Epílogo

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MICHELLE

Alguien mece mi brazo, mis ojos se abren y veo a la persona causante de que mi siesta haya sido interrumpida.

─Michelle, ya estamos en descanso ─me informa Lina, parada aun lado de mi pupitre.

─Que sueño tenía. Ayer no dormí casi nada ─levanto los hombros y me estiro.

─Porque te acuestas muy tarde ─menciona burlándose de mis ojeras─. Voy a la cafetería, ¿Quieres algo? ─niego con la cabeza.

─Te espero en el pasillo ─me levanto del asiento y salgo del salón.

Apoyo los codos sobre la baranda de concreto. Observo a los estudiantes en el campo de futbol, a los grupos de amigos que se reúnen en las bancas a chismosear y a los que se dirigen a comprar su merienda.

Ha pasado un año desde que desperté del coma. Me caí del tercer piso y tuve una grave contusión. Durante el tiempo que estuve dormida, mi alma viajo a otro mundo. A un mundo mágico y medieval. Viví aventuras inolvidables, conocí gente maravillosa y me enamoré. Aún puedo recordar todas aquellas vivencias. Me pregunto si no habrán sido solo un sueño. Cuesta creer que aquello fue real. No tengo nada que pruebe que lo fue; sin embargo, se sintió tan verdadero y único que es imposible que lo haya imaginado. No puedo haberme enamorado de un sujeto que no existe. Mi corazón late enloquecido con solo recordar al Príncipe.

Revise mi estómago, no tengo ninguna cicatriz. El anillo de la familia Larios no estaba en mi dedo cuando desperté. No hay indicios de mi vida medieval. Por otro lado, es entendible. Mi cuerpo físico se quedó en la tierra y mi alma fue la que estuve en el otro mundo.

No le conté a nadie sobre mi viajecito. Creerán que estoy loca y que el accidente me dejo mal el cerebro. No quiero que la gente me siga tratando con pena. Mis compañeros no pueden superar que me haya partido el cráneo en plena semana conmemorativa. Frente a todos, mi cuerpo quedo desparramado en el patio. Seguramente, genere un trauma a varios. No me importa, la que quedo en estado vegetal un año entero fui yo.

El tiempo siguió corriendo mientras estuve en coma. Ahora tengo diecisiete años y estoy cursando cuarto año. El tiempo se detuvo para mí, pero no para los demás. Lina y yo ya no estamos en el mismo año; pero aun así seguimos comiendo juntas en el descanso. Ella se graduara, igual que mis otros excompañeros. He tenido que conocer gente nueva este último año. No creí que me atrasaría un año en la escuela; pero bueno, cosas del destino.

***

Llego a casa, tuve otra siesta mientras iba en el bus. Es mi profesión dormirme en cada esquina.

Entro a casa, no hay nadie. Mamá y papá están en el trabajo y mis hermanos en la universidad. Toda mi familia lloro un mar de lágrimas cuando desperté y yo también, quede sollozando como un bebé. Tuve mucho miedo de no volver a verlos más nunca. Vuelvo a agradecerles mentalmente a Los Larios por haber sido ese soporte emocional para mí. Los extraño, aquella cabaña acogedora era un sitio de paz mental. Me hace falta la sopa revitalizadora de la Sra. Amelia, los cuentos sobre verduras del Sr. Robert, la amistad de Thrall y la picardía y diversión de Izan.

Extraño tener un hermanito.

Me lanzo sobre mi cama boca abajo. Quisiera no pensar tanto en aquellos días. Cuando lo hago tengo una mezcla de nostalgia, alegría y dolor.

¿Qué estará haciendo El Príncipe? ¿Su reino será más próspero ahora que tiene los tesoros de Sortelha? ¿Estará esforzándose para convertirse en un heredero adecuado?

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora