Nada como el hogar

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Había estado retrasando la reunión con sus padres con la excusa de tener que estar cerca de su manada por todo lo que había sucedido con JiMin y YoonGi. Habían quedado en una cafetería. Cualquier lugar público hubiera estado bien para Jin, que sólo pedía que no se montara una escena. Por miedo, les había dicho que sólo estaría con ellos un par de horas y le había pedido a NamJoon que le fuera a recoger después. Además, no era sólo una excusa. Tenían otra cosa que hacer después. Lo mejor era un primer contacto corto. Además, si todo salía bien, quizá podría presentarles a su alfa. ¿Estaría eso bien? ¿O era demasiado precipitado? Decidió pensarlo durante la reunión. Llegó pronto y se sentó en una mesa en la esquina. Pidió un café, tener algo que beber le aliviaría los nervios. Estaba mirando por la ventana, preguntándose desde donde vendrían sus padres.
- Hola, Jin. - Eso le sorprendió.
SeokRa
- Ho-hola, padre...madre. - Ni siquiera estaba seguro de que fueran a venir los dos.
- Te veo bien. Estás... muy guapo, hijo. - Pronunció la mujer.
- Gracias. - Se levantó de donde estaba sentado, torpemente, y educadamente pidió a sus padres que se sentaran.
- Nos sorprendió mucho tu llamada. - Dijo el zorro alfa. - ¿Por qué ahora? - Jin se encogió de hombros.
- No hay una razón especial. Supongo que, ahora que me siento bien conmigo mismo, ahora que estoy más estable, necesitaba hacer las cosas bien. Intentar cambiar aquello que aún tenía clavado aquí. - Asumió llevándose la mano al pecho.
- Nos asustamos cuando empezaste a darnos largas para reunirnos. - Reconoció su madre.
- Creímos que te habrías arrepentido. - Añadió el hombre.
- Sí, lo siento. Algunos miembros de mi manada tuvieron problemas. - Explicó con la cabeza agachada. - Debíamos mantenernos unidos. - No era del todo mentira.
- Así que... tienes una manada. - Pronunció su madre mostrando un poco de temor.
- No tiene nada que ver con aquel alfa con el que estuve. - Aseguró. - Ellos son muy diferentes. Son buenas personas. Cuidamos unos de otros. - Hablaba de aquello, en parte porque no sabía que otra cosa podría contarles. Además de que quería asegurarles que estafa bien, que no tenían motivos para preocuparse por él.
- Tener una manada es bueno. - Comentó el alfa de zorro sin saber tampoco que debía decir para que aquello no fuera incómodo.
- Y...¿qué haces ahora? - Quiso saber su madre cambiando de tema. - Trabajas, supongo.
- Estoy trabajando a media jornada en un instituto. Como ayudante de enfermería y alguna otra cosa. - Respondió. - Y estoy en la universidad. Estudio enfermería.
- ¿En serio? - Se sorprendieron los progenitores. - ¿Haces las dos cosas? 
- ¿Te da para vivir pagando la universidad? - Quiso saber el otro.
- Antes trabajaba allí a tiempo completo para poder pagarla, pero empecé a desfallecer porque era demasiado esfuerzo. - Reconoció. - Estuve algo enfermo un tiempo. Por eso bajé las horas de trabajo.
- No se si es la decisión que hubiera tomado yo, Jin. - Aquello había sonado mal. El alfa sabía que ya no tenía derecho a juzgar sus acciones. En realidad, solo estaba preocupado. - Quiero decir. Ahora quizá no puedas pagar la matrícula. Nosotros podemos... - Jin negó con la cabeza.
- No se preocupe, padre. - Anunció. - Tomé esa decisión porque, la verdad es que, ya no necesito el trabajo para vivir. - Le miraron confusos.
- Cuando caí enfermo, mi... - Dudó en decirlo, pero no tenía nada que ocultar. A estas alturas ya estaba liberado de lo que pudieran opinar los demás, incluso sus padres. - Mi alfa se preocupó mucho y me convenció de que me dejara ayudar por su familia. Ellos pagan mi matricula.
- ¡Vaya! - La pareja de zorros se miró entre sí. - Es muy generoso por su parte, pero... nosotros somos tus padres. Hijo... entendemos que no quieras volver a casa, pero deja que nosotros paguemos tus gastos.
- No es necesario, de verdad. - Aseguró. - Para vosotros supondría demasiado esfuerzo. Ellos tienen... bastante dinero. - Tampoco tenía porque decirles que eran muy ricos porque era la familia del mismísimo presidente del país. - Y con mi trabajo puedo pagar el resto de mis gastos.
- ¿Esa es la manada de la que hablabas? ¿Ellos son? ¿Su familia? - Jin vio la decepción en sus ojos. Se sentían desplazados, remplazados, y, por otro lado, sabían que, en cierto modo, lo merecían. Jin se había escapado de casa porque ellos no habían sabido gestionar el dolor de la pérdida de su hijo mayor. Sin tener en cuenta que Jin también lloraba su muerte. Le habían echado la culpa a él. Hacía tiempo que lo veían con claridad. Ahora sentían que no tenían derecho a reclamarle nada.
- No. - Respondió el joven omega. - Mi pareja sí forma parte de la manada, claro, pero el resto son amigos. Otras parejas. Una de las parejas está esperando un cachorro y ha tenido unos problemas. Pero ahora todo está bien. - No quiso dar más detalles.
- Ya veo. - Pronunciaron. Si Jin no quería dar muchos detalles, ellos tampoco debían presionarle.
- ¿Y vosotros? - Jin se sentía torpe al hablar. - ¿Estáis bien y eso...?
- Sí, hijo. Nosotros seguimos igual. - Le sonrió la mujer. Pero, de nuevo la conversación quedó en el aire y se produjo un silencio incómodo para los tres.
- SeokJin. - Habló el padre rompiendo el largo silencio. - Nos alegró mucho que nos llamarás. - Confesó. - Quisimos localizarte antes pero, como cambiaste tu número de móvil... Además, no sabíamos si querrías hablar con nosotros. Lo que quiero decir es que...lo sentimos. - Pronunció sin más rodeos. La verdad fuera dicha, tenía miedo de no recibir el perdón de su hijo. - Cuando SeokRa murió, no supimos como hacer las cosas. Era tal el dolor que... - Empezó pero cambió de frase. - No intento justificar nuestros actos. - Aseguró.
- Te hicimos sentir que tenías la culpa de lo ocurrido. - Cogió el relevo su madre. - Pero no era verdad. Era más fácil buscar un culpable que afrontar el dolor. No puedo imaginar el sufrimiento que te causamos. Cuando escapaste de casa... supimos que habíamos hecho las cosas tan mal. Lo siento tanto, mi cachorro. - Le tembló la voz. - Perdónamos, Jin. Por favor. - Suplicó la mujer con ojos llorosos. A Jin se le partía el corazón al verla así.
- Querida. - La llamó. - No puedes presionarle para que nos perdone. Las cosas no funcionan así. No se puede obligar a nadie, ni siquiera a uno mismo, a perdonar.
- Yo... No voy a decir que no lo pasé mal. - Reconoció Jin. - No tenía a nadie. Lo perdí todo. A vosotros, a SeokRa-Hyung. Me costó mucho volver a confiar en la gente. Tenía miedo de volver a sentirme solo. - Explicó. - Pero ya no me siento así. - Aseguró con firmeza. - No voy a volver a casa. Tengo y quiero permanecer con mi manada, con mi alfa. Pero ya no siento rencor hacia vosotros. En realidad, sólo quería saber si seguiais con la sensación de que yo tuve la culpa de lo que le pasó a Hyung. Yo también me culpé mucho tiempo, hasta que me hicieron ver que no tenía sentido.
- Fue un accidente horrible, pero nadie tuvo la culpa, Jin. - Sentenció el padre. - A nosotros también nos costó mucho entenderlo.
- Lo sentimos, Jinnie. - Cogió las manos del joven zorro.
- No hay nada que sentir, madre. - Le sonrió. La omega había añorado la sonrisa de su hermoso hijo. - No hay nada que perdonar. - La mujer no pudo evitar saltar a los brazos de su cachorro para abrazarlo. Y durante las siguientes dos horas estuvieron hablando de ese tiempo. Jin les contó mucho sobre su manada, recuperando cada vez más confianza en sus progenitores. Incluso pudieron volver a reír juntos.
- Veo que todo ha salido bien. - Dijo una dulce voz a su espalda. - ¿Ves como no tenías de qué preocuparte?
- ¡Nam! - Exclamó el omega de zorro al verle ya en la cafetería. - ¿Ya han pasado las dos horas?
- En realidad llevo más de 30 minutos sentado en aquella otra mesa tomando un café. - Confesó. - Se os veía tan enfrascados en la conversación y no te vi ni una vez mirar el reloj o buscarme en la puerta, que decidí esperar un poco.
- Siempre tan considerado. - Le sonrió a su alfa. - Papá, mamá. Os presento a Kim NamJoon, mi alfa. - El león se inclinó ante los dos mayores y el padre se levantó para estrecharle la mano.
- Un placer, muchacho.
- El placer es mío. - Respondió cortésmente.
- Eres un león. - Pronunció la madre sorprendida. - Y un gran alfa. - Jin no había olvidado que su madre tenía una sexto sentido para esas cosas.
- Así es. - Corroboró NamJoon.
- ¿Eres un león? ¿Y un Kim? ¿No me digas qué...? - Dijo el padre mostrándose muy sorprendido.
- No lo digas. - Le detuvo Jin. Y se puso a susurrar. - Si te oye alguien podría liarse una buena. Se llenaría de gente haciendo fotos si se enteran de quien es. - Aseguró sonriente.
- No lo puedo creer. - Murmuró la mujer.
- Jin. - Se abstuvo de apelativos cariñosos en frente de sus padres. - Deberíamos irnos pronto. - Le recordó. - Habíamos quedado en ir a ver la casa, ¿recuerdas? - Jin asintió y se despidió de sus padres con la promesa de volver a verse y a llamarse por teléfono. Todo aquello les había hecho mucho daño a los tres. Ahora que se habían perdonado unos a otros y se habían perdonado a sí mismos, era momento de retomar el contacto y quizá, con el tiempo, volver a ser una familia.

Like Cats and Dogs. |YoonMin| |Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora