El ataque del 6ºde cazadores aseguró la retirada del flanco derecho. En el centro, la acción de la olvidada batería de Tushin, que había conseguido incendiar la aldea de Schoengraben, detuvo el movimiento de las tropas francesas. Los franceses tuvieron que extinguir el incendio, propagado por el viento, y dieron así tiempo a organizar la retirada, realizada en el centro, a través del barranco, con precipitación y ruido, aunque las tropas se replegaban en buen orden; pero en el flanco izquierdo, constituido por los regimientos de infantería de Azov y Podolsk y por los de húsares de Pavlograd, las armas rusas habían sido atacadas y rebasadas por fuerzas francesas muy superiores, al mando de Lannes, y su situación era muy crítica. Bagration envió a Zherkov al general comandante del flanco izquierdo con la orden de retroceder inmediatamente.
Zherkov, sin separar la mano de la visera, espoleó animosamente el caballo y partió al galope. Mas, a poco de alejarse de Bagration, lo abandonaron las fuerzas, lo invadió un miedo invencible y le fue imposible avanzar hacia el peligro.
Al llegar a la altura de las tropas del flanco izquierdo no siguió hacia donde sonaba la fusilería, sino que se dedicó a buscar al general y a los mandos en sitios en que no podían encontrarse, y por eso no le fue posible comunicar la orden que llevaba.
El mando del ala izquierda correspondía por antigüedad al comandante del regimiento al que Kutúzov había revistado en Braunau y en el cual Dólojov servía como simple soldado, pero la punta extrema del ala izquierda había sido encomendada al jefe del regimiento de Pavlograd, donde servía Rostov, lo que originó un malentendido. Ambos jefes estaban en extremo disgustados entre sí, y, mientras en el flanco derecho hacía tiempo que se combatía y los franceses habían empezado ya el ataque, perdían el tiempo en recriminaciones mutuas con el único fin de ofenderse recíprocamente. Tanto el regimiento de caballería como el de infantería estaban poco preparados para la acción. Todos, desde el soldado hasta el general, parecían muy ajenos a una batalla que no esperaban y se entretenían en asuntos bien pacíficos: los de caballería, en dar el pienso a las bestias, y los de infantería, en cortar leña.
-Es superior a mí en graduación- dijo, enrojeciendo, el coronel alemán de húsares al ayudante de campo que le enviaban. -Que haga lo que quiera pero yo no puedo sacrificar a mis húsares. ¡Corneta! ¡Toca a retirada!
Pero la cosa se iba poniendo seria. Las descargas de fusilería y los cañonazos se confundían atronando en la derecha y en el centro, y los capotes franceses de los tiradores de Lannes atravesaban ya el dique del molino y formaban a la otra parte, a dos tiros de fusil. El coronel de infantería, con paso nervioso, se acercó al caballo, montó y haciéndose de pronto muy alto se dirigió erguido hacia el comandante del regimiento de Pavlograd. Ambos jefes se encontraron y saludaron correctamente, disimulando su cólera.
-Coronel, se lo repito; no puedo dejar la mitad de mis hombres en el bosque- dijo el general. -Le ruego, le ruego- repitió -ocupar la posición y preparar el ataque.
-Y yo le ruego que no se meta en lo que no le importa- replicó el coronel, cada vez más acalorado.
-Si fuese usted de caballería...
-No soy de caballería, coronel; pero soy un general ruso, para su conocimiento...
-Lo sé muy bien, Excelencia- gritó de pronto el coronel, con el rostro rojo como la grana, picando al caballo.
-Venga a las avanzadas y comprobará que esta línea no sirve de nada. Yo no haré destrozar mi regimiento para darle gusto.
-No sabe lo que dice, coronel. Yo no estoy aquí por mi gusto y no le permito que me diga eso.
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Guerra Y Paz - León Tolstoi
ClassicsPrincipios de S. XIX, mientras Napoleón planea como invadir Rusia, Natasha, Pierre, Andréi, María y Nikolái descubrirán que tanto en la vida como en el amor hay tiempos de guerra y de paz.