Capítulo 91 Parte 3

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MICHELLE

Ha oscurecido, el tiempo se nos ha ido volando, después del lago visitamos otros sitios turísticos, nos entretuvimos tanto que anocheció.

En el hotel, Revier pregunta si El Príncipe y Selene llegaron, el recepcionista le responde que no. Esta noticia no le sienta bien. Lo convenzo para que subamos y los esperemos en mi habitación.

─ ¿Y si les paso algo? es muy tarde para que no hayan llegado ─comenta preocupado.

─Tal vez se les fue el tiempo como a nosotros. No te estreses, Revier. He viajado con El Príncipe por un largo tiempo y te aseguro que es un buen cuidador ─me siento en la cama.

─De eso no tengo duda. El príncipe Marcus es un magnífico espadachín y su magia de fuego es abrumadora ─dice sorprendido. Al parecer, lo respeta.

─Entonces, esperémoslos tranquilos.

─Tienes razón ─su expresión mejora. Se levanta emocionado─. ¿Oye, no quieres subir a la azotea?

─ ¿Ah? ─un leve sacudida ataca mi pecho.

─ ¡Vamos! ¡Le dejare una nota a la Princesa! ─toma un papel y escribe.

─ ¿Eso se puede? Creo que mejor no después nos regañan ─me excuso. No quiero saber de las alturas.

─No nos atraparán ─resuelve con facilidad─. La vista desde allí debe ser espectacular, ¿No te da curiosidad? ─desprende exaltación.

─Sí... ─titubeo. Si no me pongo en el borde no debe haber problema.

─ ¡Eso es! ─exclama con ferviente entusiasmo.

***

En la azotea hace mucha ventisca, me sujeto el cabello con la mano para que no me pegue en la cara. Acá arriba no hay mucha luz, a excepción de las velas que nos hemos traído. Revier se acerca al borde, se apoya en el para observar el panorama que nos regala la ciudad de Malakin. Los altos edificios compiten entre ellos, bordean el reino como torres de protección, las luces de las casas parecen luciérnagas desde acá arriba. Es agradable la vista y el viento que corre también.

Revier apoya las manos sobre el ladrillo, toma impulso y se para en el maldito borde. Abre los brazos de par en par y expande la mandíbula, alegre.

Es todo un suicida.

─ ¡Bájate! ¡Te puedes caer! ─grito asustada. No entiendo porque la gente hace este tipo de cosas tan temerarias.

─ ¡Michelle! ¡Se siente genial!

─ ¡Te digo que te bajes! ─gruño fuerte. Mis cuerdas vocales se resienten.

─ ¡De acuerdo! ─me hace caso, le he asustado con mis gritos. Revier se pone en cuclillas y se sienta con las piernas hacia afuera.

─No te pedí que te sentaras, te dije que te bajaras del borde ─refunfuño nerviosa.

─Sentado no me caeré ─arruga el ceño. Actúa como un niño que le pide a la mamá que no lo regañe más─, Siéntate a mi lado.

─ ¡Estás loco!

─Te sientas hacia adentro. Daleee ─pide y titubeo. Es difícil decirle que no a su cara de perrito.

─Me da miedo ─aprieto mis manos entre ellas.

─Yo te ayudo ─extiende la mano.

Lo dejo ayudarme, Revier me impulsa hacia arriba; y apenas subo me siento hacia adentro, con la mitad del cuerpo volteado lo suficiente para mirar el paisaje.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora