NA: no garantizo que sepa escribir todo en tercera persona, estoy acostumbrado a hacerlo en primera, por lo que no os extrañéis si cambio el punto de vista en muchas ocasiones.
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Ya ha pasado un tiempo desde que Zeus mandó a la caza a explorar las tierras canadienses para conseguir un posible lugar de residencia optativa para semidioses y dioses menores. Las cazadoras de Artemisa estaban un poco hartas, ya que no podían cazar a gusto, porque tenían que observar cada dos por tres el lugar y estar pendiente de no invadir el territorio de Bóreas.
Las cazadoras estaban en un pequeño bosque nevado a unos pocos kilómetros de Vancouver, las cuales estaban organizando su preciado campamento.
La teniente de las cazadoras se estaba peleando con un duro enemigo, uno con el que ella creía que no podía derrotar, y ese enemigo era mantener la madera seca para poder calentar a sus compañeras. Mientras hacía estar ardua tarea su ama se reunió con ella.
- Zöe - llamó Artemisa - tenemos que tener más cuidado, uno de los boreadas ya ha dado un avisi de que han visto a unas cuantas cazadoras en su territorio.
- ¿En serio? - preguntó la cazadora y su ama asintió con la cabeza - si les dije que no saliesen de las fronteras de la ciudad, pero, nunca antes habían sido tan persistentes con el tema de no invadir su territorio, ¿qué está pasando con ellos?.
- No lo sé Zöe - dijo la diosa - pero nunca debemos enfadar a las deidades que tienen un dominio en especifico, suelen tener mucho poder.
- Si, pero ¿no es extraño? - cuestionó la cazadora - puede que no le gusten los mortales, pero, siempre han permitido a los dioses estar en su dominio, ¿Por qué ahora no?.
- La verdad es que lo ignoro, pero es mejor no dar un motivo para empezar una batalla - le dijo Artemisa - si no quieren que estemos aquí lo más seguro es que tengas sus razones, y si queremos que los semidioses puedan llegar a residir en este lugar necesitamos que Bóreas y sus hijos nos permitan residir aquí.
La cazadora quería seguir discutiendo sobre lo curioso que era el tema, pero no quería enfadara su ama, por lo que decidió abandonar el tema de conversación y seguridad haciendo los quehaceres del campamento mientras murmuraba algo de tener un criado para hacer dichas tareas.
El día fue avanzando con normalidad, escepto el hecho de que Artemisa haya echado la bronca a sus cazadoras. Ya cuando llegó la hora de la cena, todos las cazadoras se agruparon para preparar un ciervo que habían cazado por la mañana y cuando terminaron de comer notaron una cosa. La noche era mucho más fría y se avecinaba una ventisca.
Ese mismo día por la mañana en el Palacio de Bóreas.
Cuando amaneció en el palacio un niño pequeño saliendo al balcón que había en su habitación para poder ver cómo amanecía, era uno de los pequeños hobies del pequeño Percy.
Cuando vio el sol salir se dispuso a comer algo, fue a la cocina del palacio encontrándose con una ninfa de la nieve llamada Fio, la cual se encargaba de preparar la comida para el niño.
Ella al verlo sonrió y le dijo - Hola Percy, ¿Cómo estás?.
- Bien - dijo el pequeño - estaba pensando en lo que hacer.
Hoy era fin de semana por lo que no tenía que ir a clase, siendo obligado a ir por su madre aunque fuese más listo que sus compañeros, por lo que tenía el día libre para hacer lo que quería.
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Percy Jackson el señor del invierno
FanfictionSally se ve obligada a abandonar Estados Unidos porque Poseidón repudió a Percy, haciendo que sea más vulnerable a los monstruos, ella se va a Vancouver, pero un día, una jauría de perros del infiernos la atacan hasta casi matarla. Con sus últimas e...