Capítulo 84 Parte 1

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MICHELLE

Mis ojos se incrustan en la pared crema que tengo en frente. Giro sobre mi espalda, la estructura de madera sobre mi cabeza no me da ninguna respuesta sobre el lugar donde estoy. Estoy durmiendo sobre una cama acolchada, el edredón verde caña es bastante llamativo; combina con el verde pálido de la habitación. Hay otra cama, con los mismos tonos alegres. El cuarto está decorado con posters y decoraciones femeninas, sobre el piso de madera descansa una alfombra circular aterciopelada de gran tamaño. La habitación es enorme, acapara tanto espacio que podrían caber cuatro camas más.

─ ¿Dónde estoy? ─pregunto al aire llena de confusión.

Mis recuerdos son borrosos. Sé que le preste mi cuerpo a La piedra de la protección; y que luego, las demás piedras también me ayudaron. De allí no se más. Caí en un sueño tan profundo que temo saber si aún sigo viva.

La puerta se abre, una chica entra en la habitación con rostro abatido. Al verme, en sus labios se forma una O. Su cabello rojizo me impresiona, parece que estuviera a punto de encenderse en llamas, hace juego con el vestido verde-turquesa de manga larga que lleva puesto. La chica duda en acercarse a mí; pero desecha su inseguridad y se sienta en la cama.

─ ¿Cómo te sientes? ─se coloca el cabello detrás de la oreja, la mitad de su cuello queda al descubierto mientras que el flequillo deja escapar hebras rebeldes en sus finas facciones.

─Me duele la cabeza ─susurro. La voz me sale con dificultad─, ¿Quién eres?

─Soy Jessica, vivo aquí con mis padres y mis hermanos. De hecho, estás en mi cama. Pensamos que sería más fácil cuidarte si permanecías en mi cuarto ─explica amablemente. El color verdoso de sus ojos resalta ante la luz que entra por la ventana.

Que hermosa que es.

─No entiendo, ¿Dónde estoy? ─cuestiono desorientada. Comienzo a asustarme.

─Estás en Everas. Llevas tres días durmiendo ─confiesa y me sobresalto.

─ ¿Qué? No puede ser, ¿tanto tiempo llevo inconsciente?

─Así es ─su mirada desciende, de pronto su rostro se torna triste─. Le avisaré que has despertado.

Jessica se va, arrastrando los pies en el proceso. De repente, su ánimo se vino abajo. Tal vez le he causado muchos problemas al permanecer en su casa y está harta de la situación. Por su apariencia deduzco que debe tener mi edad. Debe tener mejores cosas que hacer que cuidar a una dormilona como yo.

La puerta vuelve a abrirse; pero en esta ocasión, el que ingresa es su alteza. Él me observa con indiferencia, no está animado por mi despertar, ni tampoco asustado; supongo que mi vida no corría peligro y por eso esta tan sereno.

Jessica permanece parada en la puerta, sus cejas entornadas dejan ver que la preocupación no se ha ido de su cabeza. Debería tomárselo con calma.

─Déjanos solos, por favor ─pide El Príncipe sin mirarla.

─De acuerdo, estaré abajo ─musita triste y con la vista clavada en el suelo cierra la puerta.

─Lo del descanso te lo tomaste en serio ─toma una silla y la coloca al lado de mi cama.

─ ¿De qué hablas?

─Una de las piedras me pidió que te dejara descansar porque tu cuerpo estaría muy débil luego de que ellas se turnaran para jugar con él ─refunfuña despectivo. Yo bufo ante su comentario sin gracia.

─Las cosas no fueron así. Les pedí ayuda y gracias a ello Everas aún existe ─me defiendo ante sus acusaciones.

─En gran parte ─revela y mis cejas se juntan─. La zona cercana al volcán quedo enterrada bajo las cenizas. Los aldeanos de allí tuvieron que trasladarse a las casas en mejor estado mientras reconstruyen la suya. Otras partes sufrieron daños menores y están reparándose también. El hielo que provoco la piedra se ha descongelado, el sol es tan fuerte que solo le ha tomado un día evaporarlo. Todo el pueblo es un caos. Afortunadamente, el reino de Malakin les está proporcionando ayuda y nosotros cobraremos la recompensa en cuanto tengamos oportunidad de ir ─bota el aire de sus pulmones con pesadez. Me fulmina con sus ojos levemente rojos, mi cuerpo tiembla ante su acto intimidante─. Me has causado problemas, he tenido que dar la cara a los aldeanos. Se han puesto de buen humor al saber que fuimos nosotros los salvadores. Por supuesto, omití nuestra participación en la erupción y que fueras la culpable de congelar el pueblo completo. Gracias a ello, nos dieron un techo y te han estado cuidando por tres días. No me han dejado encargarme, dicen que es su manera de agradecer que los salváramos del desastre total.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora