Capítulo 61 Parte 1

992 137 6
                                    


MICHELLE

─El hechizo ha funcionado ─advierte alegre el sabio.

No sé cómo lo sabe, porque el cielo luce igual que siempre; no obstante, he aprendido que este anciano intuye todo y que nadie le echa cuento.

Debe ser difícil engañarlo.

He logrado cumplir mi parte de la misión. Me sorprendo del alcance de mis propios poderes, todo esto ha sido posible gracias al consejo de Aileen. Charlar con las piedras me ha permitido controlarlos y además me ha dado la confianza que tanto necesitaba.

Ahora seré más útil en las batallas.

─ ¡Debemos trasladarnos a la entrada principal! ¡Luego de presenciar el espectáculo de luces, Vermont debe estar a punto de atacar! ─grita enseguida el sabio. Su escuadrón especial lo rodea─, ¡Lo espero en la vanguardia, su majestad! ─desaparece junto con su grupo mientras son envueltos en una nube negra.

─Como odio cuando hace eso ─refunfuña El Rey, sus quejidos llegan hasta mis oídos─. Hijo, lleva a la elegida a descansar. Yo solucionaré este asunto ─espeta y se dirige hacia un caballo que le tienen preparado.

Yo me reincorporo con lentitud. La poción que me dio el sabio me está regresando las fuerzas.

─Padre, quiero ir contigo. El Rey de Vermont debe enterarse que sigo vivo; además, tengo un asunto pendiente con el hombre que cree que me mando al otro mundo ─aprieta los puños, su cuerpo está totalmente tenso del coraje y no es para menos, ese soldado le dio una electrocución tan fuerte que le hizo perder momentáneamente la memoria.

─Marcus, no quiero que pelees con nadie. Voy allá adelante para conseguir una tregua, no para darle razones a Vermont para que ataque ─lo regaña. Su mirada tosca se ablanda cuando toma las riendas del caballo─. Te permitiré venir con la condición de que no armes lío ─se queda callado y prosigue─; pero sobre todo porque quiero escuchar las excusas que dará el descarado del Rey al verte con vida. El hombre que creyó matarte se llevara un gran escarmiento, de eso estoy seguro ─ríe burlón.

El Príncipe aplana los labios, no está muy contento con la correa que le está poniendo su padre. Él siempre quiere hacer lo que le viene en gana. Si no fuera por ese hombre robusto, que de vez en cuando, le pone límites, ya habría cometido más locuras de las que normalmente hace.

─Me mantendré al margen ─dice juiciosamente. Su cabeza gira hacia mi dirección y retorna nuevamente a su sitio─. Adelántate, me encargaré primero de lo que me pediste.

El Rey asiente, monta su corcel y con un golpe ligero lo hace andar. Se lleva un pelotón que lo encierra en una defensa formidable. El relincho de los caballos se va alejando progresivamente, hasta que no queda más que el murmuro de las poderosas piernas de los animales galopeando.

El Príncipe camina hacia mí con paso firme. Me pongo en guardia, puesto que la última vez le anule sus fogosos poderes y no sé si ya me perdono por eso.

Con torpeza, me pongo de pie con mis energías todavía en ascenso. La poción no es tan milagrosa, dudo que me haga sentir revitalizada en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando llega a mi lado, lo miro con ojos desafiantes. Él es capaz de reclamarme en frente de todos estos soldados; y más ahora que ni el Rey, ni el sabio están para regañarlo. Tiene pase libre para gritarme hasta saciar su enojo.

El cual no estoy dispuesta a soportar.

No arriesgue el pellejo por este pueblo para que El Príncipe venga a darme lata.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora