Capítulo 03

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MICHELLE

Cuando paso las rejas no puedo creer lo que mis ojos me muestran; definitivamente viaje a la época medieval; suelos empedrados, casas de madera y mampostería, pequeñas callejuelas que nacen de la calle principal; la cual es un tumulto de gente que viene y va, la mayoría se reúne en pequeños bazares, donde venden distintos productos, extraños a mi parecer. Todos visten ropas extrañas; las mujeres vestidos largos y plegados con mangas largas; coronas decoradas con flores, cofias; los hombres por otro lado utilizan garnachas, jubón y algunos andan en capuchas.

Mi ropa desentona con el lugar y siento la mirada desaprobatoria de muchos, creo que estoy mostrando mucha piel. Ahora entiendo porque el guardia me miraba como bicho raro.

─ Llamas mucho la atención ─comenta Thrall y noto un tono burlesco en su voz.

─ Yo no, mi ropa. Aquí se visten muy raro ─arrugo las cejas.

─ ¿En tu pueblo no se visten como nosotros? Que extraño, la mayoría opta por esta moda. Son muy exhibicionistas los tuyos ─exclama y sigo sintiendo su burla.

─ Que gracioso, creo que los que están mal son ustedes ¿no les da calor? Con el sol que hace no comprendo cómo pueden andar tan cubiertos ─revoloteo los ojos.

─ Al contrario mientras más cubiertos estés más te proteges del sol ─se señala así mismo.

─ Mmm... ─no digo más nada, no tengo ganas de discutir sobre un tema que la verdad no me interesa. Todo esto me tiene muy confundida y cada vez entiendo menos donde me encuentro.

Se escucha una trompeta y el tumulto de gente se hace a un lado, dejando un espacio en el centro de la calle. Nos movemos al igual que el resto y no entiendo que está sucediendo. Estoy a punto de preguntar cuando veo unos hombres cubiertos de armaduras, supongo son caballeros; montados en caballos que prosiguen por el camino recién abierto. A la cabeza va uno solo, el cual parece ser escoltado por los que vienen detrás suyo. Cuando se acercan más a nosotros me doy cuenta que lo conozco. ¡Es el colgador de árboles! Siento hervir la sangre cuando lo veo, estoy tan molesta. Ese imbécil me dejo colgada en el árbol y se anda paseando de los más tranquilo como si mi existencia hubiese desaparecido.

¡Maldito descarado!

Carga una sonrisa falsa, parecida a la que me mostro a mi antes de decirle que era humana. Una niña corre hacia él ocasionando que los caballos se detengan. Una mujer, supongo que la madre de la criatura, corre detrás de ella. Él mueve su brazo indicándole que no se preocupe; se baja de su caballo y acaricia el rostro de la niña con tal ternura, que me hace preguntarme si es el mismo chico que me trato mal a mí. A mi alrededor las muchedumbre sonríe y parece contenta, al parecer los conmovió aquel gesto y no es para menos; si no lo hubiera conocido hace un rato yo también me tragaría su actuación. Esto solo genera más rabia en mí.

¡No se engañen! ¡En realidad es un nefasto! ¡Nada que ver con ese papel de bondadoso y amable que vende!

Mis mejillas me arden de la furia, no resisto más y como si un demonio me hubiera poseído, me muevo hacia el rápidamente. Me olvido del resto del mundo, no me importa más nadie; le toco el hombro y cuando se voltea le pego la cachetada de su vida, con ella se van mis frustraciones y molestias. Le he dado lo más fuerte que he podido, el sonido de mi mano al estrellarla en su mejilla se ha escuchado por todo el pueblo, puedo asegurarlo. La mano me ha quedado roja, al igual que su cachete. Nuestras miradas se encuentran y siento un escalofrío recorrerme entera.

─ ¡ERES UNA BASURA! ─grito a todo pulmón y el solo me mira con tranquilidad; su inexistente reacción me confunde; pensé que me molería a golpes pero al contrario se queda inmóvil sin decirme nada. Cuando menos me doy cuenta siento unos brazos que me agarran por detrás y me empujan violentamente hacia el suelo ocasionando que mi cara quede contra el piso de la calle. Me sujetan de los brazos y me percato que son los hombres que iban montados en los caballos.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora