Capítulo 36 Parte 2

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MICHELLE

─Perdón por no decirte quien era; pero mi visita era una sorpresa y no estaba segura de poder confiar en ti. La parte de las costumbres de la alta sociedad era cierta, así que no te mentí del todo ─sonríe amablemente sin despegarse de su prometido. Quisiera regresarle el gesto, mas sin embargo mis labios permanecen rectos.

Por alguna razón, la idea de que El Príncipe tuviera a alguien en su vida nunca paso por mi cabeza, creí que ese tipo de cosas no le interesaban, ya que siempre anda amargado y despreciando a todo el mundo.

Lo que más me sorprende es que exista alguien que pueda soportar su mal carácter. Es increíble que esta chica tan buena y cordial sea su prometida.

¿Él se va a casar?

Trago saliva para reprimir el nudo que se forma en mi garganta. Necesito salir ya de aquí antes de que mis pensamientos revuelvan más mis sentimientos y me quiebre delante de toda esta gente.

─No hay problema ─respondo cabizbaja.

─Estás pálida ─comenta Selene con preocupación─. Revier, llévala de inmediato al hospital ─ordena. Su guardaespaldas me toma por los hombros y me conduce hacia el exterior. Yo me dejo guiar por él mientras medito la escena que recién paso. No me giro en ningún momento, dejo atrás a la pareja feliz y me hundo en mi miseria.

***

El trote del caballo hace que mi cuerpo tambalee y que me arda un poco el estómago; pero no me quejo, es más, me mantengo tan apacible que nadie pensaría que estoy sufriendo a no ser por las gotas de sudor que recorren mi frente.

El dolor en mi pecho es mucho más fuerte y este por desgracia no puede curarse con medicina. Solo el tiempo, pero a veces eso tampoco es suficiente.

Mientras traspasamos la calle infestada en personas, el sol en lo alto me consume con su abrasador fogaje, se burla de mí y de mis preocupaciones. Por suerte, una hilera de árboles se hace presente a un costado de la calle; su sombra mezclada con el oleaje y casi inaudible sonido del viento calma mi alma mínimamente.

Entonces, reconozco aquellos árboles o mejor dicho aquel lugar; es el parque que visite junto a Thrall ante de partir por primera vez. Ahí fue donde me entrego el anillo que con tanto ahínco atesoro.

Observo mi mano y la ilusión me absorbe, la imagen de la familia se instala en mi visión, un cuadro donde todos ríen y sonríen. Me percato que la única que no ríe soy yo.

Espabilo, nuevamente en el mundo real y me doy cuenta que necesito tomarme un tiempo a solas antes de reunirme con ellos o de lo contrario arruinaré el buen ambiente que tienen por mi salida del hospital.

─ ¡Detente! ─grito causando un jaleo. Revier, el guardaespaldas de la princesa detiene el caballo súbitamente.

─ ¿Ha sucedido algo? ─pregunta perplejo y un poco agitado.

─Me bajo aquí ─le informo y con torpeza abandono el caballo. Él se posiciona en frente mío obstruyéndome el camino.

─Aún no hemos llegado. No puedo dejarte en el medio de la calle ─dice intranquilo. Suelto un suspiro, solo quiero marcharme sin que nadie me replique.

─Mi familia ya no está en el hospital por lo que me iré directamente a mi casa ─miento con tono desanimado. Él arruga las cejas y me observa desconfiado.

─Te acompaño ─niego con las manos.

─No hace falta, mi casa está muy cerca de aquí ─doy varios pasos alejándome de él.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora