La cabaña de la Luna

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Después de haber dormido abrazados toda la noche, se despertaron pronto para ir al instituto. HoSeok no habló demasiado durante todo el día, ya se sentía suficientemente mal con todo lo que estaba sucediendo. Habría preferido que fuera un omega más duro, al que no sintiera la necesidad de proteger. Cuando salió de clase en el receso, vio, en la zona de las taquillas, como los alfas del día anterior miraban al niño incomodándole sobremanera. Se esfumaron cuando vieron a HoSeok aparecer y colocarse junto al omega. Salieron al patio sin decir una palabra y HoSeok siguió con su plan del día anterior y se tumbó para dormitar. El omega se sentó a su lado y le acompañó sin decir una palabra. 
Llegar a casa, preparar su maleta y salir en dirección a la cabaña les llevó una hora. El padre de HoSeok condujo para ellos para poder llevarse el coche después y dejarles más aislados. En cuatro horas estuvieron allí, pero el viaje se hizo eterno.
- Ya hemos llegado. - Sacaron sus maletas contemplaron la cabaña. Era pequeña, pero parecía acogedora. - Cuida de tu omega. - Dijo el hombre, que ni si quiera se bajó del coche. Debìa ser la duodécima vez que se lo decía durante el viaje. HoSeok respondió lo mismo que las veces anteriores.
- Sí, padre. - Vieron marchar el coche antes de entrar. - Bueno. Pues ya estamos aquí. - Empezó a subir los pocos escalones de la cabaña y el omega le siguió. El primer escalón debía estar mal clavado y, aunque HoSeok había subido sin problemas, el muchacho que le seguía tropezó y dio con las rodillas en el siguiente escalón con un pequeño quejido. - ¿Estás bien?
- S-sí. - Dudó. - Creo que me he clavado algo en la rodilla.
- Empezamos bien. - Le ayudó a entrar en la casa. - Eso pasa por traer esos modernos pantalones rotos al campo. -  Le colocó en el sofá. - Creo que tengo unas pinzas por aquí. - Rebuscó en su neceser y las sacó. El omega le miró desde el sofá, muy recto. - ¿Vas a retirarte el pantalón o estás esperando a que lo haga yo? - El omega se apresuró, algo avergonzado, a desviestirse y volvió a sentarse muy erguido. HoSeok se sentó a su lado y cogió la corva de su rodilla dañada hasta colocarla sobre sus piernas, obligando al chico a estar un poco recostado en el sofá. Su piel era muy palida y suave. Se centró en retirar la astilla clavada en su rodilla mientras el omega se ruborizaba por el contacto directo sobre su piel. - Ya casi está fuera. - Al sacar la astilla, una gota de sangre salió de la herida. HoSeok era el mayor de muchos hermanos, cuidar de los más pequeños con ese tipo de heridas pequeñas era casi instintivo para él y, por mero instinto y sin que fuera violento o extraño para sí mismo, lamió la sangre que salía de la pequeña herida de la rodilla. HoSeok no le dio importancia, era algo común entre hermanos. YoonGi lo había hecho con JungKook cuando a este le habían partido del labio en aquella pelea. Sin embargo, el omega se tensó. Nunca nadie, excepto su madre, le había hecho algo así antes. - Ya está. No es nada. Vistete.
- Sí, Hyung. - Dijo aún tímido.
- ¿Hacemos la cena? - Preguntó HoSeok levantándose.
- Yo... aún no he aprendido a cocinar bien. - Reconoció. - Lo siento. - HoSeok sabía porque pedía perdón. Seguramente alguien le había dicho que debía aprender a cocinar para ser un buen omega para su alfa.
- No importa. Vamos, ven. - Le animó. - No es que yo sea un experto. Pero sobreviviremos. - Rió. El omega no le vio la gracia, pero sonrió. Era la primera vez que veía al alfa reír de verdad. Su risa era escandalosa y cálida.
Cocinaron y cenaron y charlaron y se les hechó la noche encima. Entoces se dieron cuenta de que esa cabaña estaba especialmente diseñada para el apareamiento. Por unas sencillas razones: no había televisión, ni libros, sólo había una habitación y un solo baño, grande y con jacuzzi. Lo peor de todo, no había calefacción y, ahora que caía la noche, hacía frío. Estaba diseñado para que una pareja intimara, sin otras distracciones y con el frío que le incitaría a darse calor mutuo. Por suerte había bastantes mantas. A medida que se adentraban en la noche, HoSeok percibía como el omega estaba cada vez más nervioso.
- Ve a dormir a la habitación. Yo dormiré en el sofá. - El omega se sorprendió.
- Yo... le prometo que puedo ser un buen omega para usted. - Se apresuró a decir. - Soy valido. - HoSeok sabía a lo que el omega se refería. Quería decir que era fertil, que podía concebir y criar un cachorro. Si aseguraba eso con tanta certeza, seguramente era porque le habían examinado. - ¿Te ha obligado mi padre a hacerte esas pruebas? - El muchacho negó con la cabeza agachada.
- Mi padre me las hizo cuando empezó a considerar la idea de casarme. - Aseguró. - Pero... - Dudó en continuar. - ...el señor Jung se alegró de saber que ya las tenía hechas. - Confesó. HoSeok bufó. Les vendían como si sus sentimientos no valiensen nada. Empezaba a dudar que sus padres tuvieran sentimientos. Para ellos sólo existía la avaricia y el poder de la manada. - Sé que esto no es lo que nosotros queríamos, pero nuestras familias lo requieren. Yo... puedo complacerle. - Se ofreció sin mirarle. HoSeok se acercó a él hasta colocarse muy cerca. El omega se encogió un poco. El alfa le levantó la barbilla y el omega le vio sonreír.
- Estoy seguro de que serías un estupendo omega y padre. - Aseguró. - Pero yo no puedo hacerlo. No es a ti a quien pertenezco. - Confesó.
- Supuse que un alfa como usted tendría una pareja. - Dijo bajando de nuevo el rostro. - Lo comprendo. No me importa. Pero nuestras familias lo quieren así. - Se había rendido, igual que HoSeok, lo podía ver en sus ojos. - Entenderé si usted está con otro. - Eso era muy maduro y muy triste al mismo tiempo. Permitir que tu alfa esté con otro omega debía ser una sensación terrible. - Es más, comprendo que yo sería "el otro". Pero no podemos desobedecer. Yo debo... - Llevó su mano a su vientre y no dijo nada más.
- Quieren que nos casemos estando tú encinta. - Afirmó. Y el omega asintió. Ambos lo sabían, ninguno lo deseaba así.
- Según ellos sería lo ideal. Demostrar que somos aptos y tener un vínculo más importante que nosotros mismos. - Dejó caer sus brazos. - Pero no estoy preparado. - Reconoció. - Soy muy joven. - Estaba asustado. Cómo para no estarlo.
- No quiero tomarte. - Le aseguró. - No puedo hacerlo, por mi verdadero omega y por ti. No lo haré.
- Pero tu celo... sin supresores y aquí solos...
- Aguantaré. - Prometió.
- No deberíamos. Deberíamos obedecer. Yo puedo hacerlo si tú me ayudas.
- ¿No estás cansado de obedecer? - Le preguntó.
- Soy un omega. Es mi deber. Aunque no lo entienda, aunque esté asustado, siempre debo complacer las exigencias de los alfas.
- Por eso dejabas que te tocasen así en el instituto. - Comprendió HoSeok. Él asintió. - ¿Quié te dijo algo así? No es verdad. No debes obedecer siempre. Es tu vida. Tú deberías poder elegir.
- Yo... yo... no sé. - Nunca había desobedecido. Claro que nada de lo que le habían pedido antes era como aquello. ¿Debía dejar que decidieran toda su vida por él? - ¿Qué debo hacer? - HoSeok le sonrió.
- Por el momento, ve a dormir a la habitación y yo dormiré aquí. - Aseguró revolviendo su pelo cariñosamente. - Y abrígate bien, que hace mucho frío por la noche.
- Esta bien, Hyung. Buenas noches.

Like Cats and Dogs. |YoonMin| |Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora