En el interior de mi alma

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YoonGi y JiMin caminaron en silencio hasta el coche. YoonGi tenía miedo de que el tanuki se hubiera sentido desagradado por aquella situación con Haki y el señor Lee. JiMin sólo pensaba.
- Eso de "juguetes bonitos" lo ha cogido de ti. - Planteó JiMin.
- ¿Qué?
- Cuando estás excitado y te refieres a algo sexual, tiendes a poner el adjetivo "bonito". - Le recordó. El tigre se encogió de hombros.
- Puede ser. - Admitió.
- Tú le entrenaste para ser un sumiso. - Comentó siendo obvio.
- Ya sabías que habría gente así. ¿Te ha sido muy incómodo conocerle? - Quiso saber. JiMin, ante todo pronóstico, negó.
- Parecía feliz. Eso es lo que importa. Aunque el señor parecía demasiado mayor para él. - Opinó.
- Tiende a pasar. Los alfas entran más tarde en el mundillo, normalmente. - Explicó. - Pero es cierto que ellos tienen una gran diferencia de edad.
- ¿Por eso le llaman Joven Maestro? - YoonGi asintió. - ¿Y lo de Suga? Creí que era sólo en su anterior instituto.
- Fue más o menos en la misma época, así que usé ese nombre como pseudónimo.
- ¿Y lo de mascota y amo? - Dijo JiMin cuando ya se estaban subiendo al coche.
- Hay muchos roles que una pareja puede asumir. Mascota y dueño, amo y esclavo, daddy y babyboy o babygirl...
- Maestro... - Pronunció el tanuki.
- Eso es algo distinto. - Aclaró mientras arrancaba. - Un maestro no tiene porque formar parte de una pareja. Puede enseñar como comportarse a un sumiso o a un dominante. Incluso hay maestros que son sumisos y enseñan a dominantes o a otros sumisos. Aunque no son frecuentes.
- Así que... ¿el señor Lee te entregó a su mascota para que lo entrenaras.
- ¿Qué? No. - Rió YoonGi. - Los sumisos novatos no tienen a un dominante aún, no tendría sentido. La figura del maestro está para iniciar a los novatos y enseñarles cuales son sus propios límites, que cosas les gustan y cuales no. Como comportarse con otros dominantes o sumisos. Sobretodo se adiestra a los sumisos, pero los dominantes también deberían aprender, incluso más que los sumisos, para hacer las cosas con seguridad. Después de eso, suelen buscar una pareja acorde a sus gustos y al rol que más les guste.
- Entonces los maestros son intermediarios. Nunca tienen una pareja estable. - Comentó JiMin, que le escuchaba seria y atentamente.
- Un Maestro puede tener otros roles con otras personas también. - Explicó. - No siempre se la pasa enseñando. La gente va cambiando. En mi caso, me llaman maestro porque es lo que más he hecho y porque dicen que soy bueno a pesar de ser joven. Los maestros, por lógica, son los más experimentados, y por tanto,  suelen ser más mayores.
- En otras palabras. Mi alfa en un niño prodigio de la dominación/sumisión. - Dijo JiMin.
- No tanto como... - Giró la cabeza para mirarle un instante mientras conducía y vio que el tanuki le miraba fijamente mientras su mordía el labio. YoonGi leyó su mirada. Todo aquella conversación no le incomodaba. La idea de tener a un dominante tan único como él a su lado le estaba entusiasmando cada vez más. Ese niño era peligroso.
- ¿Cuál es tu rol favorito? - Le preguntó deseoso de saber la respuesta. Quería complacer a su alfa. Sabía que dijera lo que dijera encajaría perfectamente con él.
- Entrenar me gusta mucho. - Reconoció con obviedad. - Pero al final es cansado. Supongo que... la relación básica de sumiso y dominante es la que más me gusta. - Admitió y siguió explicando. Quería que JiMin lo entendiera bien. - La relación de mascota y esclavo implican humillación. Está bien de vez en cuando, pero no me gusta basarlo en eso. Lo que me excita es el sometimiento y la disposición que muestra un sumiso. No tengo la necesidad de humillarle. Es el hecho de tener el control lo que me atrae. - Dijo. - Creo que es una relación más sana. Como te dije, tampoco me gusta el sadismo. - Añadió. - Lo del babyboy esta bien. La estética es excitante, pero los trages demasiado llamativos o la ropa interior de mujer no son del todo lo mío. Quizá soy un poco demasiado clásico. O quizá me gusta picar de todo un poco. - Rió al autoanalizarse.
- Es complejo. - Admitió JiMin finalmente.
- JiMin... tengo cosas importantes que mostrarte antes de plantearte nada de eso. - El rostro de YoonGi se volvió más serio que nunca. - Quizá, cuando vayamos a El Callejón y te
muestre la verdad... - Respiró hondo. - Quizá no quieras volver a saber nada de mí. Ni si quiera como tu alfa. - Lo reconoció al fin. Estaba más que asustado de que JiMin le abandonase cuando supiese su verdad. Pero era necesario enseñárselo. No podía ocultarselo. No a él. No con quie  quería tener una relación más verdadera que nunca. - JiMin sintió su miedo en carnes propias.
- No se preocupe, Hyung. - Intentó calmarle poniendo su mano sobre la que YoonGi tenía en la palanca de cambios. - Yo no me alejaré de usted.
- No puedes decir eso aún. - Le aseguró.
- Sí puedo. Los dioses no se equivocan.
- Los dioses pueden tener un macabro sentido del humor. - Pensó en voz alta.

- Pasa. - Entraron a un apartamento pequeño. El salón sólo tenía un sofá, un televisor y una mesa de café, no cabía más. La cocina también era rudimentaria, pero estaba muy limpia y perfectamente ordenada. Parecía una casa sin usar, pero cuidada. Sólo dos habitaciones y un baño.
- Así que aquí traes a tus sumisos. - Dijo JiMin pícaro. - Ahora me atarás a la cama y te aprovecharás de mí, Hyung. - Finjió timidez e inocencia.
- No me tientes, mocoso. - Le advirtió. - Y deja de finjir que no eres la cosa más inocente y adorable del planeta. Conmigo no te va a valer. - YoonGi tenía razón. Quería picar su instinto hasta hacerlo saltar y así poder complacer sus necesidades y laa de su alfa. Pero no podía negarle que estaba nervioso, aunque no tuviera miedo.
- No te voy a mentir. Por muy limpia que esté será mejor que no pases una lámpara de ultravioleta por aquí o te asustarás. Especialmente en esa habitación. - Señaló a una de las dos puertas cerradas que había. - Pero ya disfrutaremos de esa faceta de la casa. Quiero enseñarte la otra habitación. - Señaló la otra puerta. - No encontrarás una sola señal de sexo en ella.
- Esa está cerrada con llave. - Observó JiMin. Ninguna otra puerta lo estaba.
- Entrar ahí es como entrar en mi alma. No puedo dejar que cualquiera que entre en la casa llegue a entrar ahí. - Aseguró. Se acercó para abrirla. Estaba repleta de distintos intrumentos y mesas de mezcla. Había un hermoso piano de pared marrón, debía ser lo único viejo de la casa. El resto era todo electrónica moderna. - Este es mi modesto estudio de composición.
- ¿Puedo pasar? - Entrar ahí es como entrar en mi alma. Había dicho YoonGi. Nunca había dejado entrar ahí a ninguno de sus sumisos, ni si quiera se lo había planteado. Sólo HoSeok, NamJoon y su hermano pequeño habían entrado. El tigre sonrió y sin dudar le permitió el paso. JiMin ya era parte de su alma, no tenía razón alguna para que no entrara. - Es increible, Hyung. - JiMin observó cada cosa con mucha curiosidad. Acarició la madera del piano. - ¿Sabe tocar, Hyung?
- Claro. - Dijo sentandose frente a este. - Era de mi abuela materna, por lo que me dijo mi madre. Desde niño fui tocándolo de forma autodidacta. - Colocó los dedos sobre las teclas elegantemente. - ¿Quieres que toque para ti? - JiMin asintió con avidez y acto seguido la música empezó. Era tan hermoso. Una melodía tan dulce y amable. JiMin no pudo apartar los ojos del pianista. Se dio cuenta de algo que sabía pero de lo que no era del todo consciente. YoonGi era tremendamente hermoso. Tanto como la música que salía de su alma y atravesaba ese piano. Su pecho se llenó de emociones, el vello de sus brazos y su nuca se erizó. Tan hipnotizado estaba que no se dio cuenta de la lágrima de pura emoción que resbaló por su mejilla. Cuando YoonGi acabó la canción caminó hasta JiMin y lamió la lágrima con amor. - No creí que tocara tan mal como para hacerte llorar. - Bromeó. JiMin se abrazó a su alfa conmovido. Era bailarín, la música era medicina para él. Pero la que YoonGi tocaba era la única que curaría su alma desde entonces. - Gracias, mi pequeño. - Correspondió a su abrazo. No necesitaban decirse demasiado.
- Béseme, Hyung. Por favor. - YoonGi accedió. Fue lo más dulce que supo. Acarició su espalda y su pelo suavemente. Sin lengua. Sin segundas intenciones. Sólo amor.

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Like Cats and Dogs. |YoonMin| |Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora