Capítulo 71

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MICHELLE

─No digas eso. Él ahora está molesto; pero una vez que se le pase, podrán hablar tranquilos ─comento para animarla. Ella niega rotundamente.

─ ¡No quiere saber nada de mí! ¡Lo perdí! ─insiste tercamente. La cascada que desciende por sus mejillas sonrosadas es tan densa que desemboca en su barbilla y cae sobre sus manos temblorosas.

En este momento, nada de lo que le diga a Ainhoa la hará sentir mejor. Ella está encerrada en su desdicha y el pesimismo es su único compañero esta noche.

Sus sollozos resuenan en el silencio del jardín, la suave brisa arremete contra los abetos enfilados al fondo y causa escalofríos a mis desnudos hombros que no hacen más que estremecerse. Me separo del banco para buscar mi abrigo; cuando lo hago una sombra enredada entre los abetos llama mi atención. Reconozco dos figuras humanas, de pie frente una a la otra. Por la complexión de sus cuerpos y la diferencia de tamaño de estos, sé con seguridad que se trata de un hombre y una mujer.

Algunos necesitan privacidad esta noche...

Una nube esponjosa se corre y permite que el brillo de la luna escarché sobre sus cuerpos que se entremezclan con la sombra de los abetos. La vestimenta del hombre me es familiar; la luz alcanza su rostro, y en seguida, me percato que se trata de Caín. La curiosidad invade cada partícula de mi piel; pero no precisamente por el chico que hace unos minutos me estaba cortejando, sino por la chica que lo acompaña. Esta lleva puesto un hermoso vestido celeste cielo, acampanado y de pliegues suaves. La parte superior lleva una fina capa de seda adornada con flores y pequeñas ramas azul claro, en los brazos lleva un volado que la hace parecer un hada madrina.

Esa chica me ha opacado totalmente

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Esa chica me ha opacado totalmente.

Sin embargo, el terror y las ganas de desmayarme al ver mi más grande pesadilla haciéndose realidad, me hace enterrar ese pensamiento tan vanidoso. Me restriego los ojos para comprobar que no he perdido la cordura, puesto que esa chica sacada de un cuento de hadas, tiene la misma cara que yo.

¡Mi doppelgänger!

Pierdo la estabilidad, me desplomo sobre el banco apoyando mis manos sobre la madera. Me quedo sin respiración, el alma se me ha salido por la garganta y temo alzar la mirada para comprobar que esa chica es mi doble. Estoy petrificada, quiero creer que mis ojos están agotados y que me han hecho imaginar cosas que no existen. Posiblemente, aquella muchacha solo tenga un leve parecido a mí, si echo un vistazo nuevamente, estoy segura que me daré cuenta de mi error.

Con valentía, miro por encima del arbusto del balcón. Ellos continúan conversando, noto cierta tensión entre ellos, lucen como una pareja discutiendo tristemente. El perfil de la chica no se ve claramente debido a la lejanía que nos separa, su rostro se ha vuelto a esconder en la oscuridad. Maldigo a todos los dioses, necesito verle bien la cara o sino me volveré loca.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora