El primero de noviembre Kutúzov recibió de su explorador una información según la cual el ejército a sus órdenes se hallaba en situación casi desesperada. Según ese informe, los franceses habían atravesado con gran número de fuerzas el puente de Viena y se dirigían hacia la línea de comunicación de Kutúzov con las tropas que llegaban de Rusia. Si Kutúzov se decidía a quedarse en Krems, los ciento cincuenta mil hombres del ejército de Napoleón le iban a cortar toda posibilidad de comunicación y el enemigo cercaría a sus exhaustos cuarenta mil hombres, colocándolos en la misma situación que a Mack en Ulm. Si se decidía a abandonar la línea de comunicación con las tropas provenientes de Rusia, debería penetrar en una comarca sin caminos y desconocida, en las montañas de Bohemia, defendiéndose contra un rival muy superior en número, y abandonar toda esperanza de reunirse con Buxhöwden. Por último, si Kutúzov se decidía a retroceder por el camino de Krems a Olmütz, para unirse a las tropas que llegaban de Rusia, corría el riesgo de que se le adelantasen los franceses que habían atravesado el puente de Viena y se vería obligado a combatir durante la marcha, con todos los bagajes e impedimenta, contra un ejército tres veces más numeroso que lo rodeaba por dos lados.
Kutúzov escogió lo último.
Los franceses, como anunciaban los exploradores, habían cruzado el río en Viena y se dirigían a marchas forzadas a Znaim, a más de cien kilómetros del camino por el que había de retroceder Kutúzov. Llegar a Znaim antes que los franceses constituía para los rusos una gran esperanza de salvación; dejar que los franceses llegasen antes equivalía, sin duda alguna, a poner al ejército ruso ante una vergüenza similar a la de Ulm, o a su aniquilamiento general. Pero adelantarse a los franceses con todo el ejército era imposible. El camino de los franceses desde Viena hasta Znaim era más corto y mejor que el de los rusos desde Krems.
La misma noche en que recibiera la noticia Kutúzov mandó que la vanguardia de Bagration, cuatro mil soldados, dejasen el camino de Krems a Znaim y tomasen el de Viena a Znaim, metiéndose directamente por las montañas. Bagration debía proseguir esa marcha sin detenerse, de cara a Viena y de espaldas a Znaim; y si conseguía adelantarse a los franceses, debería entretenerlos el mayor tiempo posible. Kutúzov, por su parte, con el grueso del ejército y la impedimenta, avanzaría hacia Znaim.
Después de haber cubierto en una noche tempestuosa, con soldados hambrientos y descalzos, cuarenta y cinco kilómetros a través de las montañas, por terrenos carentes de caminos, dejándose atrás un tercio de rezagados, Bagration alcanzó Hollbrün, en el camino de Viena a Znaim, horas antes que los franceses, que, desde la capital austríaca, avanzaban a su encuentro. Kutúzov tenía que marchar veinticuatro horas más con sus convoyes para llegar a Znaim. Para salvar al ejército, Bagration debía entretener con menos de cuatro mil hombres a todas las fuerzas enemigas en Hollbrün. Estos soldados rusos, hambrientos y exhaustos, debían retener durante veinticuatro horas el avance francés: cosa evidentemente imposible. Pero la caprichosa fortuna hizo que lo imposible fuera posible. El éxito de la estratagema que había puesto en manos de los franceses, sin lucha alguna, el puente de Viena indujo a Murat a tratar de engañar igualmente a Kutúzov. Al encontrarse con el grupo de Bagration en el camino de Znaim, Murat creyó que aquel destacamento era todo el ejército de Kutúzov. Para liquidar de un solo golpe al enemigo, decidió esperar la llegada de los rezagados que avanzaban por el camino de Viena y, en consecuencia, propuso un armisticio de tres días, a condición de que ambos ejércitos se mantuvieran en sus posiciones y no avanzaran un solo paso. Murat afirmaba que habían comenzado las negociaciones de paz y proponía el armisticio para evitar un inútil derramamiento de sangre. El general austríaco, conde Nostitz, que estaba en las primeras líneas, creyó en las palabras del emisario de Murat y retrocedió, dejando al descubierto el destacamento de Bagration. Otro emisario se dirigió hacia las tropas rusas llevando la misma noticia de la proximidad de la paz y proponiendo a las tropas rusas tres días de armisticio. Bagration respondió que no estaba autorizado para aceptar ni rechazar la tregua y envió a su ayudante de campo para informar a Kutúzov de la propuesta hecha.
Para Kutúzov el armisticio era el único medio de ganar tiempo, permitir un descanso al fatigado destacamento de Bagration y proporcionar a los furgones y demás trenes regimentales (cuyo movimiento ignoraban los franceses) una jornada más, por lo menos, hacia Znaim. La propuesta de armisticio traía, pues, la única e inesperada posibilidad de salvar al ejército. Al recibir la noticia, Kutúzov mandó inmediatamente a Wintzingerode, general ayudante de campo, al campamento enemigo: debía no sólo aceptar el armisticio, sino inclusive proponer condiciones de capitulación; mientras tanto, Kutúzov envió a sus ayudantes para que aceleraran todo lo posible el movimiento de los convoyes por el camino de Krems a Znaim; sólo el hambriento y extenuado grupo de Bagration debía permanecer inmóvil ante el enemigo, ocho veces más fuerte, cubriendo los movimientos de los trenes regimentales y de todo el ejército.
Las previsiones de Kutúzov se confirmaron, tanto con respecto a la capitulación propuesta -que no obligaba a nada y podía dar tiempo a que pasase cierta parte de convoyes- como también a su conjetura de que el error de Murat no tardaría en descubrirse. Apenas hubo recibido Bonaparte- que se encontraba en Schcenbrünn, a veinticinco kilómetros de Hollbrün- el informe de Murat y el proyecto de armisticio y capitulación, advirtió el engaño y escribió a Murat la siguiente carta:
Au prince Murat.
Schcenbrünn, 25 brumaire, an 1805,
à huit heures du matin.
No encuentro términos adecuados para expresarle mi descontento. Usted no manda más que mi vanguardia, y carece de poderes para concluir un armisticio sin órdenes mías. Me está haciendo perder el fruto de toda una campaña. Rompa inmediatamente el armisticio y marche contra el enemigo. Dirá que el general que ha firmado la capitulación no tenía facultades para hacerlo, y que no hay más que uno que las tenga: el emperador de Rusia.
Cuando el emperador de Rusia ratifique ese convenio, lo haré yo también; pero eso no es más que una añagaza. Avance, destruya al ejército ruso... Está en condiciones de apoderarse de su bagaje y su artillería.
El ayudante de campo del emperador de Rusia es un... Los oficiales no son nada cuando no tienen poderes; y ése no los tenía... Los austríacos se dejaron engañar en el paso del puente de Viena y usted se deja engañar por un ayudante de campo del Emperador.
Napoleón
El ayudante de campo de Bonaparte corrió a todo galope con esta terrible carta para Murat. Napoleón, a su vez, sin confianza en sus generales, se puso en marcha con toda su guardia hacia el campo de batalla temiendo que se le escapara la víctima que tenía a mano. Los cuatro mil hombres de Bagration encendían alegremente hogueras, se secaban, se calentaban, preparaban el rancho por primera vez después de tres días. Y ninguno de ellos sabía ni sospechaba lo que iba a ocurrir.
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Guerra Y Paz - León Tolstoi
ClassicsPrincipios de S. XIX, mientras Napoleón planea como invadir Rusia, Natasha, Pierre, Andréi, María y Nikolái descubrirán que tanto en la vida como en el amor hay tiempos de guerra y de paz.