no me gustaba ocultarles las cosas, pero tampoco quería ni veía necesidad de hablarles de él ni de la noche anterior porque a pesar de la amistad, sabía lo cotillas que podían llegar a ser si querian. Ambas me miraban expectantes, ansiosas de respuestas y de información que poder despedazar conmigo hasta extraer conclusiones claras...el problema principal era que ni si quiera yo sabía esas conclusiones.
-Bien - suspiré.
Me dejé caer sobre una silla en el comedor de Tay y me retiré el pelo que caía sobre mi frente para darme tiempo, a la par que pensaba como huir del interrogatorio que se avecinaba.
-¿Solo bien?¿Qué pasó ayer con él cuando os fuisteis?¿Discutisteis?
-Ajá - suspiré - pero todo está bien, solo somos buenos amigos que pasamos tiempo juntos...
-¿Solo? - insistió Tay - ayer no parecía eso precisamente...es decir, no le hizo gracia que te sentases con Zack ¿no?
-Pero seguimos siendo amigos - repetí, cansada por la insistencia de las chicas.
-Ya claro....- suspiró Jen incredula entre risas.
Le quitaron peso al asunto con la risa y yo se lo agradecí uniendome a ellas, no me apetecía compartir ese tipo de cosas con ellas porque en breves se repartirían por el resto del grupo y no me gustaba que el resto del mundo supiera las cosas que me incumbían incluso antes de que yo las supiese, tampoco sabía si a Will le hacía gracia que contase nuestros problemas y nuestros ratos a solas y no quería descubrirlo a las malas. Tampoco sabía como pensaban que podía haber algo entre nosotros si a pesar de haber estado gran parte del tiempo con ellos, Will era totalmente distinto conmigo cuando estabamos con ellos que cuando estabamos a solas y eso era totalmente cierto ya que ni si quiera estabamos cerca cuando había gente a nuestro alrededor...parecíamos extraños, un ejemplo :ese momento.
Alguien me tapó los ojos con ambas manos y aspiré por la nariz esperando encontrarme con el aroma fresco pero perfumado de Will, por lo contrario, absorbí el olor de Zack y sonreí al ver un plato de tortitas ante nosotras.
-¡Adelante señoritas! ¡Obra mía y de James! - anunció mientras se inclinaba en una reverencia de manera sobreactuada.
-Sois unos cielos - susurró Jen.
Aparté la mirada cuando James se inclinó para besarle en la mejilla, como de costumbre, incómoda por encontrarme en ese momento en esa misma habitación. Zack aprovechó mi descuido mirando al suelo para mancharme la nariz con sirope de chocolate, y con nariz significaba cara y cuello. Salió corriendo entre risas por el pasillo hacia el jardín trasero y antes de seguirle me apresuré para coger un buen montón de sirope con la mano derecha. Cuando llegué al jardín vi como intentaba protegerse de mi tras un árbol cercano a la barbocoa, de espaldas a él y por lo tanto yo quedaba justo al contrario de su campo de visión: no tenía escapatoria. Rodeé al resto de chicos que estaban sentados en una mesa de plástico y me lancé sobre él sorprendiendole, llenandole por completo de chocolate, de arriba a bajo toda la cara. Mientras ambos reíamos a carcajadas me levantó por la cintura y me colocó en el aire mientras yo pataleaba con fuerza, dandole finalmente en las costillas lo que provocó que me bajase al suelo de nuevo.
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Opposites
RomanceBella llega a una ciudad desgraciadamente muy familiar para ella. Tras los seis años más difíciles de su vida cuando parecía que el día a día era una rutina, un giro de tres cientos sesenta grados cambiará su forma de ver las cosas, nuevas personas...