Capítulo 40

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MICHELLE

El Príncipe camina con suma rapidez dejándome rezagada. Acelero el paso con la intención de poder alcanzarlo, pero por más que trato es muy veloz para mí.

─Hey, espérame ─digo en vano puesto que el me ignora─. ¿Qué tienes pensado hacer?

─Ir a Vermont ─contesta fríamente.

─ ¡¿Qué?! ─grito nerviosa. Llego a su lado frenéticamente e interrumpo su paso─. No pienso ir a ese lugar y esta vez no me arrastrarás a tus asuntos ─digo con seguridad mientras me cruzo de brazos. Él se queda unos segundos analizándome lo cual me incomoda bastante.

─Iré solo ─me informa. Confundida, bajo los brazos, no me esperaba esa respuesta tan complaciente.

─ ¿No piensas ir al menos acompañado por un pequeño equipo? ─él niega con la cabeza.

─Mientras menos sean mejor ─dice sin darle importancia. Parece que no es consciente que está a punto de cometer suicidio.

─ ¿Estás demente? eres «El Príncipe de Ishrán», si te descubren te asesinarán en el acto. No tienes nada que ir a hacer allá y menos solo. Lo único que conseguirás es que te atrapen y eso empeorara la situación. El Rey no dudará en entregarme con tal de salvarte. Perderás tu honor, la oportunidad que te ha dado tu padre y a mí, las tres cosas en un abrir y cerrar de ojos ─refunfuño enojada.

Me estudia detalladamente, luce extrañado ante mi evidente exaltación. Tal vez se me paso la mano en mi discurso.

─ ¿Estas preocupada por mí? ─su voz suena dudosa. Me sobresalto inquieta, sin saber que responder y por un momento decido ser honesta.

─Claro que sí ─respondo con un nudo en la garganta. Sus ojos azules se alargan brevemente. El nerviosismo me invade y me pide que me retracte─. Si te llegará a ocurrir algo caería en las garras de otro Príncipe estúpido y ya me he acostumbrado a ti, sería muy tedioso tener que empezar de cero ─mi boca se mueve tan rápido que me sorprende no haberme mordido la lengua. Los nervios me producen un calor que me sofoca y me hace hiperventilar.

─Te repito que no te perderé, tengo un plan que no fallará ─entrecierra los ojos, me da la impresión de que se ha molestado conmigo.

─Es muy peligroso, no lo hagas ─intento parecer lo más indiferente posible.

─No insistas porque no me vas a convencer ─espeta irritado. Me pasa al lado para desaparecer y terminar la conversación.

─Espera ─lo sostengo del brazo en un intento desesperado porque me escuche─. Te acompaño ─frunce el ceño, sus cejas se juntan tanto como pueden.

─ ¿No dijiste que no querías que te arrastrara a esto? ─me recuerda mis propias palabras. Con la cabeza cabizbaja concentro la mirada en mi mano tocando su piel.

─Si... pero... lo que pasa es que yo... ─titubeo. El corazón me late a mil, estoy a punto de enloquecer y gritarle que no quiero que le pase nada malo.

─No vendrás ─me interrumpe afortunadamente─. Llevarte sería muy riesgoso, podrían apresarte y arruinarías mi plan. Sin mencionar que ya conocen tu rostro ─se zafa de mi agarre con delicadeza.

─ ¿Cómo lo sabes? No tienen forma de saber cómo es y en el caso de que fuese así también conocerían el tuyo ─replico.

─Saben cómo eres, de otra forma no estarían enterados que estas en este reino ─responde tajante─. Por mi parte no interesa si me reconocen.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora