Capítulo 37

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MICHELLE

─ ¡¿Qué haces aquí?! ─escucho la voz de Thrall que proviene de la entrada de la casa. Me reincorporo y aprecio el rostro indiferente del Príncipe frente a él.

No es en serio ─pienso mientras maldigo a todos los dioses. Parece que es imposible que yo pase un día entero sin tener que ver al Príncipe.

La única razón por la cual él puede estar en este lugar es para buscarme, por lo que emprendo camino hacia el portal de la casa antes de que Thrall y él se agarren a golpes.

─ ¿Ahora qué quieres? ─pregunto con voz cansada en cuanto llego a su lado. Thrall echa humo por la cabeza, su odio es palpable a cualquier radio de distancia.

─Necesito hablar contigo ─se dirige hacia mí y hace una pausa─, a solas.

─Te dejo, no quiero intoxicarme con el veneno que ronda por aquí ─espeta Thrall y entra a la casa, claro, que sin quitarle la vista de encima al Príncipe.

─Que pesados los dos, parecen niños ─comento agotada de sus peleas cotidianas. El Príncipe ignora mi comentario y prosigue.

─Selene quiere invitarte a tomar el té ─dice directamente. Arrugo la frente de la sorpresa, no esperaba tal invitación.

─No puedo ir, es mi día de descanso ─soy consciente de que mi excusa es la más barata de todas; pero no me importa, ya que con El Príncipe no tengo porque ser atenta.

─Irás, aunque no quieras ─sentencia serio─. Alístate y sígueme.

─No, ¿En qué idioma tengo que decírtelo? ─cruzo los brazos y mantengo mi actitud firme─. Recién ayer fui dada de alta del hospital, por lo que no debo realizar mucho esfuerzo.

─Anoche no parecía importarte ─comenta en tono brusco y resoplo. Él no es nadie para decirme que hacer o no con mi vida.

─Ayer estaba de ánimos, pero hoy no; así que te voy a pedir que te retires y no vuelvas a aparecer hasta que me mejore del todo y podamos continuar con nuestro viaje ─me doy media vuelta para retirarme.

─Espera... ─súplica causando asombro en mí─, ella quiere agradecerte por lo de ayer, por eso me pidió que te viniera a buscar. Ha sido cosa de ella, no mía.

─ ¿Le has contado sobre mí? ─mi pregunta suena a como si yo fuera la amante y tuviera que mantenerme en secreto.

─Le he contado sobre mi viaje y que tú eres mi acompañante ─ascendí de objeto a «acompañante», que interesante─. Se emocionó tanto que no paro de insistirme hasta que le dijera que sí.

Medito sobre qué decisión tomar, si bien es cierto que no quiero verme en la penosa situación de tomar el té con El Príncipe y su prometida; tampoco quiero hacerle el desplante a Selene, puesto que ha sido iniciativa de ella y me cae bien. Ella no tiene ni idea (ni yo desde ayer) que me gusta su futuro esposo, así que mi negativa hacia su invitación seria inentendible. Aunque siempre puedo recurrir a la excusa gastada de que me encuentro enferma; pero eso es una completa mentira y no me sentiría bien engañándola, tiene bastante con la dosis de falsedad del Príncipe.

─No estoy muy convencida, como te dije hace un rato, quisiera descansar ─comento molida y hago como que no puedo más del agotamiento─; pero si me lo pides como se debe tal vez cambie de parecer ─lo chantajeo.

Mis comisuras se expanden con alegría, ha llegado el momento que tanto he ansiado, tener al Príncipe comiendo de mi mano. Me lanza una mirada cargada de rabia y mantiene sus labios apretados. Entrecierra los ojos, por alguna razón su gesto me dice que no se olvidara de esto y que más adelante tomará venganza; aun así me jacto de mi hazaña y me regocijo en mi gloria.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora