El coche derrapó al tomar la curva. YoonGi solía conducir sosegadamente pero era muy distinto cuando había necesidad.
- ¿Por qué está allí, Hyung? - JungKook se cogía fuertemente al agarre del coche. No porque estuviese asustado de la forma de conducir de su hermano mayor, si no porque si lo soltaba sentía que se echaría a temblar de la impaciencia.
- No lo sé, Kookie. - Aseguró YoonGi. Aunque se le ocurría un posibilidad. - Quizá la deuda que contrajo fue con nuestro padre.
- Ese hombre no es mi padre. - Gruñó JungKook.
- Como sea. Si está con él sólo tenemos que sacarlo de allí antes de que...
- No lo digas. - Le interrumpió. - Sólo conduce. - Le hizo caso. Sabía lo sensible que estaba el pequeño. Todo le venía de golpe y aún tenía las hormonas alteradas por la reciente presentación. JungKook había conocido al señor Min, pero no había ido nunca a "El Callejón". No sabía lo que ese ambiente provocaría sobre él.
- Escúchame, JungKook. - Le dijo mientras no dejaba de conducir a toda velocidad. - Deja que hable yo en ese lugar. Sólo sígueme, obedéceme y no metas la pata.
- Está bien, Hyung. - Colaboró. - Sólo quiero sacar a YuGyeom de ese lugar.
- Eso haremos.
El guardia de la puerta les dejó entrar sin preguntas. Enseguida encontraron a Dana y con un gesto de cabeza les indicó lo que ya imaginaban. Subieron las escaleras corriendo y llegaron a la planta donde estaba el despacho del señor Min. JungKook decidió ignorar todo lo que veía en el club.
- Joven Maestro Suga. - Dijo uno de los guardias al verle.
- No puede pasar. - Le advirtió otro. - El señor Min está reunido. - Le bloqueó la entrada. YoonGi entrecerró los ojos.
- ¿Eres nuevo? - Le preguntó YoonGi con expresión altiva.
- Sí, Maestro. Es nuevo. - Aseguró el que había hablado primero.
- Pues que se aparte de mi vista antes de que le de una paliza. - Siseó el tigre escoltado por un hermano que se impacientaba demasiado. - El guardia novato se quedó petrificado ante las miradas intimidantes de los dos hermanos. - ¿Además de nuevo eres idiota? ¿O quizá sordo? - El otro guardia le empujó para quitarle del camino de YoonGi.
- Apartaté del camino del hijo del señor Min. - El guardia novato abrió aún más los ojos y miró a los dos jóvenes tigres pasar por delante suyo. YoonGi abrió la puerta con fiereza y seguridad. Todos los que estaban dentro se asustaron de la repentina entrada. Había tan poca luz que casi no se veía nada. Antes de que pudieran acostumbrarse a la oscuridad, el mayor reconoció el sonido de dos armas apuntándoles. Colocó a JungKook detrás de él.
- ¡Bajad esas armas! - Bramó la gutural y asquerosa voz del señor Min. - Nadie vivirá para contar que ha disparado a uno de mis hijos. - Aseguró. Los hombres que les apuntaban dejaron de hacerlo. - ¿A qué debo tan grata visi...
- ¡YuGyeom! - El grito aterrorizado del más joven interrumpió al hombre. Encadenado a la pared, con los brazos en alto, se encontraba el joven híbrido de perro. Lloraba en silencio y temblaba de miedo, no era para menos, le tenían sin camiseta ni cobertor alguno. Todos los presentes podían ver su vientre de omega y, al tener los brazos encadenados, no podía cubrirse ni un poco. JungKook se precipitó hacia él quitándose el abrigo y cubriéndole con él. - Voy a sacarte de aquí. No te preocupes. - El omega levantó la cabeza despacio al sentirse muy débil.
- ¿JungKookie? - Su expresión era de confusión pero se alegraba, de verle y de, por fin, estar cubierto.
- ¿Se conocen? - Le preguntó el señor Min a su hijo mayor.
- ¿Dónde están las llaves de sus cadenas? - Dijo ignorando su pregunta.
- Si hubiera sabido que era amigo de mis hijos...
- Yo no soy nada tuyo. - Gruñó JungKook. Sus ojos brillaron por primera vez de ira, rojos y brillantes como el rubí. - Dame las putas llaves.
- Vaya, vaya. - Habló el señor Min sorprendido. - Sí que te tiene alterado el asunto, pequeño. Claro que, el carácter de tu tigre, más aun recién presentado, no es nada fácil de controlar. - Se dirigió entonces al mayor. - Quizá debieras controlar a tu hermanito, YoonGi.
- Has atado a un omega con el vientre al descubierto. Sabes perfectamente lo terrorífico y traumatizante que es eso para ellos. - Formuló el mayor de los hermanos. - Debería dejar que te destripe aquí mismo.
- Que despiadados hijos tengo. - Sonrió complacido. - Destripar a su viejo padre. - Le indicó a uno de sus guardias que le entregara la llave de las esposas a JungKook.
- Por descontado, su deuda está saldada. - Habló una vez más YoonGi.
- Claro, hijo. Yo jamás haría daño a sabiendas al omega de uno de mis hijos. - Su sonrisa irónica no consiguió derrumbar a YoonGi. Lo mataría sin dudar si se atrevía a pensar en poner una mano sobre JiMin. En cuanto el más joven desató sus manos, YuGyeom usó una para abrazarse el vientre protectoramente y con la otra rodeó el cuello de JungKook suplicando por su amparo llorando desconsoladamente en su pecho. JungKook le colocó bien el abrigo rápidamente y lo cogió en brazos. YuGyeom se aferró a su cuello y caderas instintivamente. JungKook entendió algo en ese momento. Entendió sus propias acciones y las del omega. Comprendió por qué le protegía y por qué él necesitaba de un alfa en el que confiara. No era simplemente por su relación de amistad. En una situación de debilidad como aquella, el omega requería de un alfa que le consolara y protegiera. No porque fuera más débil que él, sino porque solo un alfa podría calmar la ansiedad que sentía por la incongruencia de sus instintos al proteger su vientre de forma obsesiva. Sólo con un alfa en el que de verdad confiara, sentiría que sus futuros cachorros y su fertilidad estarían a salvo. - Que conste, JungKook... - Siguió hablando el repugnante hombre. - ..que lo dejo libre por ti. Considéralo un regalo por tu presentación. Ese chico había obtenido una gran deuda monetaria conmigo. La próxima vez no seré tan generoso. - YuGyeom temblaba y lloraba aún más cuando escuchaba la voz del hombre. Quería matarlo. Su sangre hervía por lo que le había hecho, pero lo más importante era sacar a YuGyeom de ese espantoso lugar. - Salid de aquí antes de que el despacho me huela a canela y orégano por una semana. - Gruñó el señor Min. YoonGi no desaprovechó la oportunidad. Odiaba estar allí y si mantenía la calma era sólo porque era su responsabilidad y debía cuidar de su hermano menor. JungKook abrió la puerta de una patada y se fue sin despedirse con el omega en brazos. - YoonGi. - Le llamó su padre antes de que saliera. - Ten un buen día, hijo mío. - Sonrió. YoonGi decidió no dejar pasar la oportunidad.
- Padre. Hasta hace poco aún creía que su existencia era necesaria para mí. Para mantenerme cuerdo y controlado a mí mismo. Para recordarme en quien me puedo convertir. - Argumentó YoonGi. - Pero ya no lo creo. Ahora que JungKook es adulto y que tengo una pareja de verdad, ya no siento que seas necesario para mí. - Le aseguró fríamente. - Intenta que tus negocios no influyan con mi vida, padre. O te saldrá caro. - Y dejando esa amenaza en el aire, atravesó la puerta del despacho para seguir a su hermano.
Metieron al omega en el asiento de atrás y JungKook se sentó con él.
- Ya estás a salvo, Gyeommie. - Le abrazó y consoló mientras YoonGi conducía. - Nadie va a hacerte daño.
- Mi vientre... - Sollozó.
- Tranquilo. Ya ha pasado todo.
- Usa tu olor, JungKook. - Aconsejó YoonGi. - Se sentirá más calmado. - El joven tigre aún no controlaba sus habilidades pero cerró los ojos y se concentró en arropar al omega con su olor. Eliminaría la sensación de estar encerrado y encadenado en aquel lugar. YuGyeom enterró el rostro en el cuello del alfa para sentirle mejor y dejar que su esencia le meciera y reconfortara.
- No dejaré que nadie dañe tu vientre, YuGyeom. - Le acarició el pelo. - Estarás a salvo en mi casa. ¿Recuerdas a mis padres? - Le preguntó. No le importaba realmente la respuesta, sólo quería intentar que hablara para calmarle. YuGyeom asintió. - Y vas a conocer al omega de YoonGi-Hyung, que nos está esperando. - Intentó distraerle con el suave tono de su voz. - Es un Hyung muy dulce. - Le abrazó con más fuerza. - Vas a estar bien, Gyeommie. - El omega parecía mucho más calmado. Todo el miedo y la tensión que había sufrido se perdía entre el aroma de JungKook que le invadía completamente. Su cuerpo se sentía pesado y cansado de tanto llorar. Estaba casi dormido en sus brazos.
Lo cargó cuando llegaron a la casa y lo sentó en su cama.
- YuGyeom. Él es JiMin. - Dijo señalando al tanuki, quien se arrodilló y le cogió las manos sonriente para darle confianza. - Es un gran amigo, y la pareja de YoonGi-Hyung. Él te ayudará a bañarte y ponerte el pijama. ¿De acuerdo? - El perro asintió, pero cuando JungKook hizo el gesto de levantarse y alejarse de él para salir de la habitación, el omega gimoteo nervioso e inseguro. - No te asustes. - Dijo volviendo a ponerse junto a él. YoonGi-Hyung y yo estaremos en la puerta de al lado y volveremos en cuanto te hayas cambiado. - Besó su frente con cariño. Vas a estar bien. No te preocupes. - Le miró con ojos de cachorro asustado cuando se fue. JiMin le ayudó a bañarse y a ponerse algo cómodo, fue lo más amable y cuidadoso que pudo. Se alegró al comprobar que no tenía marcas en el cuerpo, JungKook y YoonGi habían llegado hasta él antes de que sucediera algo peor gracias a la llamada urgente de Dana. YuGyeom pronto se dio cuenta de que JiMin era una buena persona y confió en él. Finalmente, YuGyeom perdió parte del miedo y pudo recomponerse poco a poco arropado por los tres jóvenes.Despertó confundido. Sonaba un ruido horrible y estridente. No sabía por qué, pero le dolía la cabeza terriblemente y veía borroso. Parpadeó un par de veces y comprendió que estaba tirado en el suelo y que no era que su vista estuviera mal, sino que la casa se estaba llenando de humo. Entonces reconoció el incómodo ruido que sonaba, era la alarma de humos. Se levantó como pudo, estaba desorientado y mareado. Se apoyó en la encimera y comprobó que, una sartén quemada sobre la vitrocerámica encendida era lo que provocaba el humo.
- ¡Jin! - Escuchó que alguien aporreaba la puerta de su departamento. - ¡Abre, Jinnie! - Xiao-Hyung debía haber oído la alarma de humos y habría ido a ver si todo iba bien. Jin apagó el fuego torpemente y retiró la sartén. Con la misma torpeza, fue apoyándose en todos los muebles hasta que llegó a la puerta del departamento. Abrió la puerta y, de esfuerzo, prácticamente cayó en los brazos de Xiao muy aturdido. - ¿Qué ha pasado?
- Estoy bien. - Pronunció a duras penas. Xiao le llevó hasta su habitación y cerró la puerta para que no llegara más humo. Abrió todas las ventanas para ventilar la casa y volvió a la habitación con un vaso de agua.
- ¿Qué ha ocurrido, Jin?
- No lo sé. Creo que me desmayé mientras cocinaba. - Supuso. - Me duele mucho la cabeza. - Tosió.
- Has debido inhalar mucho humo. - Planteó Xiao. - Deberíamos ir al hospital.
- No. Estoy bien. - Aseguró. - Sólo quédate conmigo un rato. Por favor. - Le pidió.
- Claro, Jin. - Le tendió el vaso de agua. - Bebe un poco, cariño.
- Xiao-Hyung. No me llames así. - Dijo. - Sabes que tengo un alfa.
- Lo sé. - Aseguró. - Pero ya que no estás marcado, puedo intentar que me prefieras a mí en vez de a él. - Propuso. Jin rió levemente.
- Es inútil. Te agradezco el alago y tu amistad, pero no habrá ninguna manera de que pueda darte más que eso. - Le aseguró.- No tienes porque ver la manera ahora. La idea es convencerte poco a poco. - Sonrió.
- No pierdas tu tiempo buscando algo que no existe. - Pidió Jin. - Hay muchos otros omegas que corresponderán tus sentimientos.
- Es mi tiempo, Jin. Deja que yo decida lo que hago con él.
- Como digas, Hyung. Me duele la cabeza.
- Descansa. Yo estaré aquí cuando despiertes. - Aseguró arropándoles y acariciando su cabello.* VOTA Y COMENTA!!!!!!
Lo prometido es deuda. ;)
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Like Cats and Dogs. |YoonMin| |Omegaverse|
FanfictionLa sociedad está dividida entre aquellos que intentan demostrar que la convivencia entre felinos y cánidos es posible. Para ello, jóvenes híbridos, alfas y omegas de distintas especies, descendientes de las familias más influyentes del país se conce...