El amigo de Jin

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Jin decidió aquella tarde salir al supermercado para hacer la compra de la semana.
- Jinnie. - Le llamó una voz. Jin levantó la cabeza de su listado.
- ¡Oh Xiao-Hyung! Hacía bastante que no tres veía, para ser vecinos. - Rió Jin acercándose.
- Sí, es que he estado de viaje. ¿Qué haces?
- La compra de la semana. Nada interesante. - Sonrió.
- Yo tenía pensado pedir algo para cenar hoy, pero es un poco triste cenar solo. ¿Vienes a mi casa? Podemos ver una película y charlar.
- ¡Claro! - Jin no lo dudó. Xiao y él eran vecinos desde hacía un tiempo, pero no sólo eso, en el pasado habían ido a ala escuela juntos y, aunque no se conocieron a fondo en esa época al no estar en la misma clase, los dos eran conocidos pues tenían amigos en común. Varias veces habían salido, en el pasado, con su anterior grupo de amigos con el cual, los dos, habían perdido casi todo el contacto. Por esa razón, Jin siempre quiso acercarse más a su Hyung y hacerse amigo de él, ahora que eran vecinos. - Pero nada de pedir comida. Cocino yo. - Así fue como acabaron en casa de Xiao, que era la casa que estaba justo debajo de la de Jin. - ¿Dónde has estado de viaje?
- Un mes en China, por trabajo. - Narró Xiao. - No está mal, pero en ningún lugar se está como en casa.
- Eso seguro. - Sonrió Jin.
- ¿Y tú? ¿Sigues trabajando en ese instituto donde mezclan a felinos y a cánidos como enfermero? - Su voz sonó un poco áspera.
- Bueno... Ayudante, más bien. - Concretó. - Aún estoy estudiando también.
- Vaya, debe ser cansado. - Jin sonrió. A Jin nunca le asustó el trabajo duro. - Deberías conseguirte un alfa que te mantenga. - Aseguró haciendo que Jin riese. Si supiera que su alfa es el hijo del presidente del país se llevaría un buen susto. Además, Jin no quería que NamJoon le mantuviese, él podía valerse muy bien.
- Yo soy bueno manteniéndome a mí mismo. - Comentó divertido.
- Mmmm... - Pensó Xiao. - No lo dudo, Jinnie. Pero yo creo que dejaría que mi omega trabajara. Al menos no tan duro como tú. Y en ese instituto tan antinatural.
- ¿Y eso por qué? - Jin recordó entonces que Xiao provenía de una familia de dingos bastante chapados a la antigua. Por eso no parecía gustarle mucho la idea del instituto de integración. - Además, es un buen lugar.
- No sé... Un alfa debe ser el responsable de cuidar y mantener a su familia. - Señaló Xiao. - Eso es lo que opino yo. Y ese instituto... Suena como una bonita utopía, pero no refleja la realidad. No somos iguales. No pasa nada por ser diferentes, pero no somos iguales.
- No intentan enseñar que seamos iguales. Por la misma regla de tres, tú y yo no somos iguales, Xiao-Hyung. Intentan enseña que, siendo distintos, podemos trabajar juntos y que no son mejores unos a otros.
- Pero está claro que los cánido somos mejores. - Rió Xiao.
- Yo tengo amigos felinos entre los alumnos y te aseguro que son encantadores. - Dijo Jin mientras servía los platos.
- Pero ellos son egoístas, siempre miran primero para su propio beneficio. Los cánidos nos volcamos en nuestra manada.
- Eso no es cierto. - Aseguró el zorro. - Y dejemos de hablar de esto, que al final vamos a salir discutiendo. - Propuso.
- Tienes razón, comamos. - Comieron y hablaron y tanto tenían que contarse y tantos temas de conversación que al final se olvidaron de poner la película. Después de cenar, aún les quedaban muchos temas de los que hablar y como la conversación fluía, Jin aceptó a que Xiao abriera una botella de vino tinto. No es como si tuviera que conducir hasta casa, y tampoco tenía que trabajar al día siguiente. Iban por la mitad de la segunda botella cuando, sin saber muy bien como, volvieron al tema del principio, pero algo más bebidos.
- Pues si yo fuera tu alfa, no dejaría que tuvieras que trabajar. - Aseguró no muy fluido. No sabían en que momento se habían colocado los dos en el mismo sofá, bastante cerca el uno del otro. - Te llenaría de regalos, y de cachorros claro, y así podría disfrutar de tus exquisitas comidas todos los días.
- Me gustaría tener más tiempo para cocinar. - Fue lo único que el atontado cerebro de Jin logró comprender en ese momento. No estaban tan borrachos como para no recordar nada al día siguiente, pero no tan sobrios como para caminar sin hacer "eses".
- Eres un gran cocinero. - Dijo de repente. - Siempre pensé que todos los buenos cocineros serían feos y gorditos. - Divagó. - Pero tú eres tan guapo. - Jin se sonrojó rápidamente por el comentario repentino.
- Gracias. - Agradeció el cumplido.
- Si te apartas me enfadaré. - Dijo Xiao acercándose a Jin torpemente. Jin no comprendió.
- ¿Qué? - Antes de poder darse cuenta, los labios de Xiao estaban sobre los suyos. Se sintió cálido y, a pesar de lo bebidos que estaban, ambos conservaban aún su grandes cualidades para besar. Pero Jin pensaba que estaba olvidando algo, algo importante. Xiao pasó la mano por el muslo de Jin apasionadamente. Con la presión de la mano de este, Jin sintió el placentero dolor de un ligero hematoma en su pierna y suspiró del gusto que le produjo sentirlo. Recordó lo que le había provocado aquel hematoma. Un dulce y lujurioso mordisco de su alfa. NamJoon. Ese nombre le golpeó con fuerza en la cabeza. Apartó a Xiao de un empujón al recobrar ese pequeño atisbo de su conciencia. A Xiao le dejó confuso.
- ¿Qué ocurre? ¿No te ha gustado? ¿He ido demasiado rápido? - Preguntó.
- ¿Qué? No es eso. - Se levantó del sofá de un salto y el mareo se instaló en cabeza horriblemente. Xiao intentó levantarse y ayudarle pero Jin colocó las manos al frente y lo evitó. - Yo... - Jin parecía alterado y perdido. - No he debido hacerlo. ¿Por qué te he dejado hacerlo?
- Cálmate, Jinnie.
- ¡No! - Gritó. No porque estuviera enfadado con él, sino por estarlo con sigo mismo. No le había dicho a Xiao que tenía un alfa, no lo creyó necesario y no podía decir que NamJoon, el hijo del presidente, estaba saliendo con un trabajador de su instituto. - Lo siento. Tengo que irme. - Salió corriendo pero a trompicones, tropezando con todo. Llegó a su casa y se echó las manos a la cabeza. El alcohol no le dejaba pensar con claridad. ¿Qué debía hacer? Había engañado a NamJoon. Había besado a otro alfa. Le temblaron las manos mientras cogía el teléfono. Se lanzó a la cama para que todo dejara de darle vueltas y tardó más de la cuenta en encontrar el numero del león.
- ¿Jin? - Le preguntó adormecido. Al oír su voz, el omega se echó a llorar sin poder evitarlo. NamJoon era una persona muy razonable, si le confesaba su error, él le perdonaría.
- NamJoonnnie. - Lloriqueó. Eso hizo despertar a NamJoon de inmediato.
- ¿Qué ocurre, cariño? ¿Te ha pasado algo malo? - Preguntó preocupado, incorporándose en su cama. - Cuéntamelo, amor.
- NamJoon... yo... NamJoonnie...
- ¿Estás borracho? - Se sorprendió. Conocía muy bien el tono de voz de su omega cuando bebía. - ¿Dónde estás? ¿Necesitas qué vaya a buscarte a algún lado? Háblame, Jin. - Dijo finalmente, empezaba a sentirse exaltado.
- Estoy en casa. - Empezó diciendo. Sabía que eso sería lo que más tranquilizaría al león.
- Esta bien. Cálmate. - Intentó hacer que dejara de llorar. - Has bebido demasiado, ¿verdad? ¿Qué ha ocurrido?
- Nam...Joon... - Le tembló la voz. ¿Le perdonaría? Se echó a llorar con más fuerza. - Yo... acabo de... - No le salían las palabras correctamente. - He besado a otro alfa, NamJoonnie. - Confesó finalmente en un mar de lágrimas. Durante unos largos, muy largos segundos, el león no dijo nada. Y sólo se oía a Jin llorar desconsolado. Finalmente, el zorro oyó la voz del alfa más áspera y seca que nunca.
- ¿Estás sólo ahora? - Jin sorbió su nariz y respondió con un sonido de afirmación. - Ve a dormir. Estás demasiado borracho como para mantener una conversación civilizada.
- No, estoy bien. - Aseguró falsamente. - Hablemos ahora. - Lloró. - Perdóname... - Suplicó el zorro. - Por favor.
- Vete a dormir ahora mismo, Jin. - Su voz de mando de alfa fue gutural, como sacada de lo más profundo de la tierra. - Ya te llamaré. - Dijo justo antes de colgar la llamada, sabiendo que el omega no se resistiría a su voz de alfa, ni por teléfono. Jin obedeció instintivamente. Obedecer la voz de mando de NamJoon le hizo sentirse más relajado y pudo conciliar el sueño rápidamente. NamJoon, por el contrario, se desveló por completo, y esa noche no volvió a dormirse.

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