Capítulo 15

1.4K 160 21
                                    

MICHELLE

Me asomo por una de las ventanas esperando ver al Príncipe salir de la posada. Unos segundos más tarde lo observo caminar plácidamente con dirección hacia la izquierda. No pierdo más tiempo y abro la ventana, echo un vistazo hacia abajo y la altura me causa un leve mareo, irónicamente es un tercer piso. Doy un paso hacia atrás y me apoyo sobre la mesita de noche; cierro los ojos y los abro rápidamente, si no me apresuro perderé el rastro del Príncipe y no podre averiguar algo sobre este viaje. Estoy segura que si él llega a conseguir información no me la revelará.

Sacudo la cabeza y coloco un pie afuera de la ventana; trato de concentrarme en sostenerme fuerte y apoyo el pie con cautela buscando cualquier apoyo que me sirva. Mi respiración se acelera y la cabeza me da vueltas, siento un leve dolor de cabeza que amenaza mi cordura.

Nunca antes le tuve miedo a las alturas, podía asomar la cabeza desde el piso treinta de un edificio y no me afectaba. Incluso hace unas horas me encontraba a más de doscientos metros de altura y no me sentí estresada por ello; sin embargo, ahora estoy aterrada y consumida por un miedo indescriptible.

Mi muerte me dejo traumas.

Aprieto los dedos fuertemente a la pared de piedra donde estoy enganchada y comienzo a bajar despacio. Me doy cuenta que esto no tiene retorno y que la única forma es seguir adelante hasta tocar el piso.

No me atrevo a mirar hacia abajo y cerciorarme cuanto me falta, tengo el corazón a mil. No tengo ni idea donde colocar los pies, voy tanteando hasta que encuentro un lugar resistente donde apoyarme. Mi mirada se encuentra enterrada a la pared observando los pequeños espacios que dividen cada piedra y el estado rústico de estas.

Mi respiración sube y baja, aprieto los ojos y sigo mi penitencia. Mientras más bajo más me estresa no tocar aún el suelo, estoy desesperada por ello. No resisto la incertidumbre y termino entregándome al deseo prohibido de mirar hacia abajo. Mi mente me traiciona y los mareos se apoderan nuevamente de mi cuerpo, pierdo control del mismo y me suelto. Afortunadamente caigo sobre una pila de basura, la cual logra que me lastime un poco menos. Me levanto adolorida mientras los ojos confundidos de los transeúntes se posan sobre mí. No les prestó atención y continúo mi persecución.

Giro la cabeza de un lado al otro buscando una cabellera rubia, me meto a las callejuelas laterales y regreso al camino principal. Me adelanto un poco más pero nada. Lo peor del asunto es que no tengo idea de que tan grande es este pueblo y aunque preguntará direcciones no entendería los letreros.

Me meto por otra callejuela y me detengo súbitamente. Logro verlo a unos cuantos metros de mí; va caminando tranquilamente con esa seriedad que lo distingue. Honestamente llama la atención entre la muchedumbre, aunque me moleste admitirlo el chico es bastante atractivo. Qué lástima que tenga una personalidad retorcida y egoísta.

Sigo sus pasos sin que lo note, camino muy lejos de él pero sin perderle de vista. Gira hacia la derecha y sigue recto, luego vuelve a doblar y más adelante desaparece por una callejuela. Corro rápidamente y cuando llego lo observo descender por una escalera. Me acerco con cuidado y él traspasa una puerta de madera, la cual solo deja un sonido rechinoso detrás suyo.

El área se ve deplorable, está llena de humedad y suciedad por doquier. Me acerco a la puerta de la cual se aprecia un pequeño destello de luz pasar por debajo de ella. No me atrevo a entrar, si lo hago seré descubierta y nada de esto tendrá sentido alguno.

Me percato de un delgado espacio en el lado izquierdo de la caverna; camino hacia él y se ve tenebrosamente oscuro y macabro. Logro divisar una pequeña ventana donde se cuela un poco de luz. Trago saliva, sé que no debo entrar; sin embargo, ignoro mi propia corazonada y me fundo en la oscuridad frente a mí.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora