De camino a un casino

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Tras lo sucedido en el campamento, Quirón mantuvo vigilado a Ethan Nakamura por medio de Luke ya que al parecer, ellos dos, parecían llevarse bien, por lo que era el perfecto agente doble.

Por otra parte, Quíone no soportaba los patéticos intentos de hablar con su hijo, el cual, se negaba en rotundo y le tiraba a los osos que vivían por el bosque.  

Nuestro pequeño héroe se dedicó a entrenar con su madre su dominio sobre el hielo, entrenaba el sigilo con sus tío Zetes y Calais, y con su abuelo estudiaba temas de mitología. Él estuvo entrenando durante cinco años en todo lo ya mencionado por lo que Percy ya no es un niño, ya casi era tan alto como su madre y podía ir con los cazadores de la ciudad yendo como un aprendiz.

En referencia a los demás olímpicos, Artemisa, Hera y Hestia solían ir con frecuencia a ver a Percy y a su madre viendo como iba creciendo, no solo el niño sino sus habilidades también. En esos cinco años, Percy, no se especializó en ningún tipo de armas. Su padre intentó en repetidas ocasiones hacer llegar a sus manos una espada llamada Anaklusmos, pero la rechazaba cada vez que caía en sus manos, mientras que Artemisa intentaba hacer que se adentrase en el mundo del tiro con arco, pero nuestro héroe decidió no usar armas.

- Bueno Percy. - Dijo la diosa del hogar. - ¿No te gusta ningún arma por ahora? - Preguntó un poco preocupada por su sobrino.

- No tía Hestia. - Dijo pensando en todas las armas que le habían enseñado. - Las dagas me parecen bien, ya que las puedo combinar con hielo, pero tengo que concentrarme mucho para poder apuntar y dar en el blanco.

- Ya, pero no puedes depender de la magia todo el tiempo. - Dijo Hera mientras tomaba un sorbo de una chocolate caliente. - Si solo dependes de ella terminarás agotado en mitad del combate.

Percy pensó en ello, ya que no solo ellas se lo habían dicho, su madre también quería que usara una arma, pero, él no se sentía cómodo con ninguna, por lo que podría probar suerte con la magia por ahora.

Las dos diosas que había ido a visitar a Percy estaban sentadas en una mesa en el palacio de Boreas tomando algo junto a su sobrino, disfrutando de la tarde y hablando con el chico.

- Por cierto, ¿Sabes lo que pasará dentro de unos días? - Preguntó Hera muy seria a Percy.

- no, ¿Qué pasa? - Preguntó con curiosidad en sus ojos.

- Le prometí a Hades que podían acompañar a unos semidioses a rescatar a sus hijos. - Dijo Quíone la cual había aparecido detrás de su hijo haciendo que este diese un ligero salto en su asiento. - En unos días vendrán el grupo de semidioses que mandarán los del campamento.

- Tía Hestia, ¿Sabes quienes son los que vendrán por mí? - Preguntó al hijo de la diosa de la nieve.

- Solo se que irán la hija de Atenea que era amiga tuya, Luke y Zöe, no se si van a ir más, pero ellos irán seguro. - Dijo la diosa del hogar ya que ella solía estar en el campamento de vez en cuando.

Eso emocionó a Percy ya que podría volver a ver a Annabeth, la cual era una buena amiga suya. Por lo que estaba muy emocionado.

- ¿Y no vendrá Thalia? - Preguntó él un poco desilusionado.

- No mi querido héroe. - Dijo Hera. - Ella, al ser hija del estúpido de mi marido, se tiene que quedar en el campamento para entrenar.

Percy, al escuchar eso, se alegró mucho de no haberse quedado en el campamento ya que a él le gustaba entrenar a su ritmo con su madre y sus tíos, pero un punto a favor de quedarse en el campamento era el maldito instituto. Precisamente, en su instituto de mala muerte solo se hablaba en francés, cosa que no molesta a Percy, pero un profesor suyo de inglés le obligaba a hablar en inglés, cosa que no le gustaba, y cada vez que hablaba en francés lo mandaba con el director por insubordinación.

Percy Jackson el señor del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora