Like Cats and Dogs. |YoonMin| |Omegaverse|

Pantalones de cuero

YoonGi tuvo que hacer gala de todo su valor para poder coger las llaves del coche y conducir sin temblar aquel día. Se había mentalizado. Ya no había vuelta atrás. Iba a llevar a JiMin a El Callejón. Pasara lo que pasara después, ahora debía estar concentrado en su papel de dominante, nadie podía verle flaquear en ese lugar. Paró el coche a unas calles del templo. Llegó un poco antes, para que JiMin no tuviera que esperarle. Era de noche, hacía frío y le había pedido a JiMin que vistiera de una forma especial. No permitiría que hoy estuviera solo ni un instante. Llegar antes fue inútil, porque JiMin llegó tarde.
- Lo siento mucho, Hyung. - Dijo entrando en el coche. - Usted me dijo que ropa llevar, pero no me decidía si debía llevar maquillaje o no. O abrigo. Y claro, luego cuando me vieron mis padres salir así y tan tarde se asustaron y tuve que decir que iba a la fiesta de cumpleaños de TaeHyung y que sus padres estarían en casa. Si no, puede que no me hubieran dejado salir. Ahora estoy en un lío, Hyung. ¿Qué diré cuando sea la fiesta de cumpleaños de TaeTae? - YoonGi no escuchó ni una sola palabra de la verborrea de su omega. Estaba haciendo lo imposible por no lanzarse a él y hacerlo suyo en ese mismo momento. Tragó con dificultad y empezó a conducir. No podía mirarle. Él le había dicho que ropa tenía que ponerse para no desentonar en aquel lugar, pero no se lo había imaginado con ello puesto. Cuando le dijo que tenía pantalones ajustados de cuero no logró saber para qué los habría usado antes JiMin y ahora, la duda le carcomía por dentro. - No se enfade, Hyung. Siento haber llegado tarde. - YoonGi le miró un instante sorprendido. No se había dado cuenta de que ni si quiera le había saludado.
- No estoy enfadado, mocoso. - Aseguró. - Esta pensando en mis cosas. Perdona. - Tuvo que apartar la vista de nuevo. Sus pantalones se pegaban demasiado eróticamente a sus muslos de bailarín. No quería imaginar que sería de él cuando le viese sus glúteos. Tenía la camisa negra un poco abierta y se podía ver la blanca piel de su pecho. Mordió su labio evitando pensar lo que quería hacer con ese delicioso y predispuesto cuerpo. Además, el sutil maquillaje que se había puesto y la manera en la que se había peinado, le hacían, si era posible, verse más atractivo.
- ¿No le gusta cómo me he vestido, Hyung? - Dijo con la cabeza agachada. - Apenas me ha mirado.
- No te miro porque estoy intentando con todas mis fuerzas no parar el coche y follarte en los asientos de atrás. - JiMin se sorprendió. - Estás demasiado potente, mi pequeño. - El tanuki se sonrojó de pies a cabeza.
- Usted también está muy guapo, Hyung. - Opinó frotando sus manitas nervioso. YoonGi usaba uno de los habituales trajes que llevaba a El Callejón como su posición de dominante requería. - Y huele muy fuerte hoy. - Dijo mordiendo su labio.
- Gracias. Y lo sé. Lo hago a propósito para que te sea más fácil someterte. Hoy necesito que estés muy receptivo ante mí. - Dijo poniendo una mano en el muslo del tanuki, pero sin atreverse a mirarle por miedo a distraerse demasiado mientras conducía. JiMin no puso impedimentos, sólo se sonrojo aún más. Esa ropa le hacía demasiado sensible al tacto de su alfa. Y el aroma a tierra mojada del alfa le tenía completamente a su merced. Sabía que YoonGi lo hacía para protegerle, así que, no sólo no opuso resistencia, sino que se calmó y se dejó conducir por el alfa. - Tengo una curiosidad. ¿Por qué tienes esos pantalones tan provocativos y ajustados en tu armario? La verdad es que pensé que tendría que comprarte unos. - Aseguró el tigre. - ¿Qué secreto lascivo oculta mi pequeño travieso? - YoonGi ya estaba completamente metido en su papel de dominante, pero a JiMin le estaba pillando en frío y eso hacía que YoonGi le dominara aún con más facilidad.
- Sólo fue para una actuación de baile hace un año, Hyung. - Aseguró. - La verdad es que... mis padres casi ponen el grito en el cielo.
- ¿Me estás diciendo que un montón de gente te ha visto vestido así y bailando? - Preguntó YoonGi.
- No había tanta gente. - Comentó. - Unas 2000. - YoonGi apretó el volante. - Claro que, en aquel entonces yo ni si quiera estaba presentado. Era una función totalmente inocente. - YoonGi rió.
- Inocente mis narices. - Chasqueo la lengua molesto. - Se me va a hacer muy difícil que la gente de Seúl vea bailar a mi pequeño. Más aún si va a vestirse así. - Opinó. - Claro que, resulta más que excitante pensar que yo seré el único que, después de la función, lo tenga en mi cama jadeando y gimiendo por más sexo. - Dijo mostrando en su rostro esa sonrisa lasciva y sedienta que electrizaba todas las células de JiMin. - Porqué será así, ¿verdad, mi pequeño niño?
- S-sí, Hyung. - Su voz tembló de excitación.
- Así me gusta. - Su voz grave mareaba al tanuki dulcemente. - Ahora necesito explicarte algo mientras llegamos. Escucharme bien. - JiMin puso todos sus sentidos en escucharle. - No importa lo que veas en ese lugar. No se te ocurra separarte de mí. Es más, no te dejaré. Si aquello no te gusta y quieres irte, inmediatamente me lo dices y nos vamos. ¿Entendido? - JiMin asintió seguro. - Obedecedme en todo. Aunque te parezca raro no me repliques y obedece.
- Sí, Hyung. Obedeceré.
- No hables con nadie si yo no te doy permiso. Los sumisos con pareja no deben llamar la atención a no ser que su dominante se lo ordene. - Le explicó.
- Pues con esta ropa, desapercibido no paso, Hyung. - Opinó.
- Allí sí, porque es lo normal. Desentonarías si llevaras ropa de calle normal. - Aseguró. - Camina siempre justo detrás de mí y con la cabeza agachada. No mires a otro dominante a los ojos y guarda silencio cuando yo este hablando con ellos. Sólo sigue mis ordenes, ¿vale? Y cualquier cosa que quieras saber, me la preguntas discretamente siempre que estemos solos. Haré todo lo posible por hacerlo fácil para ti.
- Me portaré bien, Hyung. - YoonGi sonrió. Estaba seguro de que JiMin no cometería ninguna estupidez. No había sumiso más innato que JiMin hacia él.
- Muy bien, mi pequeño. - Aparcó el coche y JiMin miró por la ventanilla. No había mucha gente en esa calle y justo a su lado sólo había un estrecho callejón oscuro. Parecía haber algo de luz al final de este. - JiMin, hoy más que nunca debes confiar en mí. - JiMin asintió sonriente. No tenía problema en eso. YoonGi cogió una caja del asiento de atrás. - Lo que hay en la caja es un préstamo, no un regalo. Si algún día te llego a regalar uno parecido, para entonces ya sabrás lo que significa. Te va a parecer raro, pero...
- Le obedeceré en todo Hyung, por raro que me parezca. - Satisfecho, YoonGi abrió la caja. Había un collar de cuero grueso y metal plateado en él, como el de una mascota. - Es un collar de sumisión, ¿verdad, Hyung? - El tigre asintió.
- Aún no te has ganado el derecho de llevarlo como sumiso pero lo necesitas para entrar aquí. Significa que tienes un dominante y que, por tanto, ningún otro puede intentar reclamarte. - Abrochó el collar alrededor del cuello de JiMin. El tacto de los dedos de su alfa, su aroma ahora más cerca, además del cálido cuero y el frío metal sobre su piel le tenían por completo sometido. Ese collar era una prueba de que era suyo, sólo de YoonGi. Era como poder gritarlo a los cuatro vientos. Eso le complacía, muy lejos de molestarle. - Allí puede haber mucha gente y no quiero que te pierdas en algún lugar raro. Así que estaré más tranquilo si pongo una correa en el collar y no la suelto. - No le estaba preguntando, simplemente lo hizo, pero a JiMin no le importó. Obedecería complaciendo a su alfa y con ello a él mismo. YoonGi salió del coche y abrió la puerta de JiMin. Tomó la correa y le invitó a salir. - Siento si te incomoda mucho, pequeño. Algunos no pueden soportarlo.
- La verdad es que me siento más seguro al saber que así no me separaré de usted en ese lugar, Hyung. - YoonGi se acercó a él.
- No puedes ser más perfecto. - Susurró sonriente. Llevó una mano al trasero de JiMin y lo masajeó por encima del fino pantalón de cuero. JiMin gimió sorprendido y agradecido por su gesto. - Llevaba todo el camino queriendo hacer eso, mi sumiso. - Le susurró al oído. - Ahora vamos a dentro. Voy a ser la envidia de todo el lugar.

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