Capítulo 82 Parte 3

1K 135 37
                                    


MARCUS

Lamentablemente, morirme no solucionara mi problema. Puede que termine con mi agobio, pero estos sentimientos nauseabundos no me los podre arrancar tan fácil. Estoy seguro, que lo que tengo es confusión, solo eso. Mi único amor es Selene Mirainos, princesa de Kalastian. Ella es mi prometida y futura esposa. La amo desde la infancia, siempre ha sido ella y solo ella. No puedo dejarme enceguecer por una simple atracción, un sentimiento del momento que se esfumara cuando mi viaje acabe, cuando ella se marche y yo obtenga la paz que me ha arrebatado los últimos meses. Entonces, me desharé de esto que me pasa, de esta cosa irracional que me hace perder los estribos.

Así será.

Boto el aire de mis pulmones, el frío me está haciendo pensar de más. Me acerco a ella para comunicarle mi plan.

─Abrázate a mí, yo descenderé por los dos. Asegúrate de sostenerte bien y mantén los ojos cerrados hasta que te lo indique ─me observa atolondrada.

Decirle que haga eso es poner mis nervios a su merced, pero no tengo otra opción, jamás bajara por ella misma.

Una piedra desciende y golpea contra el suelo que estamos pisando. Ha pasado muy cerca, he retrocedido en respuesta y ella se me ha colgado al cuello tan de prisa que he olvidado por un momento que yo mismo le propuse que lo hiciera.

─ ¡Rápido! ─suplica asustada. Aprieta los ojos con firmeza.

─Voy a saltar ─le informo y encierro su cuerpo entre mis brazos.

Me encorvo un poco, dada la diferencia de estatura; y doy el gran salto. Ella se aferra con tanta desesperación que me dificulta respirar; mientras caigo puedo ver las cenizas y la lava deslizándose por la ladera, formando verdaderas corrientes ardientes. En el cielo, las nubes de polvo se van apoderando de la noche, pronto el pueblo quedara sumergido en cenizas.

Estoy por llegar a las faldas del volcán, la nieve mágica aún no se evapora en esta zona, por lo que será un buen amortiguador. Me preparo para pisar con fuerza y flexionar; sin embargo, una energía en mis pies me retiene al llegar, me quedo suspendido a centímetros de la nieve; y luego, desaparece, enterrando mis botas. Analizo el suelo, no tiene nada de raro, a comparación de mi descenso.

Estruendos provenientes del volcán se escuchan desde acá abajo. Dirijo la vista hacia el frente, varios árboles han sido tumbados por los fragmentos que ha arrojado la erupción. Everas es invadido por sedimentos de lava y rocas que vuelan por el cielo.

No hay escapatoria, el pueblo es una aglomeración de edificios derrumbándose y lava recorriendo las calles. Debo moverme con rapidez, en cualquier momento, las cenizas inundaran esta zona.

─ ¿Ya puedo abrir los ojos? ─dice cerca de mi oído. Había olvidado que la cargaba conmigo, no pesa nada.

─Sí, pero pronto tendrás que volver a cerrarlos ─me inclino para que toque el suelo y alejo mis manos de su espalda.

─ ¿Qué quieres decir? ─cuestiona y expande los ojos al ver el infierno adelante nuestro─. Dios mío, el pueblo se viene abajo.

Silbo e invoco a Pegaso, nuestra salida segura. Él se acerca galopando desde más allá del pueblo, donde los gases tóxicos aun no llegan. Esquiva con galanura los elementos voladores, pisa la nieve y relincha con vigor. Está ansioso, sabe que debemos apresurarnos ante de que todo colapse.

─Escaparemos en Pegaso ─la tomo por la cintura y la alzo para sentarla en el lomo de Pegaso, ella suelta un chillido. Me subo ágilmente, no espero que reaccione, tomo sus manos con las mías y las llevo a mi estómago─. Mantén los ojos cerrados hasta que te avise.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora