Capítulo 27 Parte 2

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MICHELLE

Mis manos se mueven con torpeza debido a los nervios que me carcomen ahora mismo; El Príncipe actúa extrañamente amable y eso me sorprende de muchas formas. En mi interior un sentimiento desconocido y molesto me confunde, me hace sentir tonta y demasiado incómoda. He estado muchas veces a solas con El Príncipe, la mayoría de las veces solo contamos con la compañía del otro; pero por alguna razón que no comprendo estar a solas con él en este preciso instante, tan tarde y en este silencio sepulcral me está matando los nervios.

Limpio mi mano la cual se ha ensuciado con el líquido medicinal, El Príncipe clava sus intensos ojos azules en mí, siguiendo cada movimiento torpe que realizo. Permanezco de pie porque solo así quedo a la misma altura que él y puedo llegar a su rostro, esto deja más en evidencia la diminuta estatura que poseo. Disimuladamente boto aire para tranquilizarme; solo voy a curarlo, no me explico porque estoy tan nerviosa cuando yo misma lo propuse porque me sentía mal por haberlo involucrado en todo este asunto con Thrall sabiendo que él quería irse antes.

Alzo mi mano, la cual no ha parado de temblar, y la poso delicadamente en su mejilla. Él mantiene los ojos fijamente en los míos, lo cual, aumenta mi estrés.

¡Una persona normal miraría un punto en el horizonte!

Angustiada, trago saliva. Intento no mirarlo a los ojos porque sé que mi vergüenza quedará más evidenciada; solo espero que mis mejillas no me estén delatando en este preciso instante.

Llevo mi otra mano que contiene el algodón a la cortada que sobresale cerca de su ceja, cierra el ojo por el contacto y hace una mueca de dolor. Palpo la herida varias veces hasta que la sangre se ha secado un poco más; sin embargo, continúa apareciendo insistentemente, es una lástima que en este mundo no existan las curitas. Continúo limpiando hasta que la sangre se cansa de brotar de su piel.

Su mirada sigue incrustada en mi ser, por un segundo pierdo la batalla y mis ojos se desvían a los suyos. Me quedo quieta mientras mi mente se pone en blanco y sus ojos me cautivan; podrá ser muy odioso pero debo aceptar que unos ojos como los de él no se ven todos los días. Parpadeo para despertar del trance, a mi mente le ha llegado una duda que necesita una respuesta urgente.

─Puedo preguntar, ¿Por qué se pelearon? ─carraspeo mientras observo su rostro, el cual, se mantiene inexpresivo.

─Ninguna razón en especial, claramente no nos llevamos bien ─no me convence, algo me dice que paso algo más.

─Una razón tendrían para pelearse tan violentamente ─replicó. Él esquiva mi mirada─. Solo mira como quedaste.

─Solo es una cortadita, no exageres ─dice de mala gana y pasó el algodón con brusquedad en su herida. Aprieta los ojos por el dolor mientras aplana los labios para evitar que salga algún ruido de queja─, ¡Ten cuidado! ─grita molesto.

─Perdón ─respondo automáticamente─. No exagero. Thrall tiene la nariz rota y de ella salía mucha más sangre que de tu cortaditame fulmina con la mirada y se la mantengo aunque los sentimientos extraños estén brotando nuevamente en mi estómago.

Claramente no quiere hablar del tema pero yo soy muy necia.

─ ¿Porque no vas a curarlo? ─su pregunta me asombra y notó cierta maldad en ella─, Ah cierto, que no quiere saber nada de ti ─sus palabras me caen como un balde de agua fría; contrario a mis reacciones anteriores donde le grito e insulto, esta vez la erupción del volcán dentro mí no estalla, no siento la necesidad de gritarle ni de decirle hasta de lo que se va a morir. Simplemente me quedo inmóvil, sintiéndome la idiota más grande del mundo por pensar que con una sola acción buena dejaba de ser el patán que ha sido siempre.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora