Capítulo 53

943 140 11
                                    

MICHELLE

No tengo humor de hablar con El Príncipe; aun así, voy relatando lo más breve posible los sucesos luego de haber caído por el abismo.

Cuando el anciano me dijo que había despertado me lleno una gran felicidad, incluso algunas lágrimas querían colarse por mi lagrimal; pero no lo permití. Ahora, que lo tengo en frente, desearía que estuviera dormido de nuevo. Ha sido tan grosero conmigo.

¡¿Cómo pudo decirme semejante crueldad?!

Sé que mis pechos son pequeños, de acuerdo, son diminutos; pero no tenía por qué decirlo y encima expresarse de esa forma tan cínica.

¡Ay, idiota! ¡Estúpido infeliz! ¡Bastardo!

Que merecido se tenía la cachetada, es lo único que calma mi ira. Lo gracioso es que gracias a ella pudo recordarme, él lo que necesitaba era un buen golpe. Yo quisiera darle otro más.

¡Es que quien me manda a mí a ponerle la mano en mis senos! ¡No pensé, solo estaba brava y quería que me reconociera como una chica!

¡Dios, qué vergüenza!

Mis mejillas se calientan al recordar mi acto bochornoso, el descaro toco a mi puerta y yo sin problema lo deje pasar. Aileen debe pensar que soy una desvergonzada, ninguna chica haría lo que yo hice con terceros mirando, esa clase de cosas las dejan para la intimidad.

Pero no existe tal intimidad entre él y yo...

¡AY, YA NO VOY A PENSAR MÁS EN ESO!

Despejo mi mente, quiero que la paleta de tonos rojos abandone mi rostro. Tengo al Príncipe observándome mientras le informo lo sucedido y no deseo que el tema de mis senos regrese a la conversación.

─Tienes la cara roja ─comenta plácidamente y mi corazón da un brinco. Juro que por un momento, pensé que ya lo había perdido.

─Es por el trabajo ─digo con firmeza. Las manos me sudan y me tiemblan─. El sol esta fuerte allá afuera y me tiene así ─él entrecierra los ojos y yo aparto la vista.

─ ¿Trabajo?

─No sabía cuándo despertarías, necesitaba dinero para las medicinas y mis propias necesidades; así que, Matías, el anciano que estaba aquí cuando despertaste, me consiguió un empleo como ayudante en una tienda cerca de aquí. Ellos no sabían que era una chica y se los oculte porque me era más fácil desenvolverme si creían que era un chico ─sonrió nerviosa con su mirada posada sobre mí─. A la final me descubrieron ─río y me rasco la nuca.

El Príncipe se queda viendo los vendajes que ocultan su piel, el brazo derecho está lleno de estos. Aileen me dijo que dejaría que algunas heridas sanaran solas, pero que lo más grave lo había curado con sus poderes. Le agradecí enormemente por su ayuda, creo que si el anciano no me hubiera encontrado en la caverna la historia sería distinta.

─No creí terminar así ─murmura para sí mismo mientras se examina el cuerpo.

─Fue un milagro que no muriéramos. Creí que debajo de ese gran agujero solo quedaba la nada ─el escalofrío me recorre de solo recordar aquella negrura tan absorbente y angustiante.

─Esos sujetos deben pensar que estoy muerto ─veo como aprieta los puños. Allá arriba solo nos dieron una paliza, su ego debe estar muy herido.

─Trate de averiguar si habría sucedido algo en Vermont; pero nadie sabe. Este pueblo está alejado del resto del mundo.

─Solo nos queda regresar a Ishrán. Mi padre o el sabio deben saber algo.

Atrapada en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora