Capítulo 85

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MICHELLE

Ya es de mañana. Me remuevo en la cama acolchonada repitiendo en mi cabeza la escena bajo la escalera. El rostro se me enciende en vergüenza. Puedo sentir todavía sus labios besándome. Todo fue demasiado irreal, me pregunto si no lo abre soñado. El Príncipe me dejo sin palabras, confundida y demasiado contenta. Es extraño, jamás espere una acción así de su parte. Él siempre luce tan calculador y sereno. De repente, empezó a pedirme perdón por todas las veces que se comportó como un cretino. Pensó que lo odiaba, y yo, que me conmoví con su semblante cabizbajo, no pude evitar asegurarle que no tenía esa clase de sentimientos hacia él.

Pero tampoco le dije que era todo lo contrario.

Me doy la vuelta, veo la cama de Jessica, está hecha, lo que significa que ya se paró. Todo el alboroto que generaron ayer sus hermanos y ella termino de forma inesperada. No creí que su alteza se sinceraría tanto, me dejo asombrada. Tanto así, que la tristeza que albergaba mi corazón se disipo en el momento que se retractó y dejo su orgullo atrás. Tan fácil que mis ojos se molestaron conmigo por hacerlos sufrir en vano. La cereza del pastel fue ese momento de total descontrol. El deseo que tenía por besarme lo sentí, fuerte y claro, como si lo hubiera estado anhelando desde hace tiempo. Sus ojos azul cielo clavados en los míos me querían decir tantas cosas, pero su boca no pronuncio ninguna explicación. Solo dijo un «Lo siento, Michelle», tan ronco y lastimero, que me quito la felicidad que tenía por sentirlo tan cerca.

Dijo mi nombre, eso me causo alegría; sin embargo, el tono de voz doloroso me llevo a la tristeza. Ese dolor calo en mis entrañas. Percibí su arrepentimiento de inmediato. Cualquier chica espera una sonrisa después de un beso; pero El Príncipe solo pudo darme mirarme con pena.

No sé si la reacción de ahora sea buena, significa que en esta ocasión no tiene ninguna excusa sobre el beso. Esta vez dejo en claro que quería hacerlo y él lo sabe. Tal vez es por eso que se arrepintió. Puede que ahora si recuerde que tiene prometida.

Estúpido Príncipe y sus señales confusas.

***

Al ir a desayunar me encuentro con la mesa sola, parece que fui la única a la que se le pegaron las sábanas porque todos ya han comido. La señora Arabys me sirve una deliciosa sopa de verduras. Muy extraño para un desayuno, de igual manera me la tomo sin quejarme. Luego, ella me indica que El Príncipe ya está afuera esperándome, que quiso dejarme descansar. Me sorprende la repentina consideración de su alteza, parece que el beso lo dejo más confundido que a mí y eso que fue él el que lo empezó.

Me paso las manos sudorosas por el traje verde esmeralda que me dio Jessica, me da mucha pena verlo después de lo sucedido. No sé cómo debería actuar, lo que si se es que es mejor no hacer preguntas. No quiero escucharlo decir algo que minimice nuestro encuentro.

Abro la puerta principal, El Príncipe está apoyado sobre el barandal de concreto, se gira al escuchar el picaporte y me ve. Trago sonoramente, intento controlar los nervios por tener sus hermosos ojos posados sobre mí. Me quita la mirada, mi boca se abre levemente ante tan extraño comportamiento. El Príncipe me ha evitado, no se atreve a verme o no quiere verme, cualquiera de las dos, significa que lo de ayer le afecto.

Oh, Dios.

Creí que sería la única avergonzada.

─ ¿Te pasa algo? ─pregunta la señora Arabys a mis espaldas. Ella cierra la puerta y me conduce junto con ella al pie de la escalera.

─Estoy bien ─niego tímidamente.

Abajo está el señor Gustavo, junto a sus tres hijos. Al unirnos a ellos, la madre de familia me implanta un beso sonoro en la mejilla. Su tacto es cálido y reconfortante. No puedo evitar remembrar a mi propia madre en cada mujer mayor que me muestra cariño.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora