Capítulo 45

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MICHELLE

La apariencia del Príncipe ya no es alarmante, después de quedarse quieto un buen rato empezó a tener mejor rostro. Él se pone de pie impaciente por continuar nuestro viaje, ya que hemos perdido tiempo valioso por haber estado huyéndole a la araña mutante.

─ ¿Cómo está el mapa? ─me levanto. Una brisa helada atraviesa mi cuerpo, me abrazo los brazos para sentirme caliente.

El Príncipe se revisa los bolsillos y extrae la hoja con sumo cuidado, esta está pegada al interior de su bolsillo; si no tiene delicadeza puede partírsele en trocitos. Lo consigue y la deja lentamente sobre el suelo, el papel se ve frágil; ambos tomamos las esquinas con apenas la yema de los dedos y vamos desdoblando hasta que el mapa está completamente abierto.

Suelto el aire que estaba aguantado en mi garganta mientras iba realizando mi proeza. Me tranquiliza ver que a pesar del estado desastroso de la hoja, el mapa todavía se entiende; aunque yo no comprenda su significado.

─ ¿Y? ¿Estamos cerca o lejos? ─frunce el ceño, me parece que todavía no se ubica.

─Estamos cerca, debemos movernos hacia el sur para llegar a la zona donde se encuentra la flor ─responde con cautela, algo en su mirada me dice que hay más─. El problema vendrá cuando lleguemos.

─ ¿Por qué? ─pregunto y el eleva la mirada.

─Mira el cambio de tono en los alrededores –hace círculos con su dedo índice en el lugar indicado─, según la leyenda del mapa quiere decir que es zona tóxica.

─ ¿No lo habías visto antes? ─pregunto asombrada. Que al Príncipe se le pase algo no es propio de él.

─Sí, pero no estaba seguro ─mis ojos se expanden, no creí vivir para el día que El Príncipe dejara a un lado su arrogancia─. Hace un rato cuando estábamos cayendo, vi una nube densa de color negro proveniente de la misma dirección que indica el mapa, por lo que la leyenda no se equivoca.

─Esa masa debe ser veneno puro ─comento desanimada─. ¿La flor se encuentra ahí? ¿No hay otro sitio? ─lo miro esperanzada, pero él niega de inmediato.

─Es el único sitio que marca el mapa. Si estuviera en otro lado tardaríamos días en ubicarlo ─su rostro esta tenso, seguramente está pensando en alguna fórmula para entrar sin que tengamos que aspirar el veneno.

─Por el momento deberíamos ponernos en marcha, cuando lleguemos veremos que hacemos ─digo con convicción y me pongo de pie. Le hago señas para que se levante y nos larguemos.

─Debemos aprovechar que los hombres del Rey nos perdieron el rastro. Ahora estamos más cerca de ganar y eso debe tenerlos enloquecidos ─dice en tono burlón. Había olvidado que esos tipos nos estaban pisando los talones.

─Dudo que sean tan alocados en lanzarse del peñasco solo para seguirnos ─suelto una risa ─. Eso de verdad que no se lo esperaban ─le sonrió. Me causa mucha gracia imaginarme su expresión cuando nos vieron cometiendo suicidio.

─Deben pensar que estamos muertos ─comenta divertido.

A pesar que su rostro sádico me asusta, no puedo evitar reírme.

Es la primera vez que me río con El Príncipe sinceramente y no con sarcasmo.

***

A medida que nuestros pasos se van aproximando a la zona toxica, el ambiente se va tornando pesado y nauseabundo. Los árboles tienen los troncos secos, cubiertos de moho y putrefacción, las ramas están marchitas y en el suelo solo quedan las cenizas de las hojas consumidas por las toxinas.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora