Capítulo 65 Parte 1

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MICHELLE

Antes de sentarme en la silla, le entrego la remesa de sobres a la Sra. Amelia, esta toma asiento en un sillón de terciopelo granate junto a la ventana frontal. Barajea la correspondencia entre sus manos arrugadas, revisa solo el membrete sin detenerse a leer el interior de las cartas. Frena el movimiento y con rostro sorpresivo abre un sobre de envoltura dorada cuya elegancia lo hace resaltar.

Entre sorbos, mantengo la atención principalmente en lo que está haciendo la Sra. Amelia y no mucho en el plato de sopa que tengo al frente; a diferencia de Izan, quien succiona todo el plato como una aspiradora humana. Apenas termina, le pide repetir a su mamá; pero esta, inmersa entre las letras inscritas en aquella carta, no hace más que ignorarlo. Izan, que es un terco, salta de la silla y se le para adelante; entonces, con una mezcla entre dulzura e impaciencia mueve el brazo de su mamá trayéndola nuevamente a nuestro mundo.

─Mamá, ¿Puedo tomar otro plato? ─repite la pregunta con ojos deseosos.

─ ¿Te has terminado ya el tuyo? ─su rostro refleja total conmoción─. Izan, te dije que debías masticar debidamente los alimentos.

─Eso hice. Mastique las verduras con mucha paciencia, fue el caldo el que se acabó muy rápido ─dice con seguridad y noto también un poco de orgullo.

─El caldo también debes tomarlo con calma, no solo las verduras. Todo lo que comas debes hacerlo a un ritmo adecuado ─le explica solemnemente.

─Pensé que solo debía comer lento los alimentos, por eso me zampe el caldo con tanto apuro. No termino de entender porque uno no puede comer rápido cuanto se está muriendo de hambre ─ladea la cabeza en busca de respuestas.

La Sra. Amelia le regala una sonrisa tierna mientras que yo intento no ahogarme con la sopa, ya que me es complicado reírme con la boca llena.

─No estas muriendo de hambre ─afirma. Va a agregar algo más; sin embargo, cierra la boca antes de hacerlo, para evitar más preguntas necias─. Siéntate, te serviré otro plato de caldo; pero este deberás tomarlo como es debido.

Se acerca a la olla y rellena el plato de Izan. Seguidamente, este se sienta en su puesto y toma sus alimentos con placidez.

Tengo curiosidad por saber el contenido del sobre elegante, no solo por su aspecto sino también por el semblante de la Sra. Amelia cuando lo leyó. Parecía asombrada, y, a la vez, encantada.

Dos adjetivos que pueden significar mucho juntos.

El Sr. Robert entra a escena, listo para tomar el té y recuperar fuerzas con la sopa revitalizante de su esposa. Deja el sombrero en el perchero al lado de la puerta y toma asiento lentamente. Se lo toma con calma, él siempre tiene un aura tan placentera a la hora de comer, salta a la vista lo mucho que goza las viandas que le prepara la Sra. Amelia.

─Llegó un sobre con el sello de la Familia Real ─alzo la cabeza precipitadamente. Con que de ellos se trataba. El Sr. Robert asiente, indicando que prosiga─. No lo vas a creer, hemos sido invitados a la fiesta en celebración del cumpleaños de su majestad: El Rey, Rivas.

─ ¿Cómo dices, mujer? ─para de comer. Su expresión está tan aturdida como la de su esposa. Posa los brazos sobre la mesa─. Debe haber sido un error, nunca se nos ha solicitado nuestra presencia en semejante evento tan distinguido. Solo van nobles y Reyes de otros reinos, jamás gente de cuna humilde como lo somos nosotros.

─Por mi cabeza también paso la idea de que se trataba de un error. El cartero es nuevo y seguramente revolvió los sobres; no obstante, nuestros nombres aparecen como destinatarios ─le entrega la carta y el Sr. Robert la lee con minuciosidad.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora